"El lanzamiento de la invasión alemana de la Unión Soviética, por un capricho de la Historia, como señalaría un preocupado Joseph Göbbels (considerado actualmente como el más nazi de los ministros de Hitler, el único que quiso compartir el destino final de éste, la muerte, en 1945) coincidió con la invasión de Rusia por Napoleón en el siglo XIX: se inició el 22 de junio de 1941. Justo 129 años antes, en 1812, las tropas francesas y de países aliados de Francia integradas en la Grande Armée habían cruzado el Río Nemunas con destino a Moscú. Algunos oficiales alemanes se entretenían en aquella primavera de 1941 leyendo las memorias del general Caulaincourt, a quien Napoleón Bonaparte había dicho antes de iniciar la que sería su fatal campaña en Rusia: "Antes de dos meses, Rusia me pedirá la paz". Al iniciar su guerra de invasión, Bonaparte comentó que "Rusia es como la mítica Hidra", monstruo de muchas cabezas al que, cada vez que se le cortaba una, le nacía otra para reemplazarla. En 1941, los alemanes se darían cuenta de lo acertado que podía llegar a ser tal comparación. Hacía justo un año que Francia había firmado el armisticio de Compiègne, pidiendo la capitulación incondicional a Alemania. Aquel 22 de junio de 1941, siete ejércitos alemanes estaban situados a lo largo de la frontera germano-soviética en el centro de Polonia -invadida y repartida por Hitler y Stalin en septiembre de 1939-. Las unidades panzer -acorazadas, en alemán- cuya presencia en aquella zona sería causa de alarma por ser la punta de lanza de cualquier ofensiva de invasión alemana contra el territorio soviético, fueron las últimas en llegar a sus puestos en el despliegue ofensivo. Las órdenes que tenían eran estrictas: cualquier movimiento debía realizarse de noche. Hitler atacó la Unión Soviética sin declaración de guerra previa, por sorpresa y a traición, a las 03:00 horas del domingo 22 de junio de 1941".
"Por toda la divisoria germano-soviética, grupos de reconocimiento alemanes disfrazados de civiles polacos habían estado observando las posiciones del adversario. Numerosos soldados alemanes esperaban desde hacía tres días ocultos en las zonas boscosas de la región, junto a sus camiones y sus vehículos militares. Otros llegaban a las posiciones designadas por el plan secreto de invasión, denominado en clave Fall Barbarossa (Operación Barbarroja), finalizando agotadoras marchas de aproximación en plena noche, realizadas por diversas carreteras de Polonia. En las horas de luz diurna, las órdenes eran de silencio total para todas las unidades. Cuatro ejércitos panzer y tres flotas aéreas de la Luftwaffe estaban preparadas para el ataque. Casi 4.000.000 de hombres encuadrados en 180 divisiones, 600.000 vehículos a motor, 750.000 caballos, 3.850 carros de combate y cañones autopropulsados, 7.184 piezas de artillería y 1.400 aviones ultimaban sus preparativos, formando la mayor fuerza de invasión de la Historia militar, antes y después de aquel momento. El esfuerzo de desplegar semejante número de tropas en la reciente frontera inter-polaca había requerido, entre julio de 1940 y marzo de 1941, el empleo de 2.500 trenes de mercancías. En las siguientes diez semanas habían sido dedicados a la operación otros 17.000 trenes más. Ningún plan del alcance del Fall Barbarossa se había desarrollado hasta ese momento, porque hasta entonces no se había dispuesto de técnicas y herramientas de organización, transporte y comunicaciones modernas aplicables a tan colosal escala".
Ciudadanos soviéticos escuchan en la calle 25 de Octubre de Moscú la alocución que el Comisario del Pueblo de Asuntos Exteriores, Viacheslav M. Mólotov, dirigió al pueblo de la URSS aquel mismo domingo 22 de junio de 1941 horas de después de la invasión de las tropas alemanas. Al fondo se puede ver la torre Nikolskaya del Kremlin
"A las 03:15 horas [hora de Moscú; 01:15 hora alemana y 00:15 hora española], más de dos mil cañones alemanes abrieron fuego a todo lo largo del frente: sin pérdida de tiempo, las vanguardias panzer alemanas iniciaron un ataque masivo contra las posiciones defensivas de los soviéticos situadas detrás de la demarcación fronteriza. Comandos alemanes del Sonderverband Brandenburg -Unidad Especial Brandeburgo, en alemán- habían cruzado las líneas fronterizas soviéticas para cortar líneas telefónicas, capturar puentes y puntos de paso estratégicos y neutralizar puntos fuertes con golpes de mano por sorpresa. En el aire, el 60% de todos los aviones de guerra que poseía la Alemania nazi -1.400 de un total de 1.945 aparatos en condiciones de prestar servicio activo- se puso en movimiento para asestar un golpe demoledor contra la VVS, la fuerza aérea soviética. Los aviones alemanes cruzaron la frontera a gran altura para no alertar a la defensa contra aeronaves soviética. En el cuartel general del IV Ejército soviético, el ruido de los motores de semejante masa de aviones despertó a un oficial, que reconoció el sonido característico de los motores alemanes por haberlos oído en España, donde había servido como parte de la fuerza soviética de apoyo al gobierno socialista de Juan Negrín entre 1936 y 1939".
