Mostrando entradas con la etiqueta Muzeón. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Muzeón. Mostrar todas las entradas

domingo, 26 de junio de 2022

"La URSS es el baluarte de la paz". Treinta años de un emblema mutante en la Leninsky prospekt (1961-1991)




En 1961 las autoridades soviéticas instalaron un enorme emblema de la URSS sobre la jardinera central de la Leninsky prospekt (avenida Lenin) de Moscú, a la altura de la calle Kravchenko. Un emblema (o escudo, aunque técnicamente no respetaba las normas heráldicas) que a lo largo de los siguientes treinta años sufrió múltiples mutaciones tanto en su diseño como en los eslóganes que exhibía (la fotografía superior muestra su aspecto final en 1988, antes de su desaparición). Esta evolución hizo que se convirtiera en un elemento urbano muy popular entre los moscovitas y en una improvisada metáfora del devenir político y social del país.
 
Se trataba de una versión gigante del escudo de la Unión Soviética adoptado el 6 de julio de 1923 y descrito en el artículo 143 de la Construción de 1936 como "una hoz y un martillo sobre el globo terráqueo, iluminado por los rayos del sol y orlado de espigas (...), con una estrella de cinco puntas en lo alto". En la versión oficial, una cinta de color rojo abrazaba la base del emblema, mostrando la frase "¡Proletarios de todos los países, uníos!" en las quince lenguas de las Repúblicas Socialistas Soviéticas. En el monumento de la avenida Lenin sí hubo inicialmente un dibujo de la cinta roja pero nunca apareció la famosa proclama de Karl Marx.

El primer escudo de 1961, de autor desconocido, se montó sobre una estructura metálica rodeada de pequeñas banderas rojas, dando la bienvenida a los automovilistas que entraban en Moscú por el extremo meridional de la incipiente carretera de circunvalación. Estaba pintado de rojo, amarillo y azul. Años más tarde, seguramente con motivo de los Juegos Olímpicos de 1980, el monumento sufrió una primera reforma con la instalación de un panel trasero de refuerzo donde se podía leer la frase "La URSS, un único estado multinacional" (en ruso, Единое союзное многонациональное государство - en ruso transliterado, Yedinoye soyuznoye mnogonatsional'noye gosudarstvo). Debido al impacto que causó en la ciudad, entre 1982 y 1983 el emblema se rehizo completamente siendo construida, como nuevo soporte, una enorme estela de cemento y hierro forjado cubierta con láminas de color rojo. En lo alto de dicha estela se colgaron, en ambos lados, dos nuevos escudos idénticos, hechos de acero y sin pintar. El eslogan escogido para la ocasión fue "Moscú, capital de la URSS" (Москва, столица СССР - Moskva, stolitsa SSSR). Tanto la estela como los escudos eran obra del escultor Stepan Alexándrovich Shchekotikhin (1942).

La visita en 1988 del presidente norteamericano Ronald Reagan, en plenas negociaciones sobre desarme nuclear, provocó la introducción de un nuevo lema: "La URSS es el baluarte de la paz" (СССР оплот мира - SSSR oplot mira), con las tres palabras colocadas una debajo de la otra. Es la frase con la que ha pasado a la historia, ya que el 1 de noviembre de 1991, casi tres meses después del golpe de estado contra las reformas de Gorbachov y dos meses antes de la disolución de la URSS, el conjunto fue parcialmente desmantelado (desapareció el escudo pero no la columna de cemento) siendo substituido por el nombre y el logo de la entidad financiera "Inkombank", de plástico y con letras azules. Un logotipo que mostraba una extraña y morbosa similitud con los dos haces de espigas del escudo soviético, uno de los cuales parecía haber sido girado ciento ochenta grados.

El emblema de acero y las tres palabras del eslogan fueron transportados al Muzeón, el parque público moscovita que sirve de cementerio espontáneo para los monumentos soviéticos retirados de su lugar de origen. Y allí continúan en la actualidad, expuestos al aire libre cerca de la Casa Central de los Artistas. Es uno de los elementos más fotografiados por los visitantes del parque, aunque probablemente muchos desconocen su historia. El escudo se mantiene en pie gracias a una simple estructura metálica, parecida a la que en 1961 sostenía el emblema primigenio.

El "Inkombank" quebró siete años después de que su logo substituyera el escudo de la URSS, llevándose por delante los ahorros y las ilusiones de muchos rusos que buscaban en el capitalismo y el consumismo las respuestas a sus anhelos como ciudadanos ex soviéticos. La estela sobrevivió en ese mismo lugar durante dieciséis años más, sirviendo de soporte para otros anuncios publicitarios. Hasta que una reforma en la normativa municipal sobre mobiliario urbano obligó a su demolición en 2014. Sesenta años después, nada queda de todo aquello en la jardinera central de la Leninsky prospekt.

El periodista catalán Rafael Poch, corresponsal del diario La Vanguardia, mantuvo una relación directa con aquel escudo, porque durante los últimos años de la URSS su domicilio se encontraba cerca del cruce de la avenida Lenin con la calle Kravchenko. En su excelente artículo Leonov, una vida al servicio del estado soviético (Ctxt, 07/05/2022) explica los paralelismo entre esta historia y la biografía del teniente general del KGB Nikolái Sergéyevich Leonov, último jefe de su departamento analítico, recientemente fallecido. En el artículo, habla de la nostalgia que le provocó el desmantelamiento del emblema. Concretamente, de la sensación de "carencia", "tristeza" y "pérdida", y no precisamente por la caída de un socialismo ya en decadencia sino por algo más profundo e íntimo, relacionado con su generación y con el paso del tiempo. La misma que sentimos muchos cuando desaparece un símbolo soviético de las calles de cualquier ciudad. Un símbolo que durante muchos años representó una realidad que nunca más volverá a existir.

Mayakovski




Con un punto rojo, el cruce entre la avenida Lenin y la calle Kravchenko, donde se encontraba el emblema soviético. En la parte superior del primer mapa se ve el meandro del río Moscova entre el estadio Lenin (luego Luzhnikí) y el edificio de la Universidad Lomonósov




En 1961, año en que supuestamente se instaló en esta esquina el emblema de la URSS, la Leninsky prospekt era una carretera de circunvalación. Más allá de este punto, hacia el sur, solo había descampados donde se comenzaban a edificar grandes bloques de apartamentos. En la primera imagen, de ese mismo año, se puede ver un enorme socavón frente al escudo soviético, una foto de Karl Marx y lo que parece un panel publicitario de una compañía aérea. En la segunda, aparecen dos carteles en los que se puede leer, a la izquierda, "Gloria al pueblo soviético - Constructor del comunismo" (СЛАВА СОВЕТСКОМУ НАРОДУ - СТРОИТЕЛЮ КОММУНИЗМА / SLAVA SOVETSKOMU NARODU - STROITELYU KOMMUNIZMA); y a la derecha, "Gloria al Partico Comunista de la Unión Soviética" (СЛАВА КОММУНИСТИЧЕСКОЙ ПАРТИИ СОВЕТСКОГО СОЮЗА - SLAVA KOMMUNISTICHESKOY PARTII SOVETSKOGO SOYUZA)




Fotografías de 1963 y 1964, respectivamente, donde se observa con claridad el primer escudo soviético adornado con banderitas rojas








Imágenes de 1965 y 1966 en las que queda de manifiesto que los amplios espacios urbanos habituales en aquella época, además de la escasa circulación de vehículos, magnificaban la presencia, en medio de la avenida, del emblema de la URSS, que debió causar un gran impacto visual y emocional entre los moscovitas


En 1967, quincuagésimo aniversario de la Revolución de Octubre, se aprovechó este espacio para conmemorar dicha efeméride


En 1972 la esquina seguía luciendo los mismos lemas revolucionarios que había diez años antes. En este caso, "Gloria al pueblo soviético" (СЛАВА СОВЕТСКОМУ НАРОДУ - SLAVA SOVETSKOMU NARODU) y "Gloria al PCUS" (СЛАВА КПСС - SLAVA KPSS)