Trabajadores de la fábrica 'Serp i Molot' ('Hoz y Martillo') de Moscú siguen el mensaje de guerra de Mólotov desde el exterior de la factoría. En dicho discurso el Comisario de Exteriores pronunció la mítica frase: "Наше дело правое. Враг будет разбит. Победа будет за нами !" ("Nashe delo pravoye. Vrag budet razbit. Pobeda budet za nami!", "Nuestra causa es justa. El enemigo será derrotado. La victoria será nuestra")
"Los objetivos de la aviación alemana eran los aeródromos avanzados de la VVS, que aviones de reconocimiento espías habían fotografiado desde gran altura en las semanas anteriores. A los pilotos alemanes les alegró descubrir que los aeródromos militarizados por los rusos se parecían mucho a las fotografías que habían estudiado antes de la ofensiva. Las bombas de fragmentación alemanas devastaron las bases aéreas. Obsoletos cazas soviéticos intentaron despegar sólo para ser abatidos inmediatamente por los más modernos y capaces cazas alemanes. Los bombarderos pesados soviéticos que despegaron sin escolta, en un desesperado intento por rechazar la invasión y bombardear las concentraciones alemanas, fueron derribados rápidamente en gran número. En las primeras horas del 22 de junio de 1941, la Luftwaffe había destruido 528 aviones rusos en tierra y 210 en el aire. Al finalizar el día siguiente, la VVS ya había perdido 1.200 aviones, el 25% de sus aparatos disponibles en primera línea. El alto mando de la Luftwaffe contabilizó la destrucción de 1.800 aviones rusos el 24 de junio; 800 más, el día 25; 352, el día 26; y 300 más, el día 27 de junio. Los recuentos alemanes señalaron que, durante la primera semana de la invasión, fueron destruidos 4.018 aviones soviéticos".
Habitantes de otra ciudad de la URSS siguen con atención el discurso de Mólotov durante las primeras horas la Gran Guerra Patria. Noticias como ésta circularían hoy en día por las redes sociales a toda velocidad dando cuenta al minuto de lo que estuviese aconteciendo en la frontera del país. Sin embargo, hace exactamente 75 años la radio y los discursos emitidos a través de sistemas megafónicos como el de la fotografía eran los únicos medios que permitían el conocimiento de los sucesos más importantes
"Stalin ordenó que se organizaran ataques de represalia contra Bucarest, Varsovia, Danzig -actual Gdansk, por aquel entonces incorporada a Alemania- y los campos petrolíferos de Ploesti, en Rumanía, la mayor reserva de carburante a disposición de los alemanes en aquel momento. Pero debido a que los bombarderos rusos volaban sin escolta de cazas, consiguieron muy poco al precio de elevadísimas pérdidas. El 5 de octubre de 1941, la VVS reconoció haber perdido 5.316 aviones. Todas las ciudades importantes de Ucrania, Bielorrusia y el oeste de Rusia fueron duramente bombardeadas por la Luftwaffe. Algunas como Minsk, la capital bielorrusa, vieron reducidos a escombros sus centros urbanos. El domingo 22 de junio de 1941 amaneció como un día de sol, típico del tórrido verano de la Europa oriental. No lejos de Moscú, Stalin dormía en su dacha -chalet, casa de campo, en ruso- de Kuntzevo. A las 10 de la mañana del sábado 21 de junio, una fuerte tormenta de viento y lluvia se había desatado sobre la capital soviética, como anticipando la guerra que se iniciaría la noche siguiente. Sin embargo, fue bien recibida por los habitantes de la ciudad, pues les ofreció un poco de aire fresco tras varios días de sofocante calor.
Mientras tanto, el jefe del estado mayor supremo alemán, el coronel general Franz Halder, había querido sobrevolar discretamente la línea de partida de la invasión. En vez de observar con satisfacción el éxito de todas las medidas de camuflaje adoptadas para ocultar el inminente ataque, regresó del vuelo sobrecogido por la inmensidad de lo que había visto. Uno de los más brillantes generales de fuerzas panzer, el teniente general Erich von Manstein, por aquel entonces al mando de un cuerpo de ejército integrado en las fuerzas de invasión, pasó la noche del 21 de junio en casa de unos amigos en Prusia Oriental: meditaba en la terraza de aquella hacienda con la sensación de que el ejército alemán se estaba metiendo en una aventura de tal magnitud que acabaría por llevarlo al desastre. No podía saber hasta qué punto sus graves premoniciones, coincidentes con las de su superior Halder, acabarían siendo proféticas".
(Benavent Montoliu, J. (2011) La mayor noticia del siglo XX (Parte 1: La invasión alemana de la Unión Soviética). Recuperado el 22 de junio de 2016 en <http://www.monografias.com/trabajos89/mayor-noticia-del-siglo-xx/mayor-noticia-del-siglo-xx.shtml>)
(Benavent Montoliu, J. (2011) La mayor noticia del siglo XX (Parte 1: La invasión alemana de la Unión Soviética). Recuperado el 22 de junio de 2016 en <http://www.monografias.com/trabajos89/mayor-noticia-del-siglo-xx/mayor-noticia-del-siglo-xx.shtml>)
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