Fotografía de 1973-1974 en direcció nordeste


Imagen de 1981-1982 tras la "reforma olímpica" del emblema. Se puede leer "La URSS, un único estado multinacional" (Единое союзное многонациональное государство - Yedinoye soyuznoye mnogonatsional'noye gosudarstvo)


Fotografía de 1983-1984 con el nuevo (y doble) emblema soviético de acero, instalado sobre la estela de cemento y hierro forjado, tal como los diseñó Stepan Alexándrovich Shchekotikhin (1942). El lema rezaba "Moscú, capital de la URSS" (Москва, столица СССР - Moskva, stolitsa SSSR)




En 1988 la visita del presidente norteamericano Ronald Reagan propició el cambio de eslogan por el otro que ha quedado ligado a la historia de este escudo: "La URSS es el baluarte de la paz" (СССР оплот мира - SSSR oplot mira)


Imagen de 1991 con una joven cruzando frente al escudo de la Leninsky prospekt. El estado de degradación de todo el conjunto, además de la bolsa de plástico con la bandera imperial rusa y una cruz, presagiaban el final de toda una era


Desmantelamiento del doble escudo y del lema soviético el 1 de noviembre de 1991




Entre 1991 y 1998 este fue el aspecto del anuncio publicitario de "Inkombank" que substituyó el escudo soviético de la Leninsky prospekt. De plástico, luminoso, de color azul, instalado sobre la misma estela de Shchekotikhin y con una forma sospechosamente parecida al emblema eliminado


Tras la quiebra de "Inkombank", desde 1998 hasta 2014 la misma estela sirvió de soporte a diversos anuncios publicitarios (y también, cómo no, a algún grafiti). Anuncios que se extendían a lo largo y ancho de la Leninsky prospekt




El escudo de Shchekotikhin se trasladó al Muzeón de Moscú, el cementerio de los monumentos soviéticos, donde hoy en día miles de personas lo visitan con la intención de hacer un viaje al pasado, nostálgico para algunos, curioso para otros. La primera fotografía es del autor del blog y fue obtenida en agosto de 2006

La flecha blanca indica el lugar exacto donde se encuentra el escudo en el Muzeón de Moscú, junto a la Nueva Galería Tretiakov. Al Muzeón se accede por la Krimskiy Val (la avenida en la parte inferior de la imagen), justo enfrente de la entrada al Parque Gorki


Captura de Google Street View de mayo de 2019, realizada en la esquina de la Leninsky prospekt y la calle Kravchenko en dirección norte. Como puede verse, no queda ni rastro de la estela que soportó el emblemático escudo de la URSS

lunes, 13 de julio de 2015

La estatua de Félix Dzerzhinski podría volver en breve a la plaza Lubyanka


Publicado: 10.07.2015 10:36 | Actualizado: 11.07.2015 10:40

Entre la espada y la cruz; y la hoz y el martillo

Moscú decidirá en un referéndum el próximo mes de septiembre si la estatua de Félix Dzerzhinski, un revolucionario comunista que fundó la policía secreta bolchevique, se debe restaurar en su emplazamiento original. 

ÁNGEL FERRERO

MOSCÚ.- El protagonista de Los disparos del cazador de Rafael Chirbes describe la vida de una persona como alguien que, a medio camino, trata de arrancarse la piel para dejar paso a otra nueva, sólo para descubrir que no puede y que los jirones le quedan colgando, golpeándole las piernas mientras trata de seguir adelante. Lo que vale para las personas podría decirse que también vale para los países.

El pasado 24 de junio, el Consejo Municipal de Moscú (Mosgorduma) aprobó la convocatoria, para el próximo 13 de septiembre, de un referendo para restaurar la estatua de Félix Dzerzhinski en su emplazamiento original, frente a la sede de los servicios secretos en la plaza Lubianka. La iniciativa, que para llevarse a cabo necesita recoger 146.000 firmas, parte del grupo comunista, que también presentó propuestas para otros dos referendos sobre los problemas del sistema educativo y de salud de la capital que, sin embargo, no fueron aprobados. Según declaró al periódico Gazeta el presidente del grupo parlamentario del Partido Comunista de la Federación Rusa (KPRF), la celebración del referendo es incluso más importante que su resultado final, pues abre la vía a nuevas formas de participación ciudadana. 

“¿Considera necesario restaurar la estatua de Félix Dzerzhinski en la plaza Lubianka?”. A esta pregunta deberán probablemente responder los moscovitas dentro de un par meses. El KPRF ya ha comenzado la campaña en su página web con el lema “¡Una voluntad de hierro, una Rusia más fuerte!”. A pesar de que los politólogos dudan de que el KPRF sea capaz de recoger, con el verano de por medio, las firmas necesarias para la convocatoria de la consulta, la luz verde de la Mosgorduma ha desatado un nuevo debate sobre el siempre espinoso asunto de la memoria histórica en Rusia.

Del creador de la Cheka...

La figura de Félix Dzerzhinski (1877-1926) siempre ha estado rodeada de polémica en Rusia. De origen polaco y aristocrático, estuvo vinculado a varias organizaciones y partidos socialistas hasta que en 1917 se afilió al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia-bolchevique (POSDR-b) tras su liberación de la prisión de Butyrka, a la que llegó tras pasar por varias cárceles zaristas en las que cumplió una dura condena impuesta en 1912. Su capacidad organizativa durante los años de clandestinidad hizo que el Consejo de Comisarios del Pueblo eligiese en 1917 a Dzerzhinski para organizar el Comité de Emergencia —más conocido por su acrónimo, Cheka—, posteriormente objeto de sucesivas reestructuraciones a lo largo de su historia.

Cheka —cuyo nombre completo era Comité de Emergencia de toda Rusia para la Lucha contra la Contrarrevolución y el Sabotaje— se inspiraba en los principios del Comité de Salud Pública de la I República francesa, cuyo cometido era proteger las conquistas sociales de la revolución de cualquier intento de restauración conservadora, recurriendo a métodos expeditivos si así lo consideraba necesario. No se trataba de un organismo independiente: su actividad estaba supeditada al Consejo de Comisarios y particularmente a los Comisariados de Justicia y Asuntos internos. Para formar parte de él había que cumplir la divisa acuñada por el propio Dzerzhinski: “Un chequista debe tener el corazón ardiente, la cabeza fría y las manos limpias”.

No obstante, el fracaso de la revolución en Europa, la guerra civil en Rusia y la intervención aliada contra el Gobierno soviético condujeron a la decisión de ampliar el poder de este organismo y, con él, alimentar buena parte de sus defectos posteriores. En sus memorias, Victor Serge ofrece un buen resumen de este cambio cuando escribe que “el Partido se esforzó por que la encabezasen hombres incorruptibles como el antiguo preso Dzerzhinski, un idealista sincero, despiadado pero caballeroso, con el perfil demacrado de un inquisidor: frente alta, nariz huesuda, perilla despeinada y una expresión de cansancio y austeridad. Pero el partido tenía pocos hombres de esta madera y muchas Chekas. Creo que la formación de las Chekas fue uno de los peores y más impermisibles errores que los líderes bolcheviques cometieron en 1918, cuando las conspiraciones, los bloqueos y las intervenciones les hicieron perder la cabeza”.

El problema para los rusos hoy es que por una parte está Felix Dzerzhinski, el personaje histórico, y Félix Dzerzhinski, el símbolo de los extensos servicios secretos, por la otra. En condición de tal, su estatua —una obra de Yevgueni Vuchetich, instalada en la plaza Lubianka en 1958— fue derribada por un grupo de manifestantes el 22 de agosto de 1991, un día después de que finalizase el fracasado golpe de Estado contra Mijaíl Gorbachov. Posteriormente, el monumento fue trasladado al llamado Muzeón, en Park Kultury, donde se formó un improvisado cementerio de desmanteladas estatuas soviéticas. En el año 2014 la estatua fue renovada y se retiraron las pintadas que los manifestantes escribieron en el pedestal veintitrés años atrás.

El resultado de un referendo como el que podría celebrarse en septiembre es impredecible. Según un sondeo del Centro de investigación de la opinión pública (VTsIOM) en diciembre de 2013, el 45% de los encuestados se mostraba a favor del retorno del monumento a la plaza Lubianka, mientras que el 25% se oponía. Pero Moscú Rojo, el órgano del Partido Comunista en la capital, elevaba recientemente ese porcentaje hasta un 58% de los residentes en Moscú y un 45% de los rusos en todo el país a favor de que el monumento a Dzerzhinski vuelva a su emplazamiento original. Los costes de la restauración de la estatua no están contemplados en el presupuesto municipal para 2016-2017.

… al fundador del Kiev de Rus

El recurrente debate sobre el restablecimiento del monumento a Dzerzhinski coincide con otro más nuevo, pero en el que se mezclan los mismos ingredientes. La construcción de una enorme estatua dedicada al príncipe Vladímir (958-1015) es el otro foco de la polémica político-cultural de estos últimos meses.

La iniciativa parte de una sociedad histórica, que planea erigir una estatua de 24 metros de altura de Vladímir sujetando una enorme cruz. En el momento de escribir estas líneas aún se desconoce el lugar donde se instalará finalmente el monumento. El lugar inicial era Vorobye Gori —las colinas próximas al estadio Luzhnikí— y la fecha, el 15 de julio, coincidiendo con el aniversario de los mil años de la muerte de Vladímir. Sin embargo, decenas de miles de moscovitas firmaron hace semanas una petición rechazando su instalación en aquel lugar, alegando que sus dimensiones alterarían el paisaje de la zona, relegando a un segundo plano al icónico edificio de la Universidad Estatal de Moscú (MGU).

Además de motivos estéticos, hay, por descontado, otros de tipo político. El monumento ha sido modelado por el escultor Salavat Sherbakov, autor, entre otras, de las esculturas en la capital dedicadas al zar Alejandro I y Piotr Stolipin —el primer ministro zarista que impulsó un amplio programa de reformas a comienzos de siglo XX—, por lo que se le considera copartícipe de la restauración ideológica de determinadas figuras del pensamiento conservador. “Puede que haya discusiones sobre el papel histórico de Iván el Terrible o Iósif Stalin o incluso Pedro el Grande, pero en el caso del príncipe Vladímir se trata sin duda de una figura positiva”, ha dicho Sherbakov a la prensa, “es como George Washington para los americanos, todos los países tienen sus figuras históricas y hay que respetarlas”.

Puede que, como dice Sherbakov, la de Vladímir sea una figura poco cuestionada, pero actualmente se la disputan por igual Rusia y Ucrania, lo que no facilita las cosas a la iniciativa. El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, firmó recientemente un decreto por el cual en este año se conmemorará el aniversario de la muerte del “fundador del Rus-Ucrania”. Un retrato de Vladímir —en ucraniano: Volodimir— aparece en el reverso del billete de 1 grivna, la divisa nacional ucraniana, y el escudo del país no es sino una versión del sello de Vladímir.

Que tanto Kiev como Moscú reclamen para sí a Vladímir tiene lógica. Tras haber tomado la ciudad de Quersoneso, el príncipe Vladímir, señor del Kiev de Rus, se casó con Ana Porfirogéneta, hija del emperador de Bizancio. Para que esta unión fuese legal, Vladímir abandonó el paganismo eslavo, se hizo bautizar en Crimea y adoptó el cristianismo ortodoxo en el año 988, convirtiendo esta religión, que luego mandó a sus súbditos adoptar, en uno de los pilares de Rus. Muchos rusos consideran este hecho el comienzo del primer Estado ruso y exactamente lo mismo piensan no pocos ucranianos.

Sin embargo, numerosos historiadores cuestionan tanto la interpretación rusa como la ucraniana, puesto que el Kiev de Rus no puede considerarse, en ningún caso, como un Estado moderno. Borís Kagarlitsky va más allá al desafiar las interpretaciones de historiadores occidentalistas y eslavófilos al afirmar que “desde mediados del siglo XIX, los historiadores liberales han visto en la adopción del rito oriental del cristianismo una desdicha suprema para Rusia, puesto que en materia de religión significó que el país se estableció en oposición a Occidente”. Sin embargo, escribe Kagarlitsky, “la verdad es que en tiempos del príncipe Vladímir la escisión entre iglesias orientales y occidentales aún no era completa o definitiva”. “El efecto del bautismo, incluso si fue por el rito bizantino, no fue contraponer Rus a Europa occidental, sino, por el contrario, acercarlo”, ya que Bizancio actuaba como puente entre Occidente y Oriente, escribe Kagarlitsky en Empire Of The Periphery (Pluto Press, 2008). Para el marxista ruso, la consolidación del Kiev de Rus se debió, sobre todo, a la necesidad de establecer un mayor orden social en un territorio en el que se cruzaban múltiples rutas comerciales.

Sea como fuere, estos debates históricos, políticos y culturales nunca son fáciles en Rusia. De momento, el último se encuentra entre la cruz y la espada y la hoz y el martillo. Los jirones de piel siguen, como siempre, golpeándole las piernas, pero Rusia avanza.

Público 11/07/2015

domingo, 14 de diciembre de 2014

La estatua de Yákov Sverdlov y la inquisición antisoviética

La plaza Teatralnaya, situada a un centenar de metros del Kremlin y de la plaza Roja, se ha convertido en uno de los lugares más turísticos de Moscú. Entre 1919 y 1991 su nombre oficial fue 'Sverdlov', en homenaje al líder bolchevique amigo del mismísimo Lenin. Su perímetro se halla limitado por los hoteles de lujo Metropol y Moskva y por el recién restaurado Teatro Bolshói, cuya fachada es fotografiada sin descanso por grupos de extranjeros que se reúnen a diario junto a la estatua de Karl Marx. En el extremo sur de la plaza, casi pegados a la muralla roja de Kitái-Górod, existen dos restaurantes de comida foránea llamados Pizzería La Cipolla, a la izquierda, y Cervecería Bürgermeister. Se trata de dos locales idénticos, unidos en una misma estructura, que se construyeron tras la desaparición de la URSS. Están formados por una única planta y comparten una gran terraza. Sus fachadas fueron decoradas con ladrillo de color rojo y con arcos parabólicos en puertas y ventanas con el fin de armonizar su estilo moderno con el entorno arquitectónico de la plaza. Está claro que no lo consiguieron. Hay un tercer restaurante, éste sí de comida rusa, situado más a la derecha, dentro de una torre de la muralla y que se llama Staraya Bashnya, es decir, Torre Vieja. La torre es una reconstrucción reciente. 

Poca gente recuerda ya que en ese rincón de la plaza, justo donde ahora se encuentran el local y la terraza de la cervecería, se alzó en el pasado una estatua de Yákov Sverdlov. Y que entre 1989 y 1991 varios grupos de la oposición al régimen soviético celebraron allí una serie de reuniones clandestinas (o semiclandestinas) con las que quisieron juzgar” y “condenar” públicamente al líder bolchevique. Unos “juicios” que tuvieron carácter póstumo pues Sverdlov llevaba muerto más de setenta años. Tras el fracaso del golpe de Estado de 1991, la estatua acabó desapareciendo y su pedestal fue grafiteado, destrozado, desmontado parcialmente y adornado con una cruz ortodoxa, mientras muchos moscovitas se fotografiaban diariamente junto a los escombros. Más que un “juicio” en sí, lo sucedido en ese rincón de Moscú fue un “auto de fe” simbólico, una invocación para que la figura de bronce pidiera perdón por sus pecados y abjurara de la herejía bolchevique profesada por el Sverdlov de carne y hueso. Lo cierto es que la estatua no ardió en ninguna hoguera pero sí acabó arrancada de su pedestal rumbo hacia algún almacén secreto. Fueron unas celebraciones con tintes rituales que se extendieron hasta bien entrado el año 1992 y que pretendieron servir de catarsis después de muchos años de conformismo y silencio frente a la versión de la historia dictada por las autoridades de la URSS. Sin embargo, después de toda esa efervescencia antisoviética, el capitalismo impuso su ley y ese emplazamiento acabó convirtiéndose, gracias a alguna operación especulativa, en un simple restaurante de comida europea con nombre alemán. Tan alemán como los apellidos de los soldados que en 1941 asediaron la ciudad de Moscú y que nunca consiguieron llegar hasta este punto de la capital soviética.

Aunque la estatua acabó salvándose (fue trasladada a otro lugar), hoy en día no queda en la plaza ninguna huella de todo aquello, ni de lo ocurrido en 1991 ni del monumento soviético. Y como si el destino quisiera burlarse de la historia reciente, los dos restaurantes fueron construidos sobre una enorme plataforma de hormigón muy parecida a la que sostuvo, durante tan solo trece años, a esa estatua de trágico final.

Este es el relato completo de lo que allí sucedió.

La estatua de Yákov Sverdlov, obra del escultor R.E. Ambartsumyan (1926-1981), fue inaugurada en el año 1978. Se instaló sobre un pedestal de mármol situado en el centro de una gran plazoleta rectangular a la cual se accedía subiendo ocho largos escalones. La estatua fue orientada en dirección hacia el Teatro Bolshói, en el extremo opuesto de la plaza. Dicha plazoleta estaba rodeada por una hilera de piedra rectangular donde la gente podía sentarse para contemplar al líder bolchevique desde todos los ángulos posibles. Durante la década de los ochenta fue un punto de encuentro muy habitual entre los moscovitas, sobre todo por su proximidad a la estación de metro de la plaza Revolyutsii. Una parte de la muralla de Kitái-Górod había sido derribada tiempo atrás con el fin de comunicar la plaza Sverdlov con las calles adyacentes. Tras el colapso de la URSS, la muralla volvió a ser reconstruida por completo, incluyendo la voluminosa torre de color rojo donde ahora hay un restaurante ruso. En ese lugar, a la derecha del monumento, había en aquellos tiempos un mural y una pancarta propagandística. Y también algunos de los dispensadores de bebidas que tan populares se hicieron en tiempos soviéticos. En el pedestal de la estatua simplemente ponía “Sverdlov, Yákov Mijáilovich”, además de las fechas de nacimiento y defunción.

Sverdlov (Nizhni Nóvgorod, 1885 - Oriol, 1919) fue un revolucionario judío que participó activamente en los acontecimientos de 1905 y 1917. Llegó a ser Presidente del Comité Ejecutivo Central Panruso (VTsIK) y Presidente del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Rusia. Su figura política ha estado siempre rodeada de polémica. Muchos historiadores lo han relacionado con la decisión de ejecutar al zar Nicolás II y a toda su familia. Y también lo han señalado como responsable máximo (junto a Stalin y Sirtsov) del proceso de “raskazachivaniya” (“descosaquización”), la represión contra la población cosaca llevada a cabo durante la Guerra Civil Rusa (1917-1922). Incluso su muerte es controvertida. Oficialmente murió de gripe en marzo de 1919. Sin embargo, algunas fuentes han especulado con la idea de que fue asesinado por rusos antisemitas y que esta circunstancia fue ocultada a la opinión pública para no provocar más progromos contra los judíos. Sea como sea, su mayor o menor implicación en la ejecución del zar y en el proceso de “descosaquización” lo convirtieron en la diana del odio social de aquellos opositores al régimen soviético que sentían nostalgia por la Rusia prerrevolucionaria. Con la llegada de la Perestroika de Gorbachov y ante el inminente y previsible descalabro del sistema, estos grupos clandestinos se envalentonaron y decidieron salir a la palestra para difundir públicamente sus puntos de vista.

Tres personajes destacaron por encima de los demás en esta cruzada antisoviética: el coronel cosaco Yerofey Levshov, héroe de guerra y líder de la Unión Patriótica de Rusia; el monje ortodoxo Gennady Mijáilovich Khmelnitsky, apodado Hermógenes (como el patriarca del siglo XVI); e Ígor Sychev, miembro de la Unión de Artistas de Rusia. Levshov había declarado en 1987 que las estatuas de Félix Dzerzhinski y Yákov Sverdlov debían ser retiradas a un museo (nunca destruidas) y que en su lugar se tenían que colocar cruces ortodoxas en memoria de las víctimas de la represión estalinista y de los muertos durante la Guerra Civil Rusa, tanto “rojos” como “blancos”. Por su parte, Sychev elaboró el diseño de las cruces de madera que serían instaladas en el espacio dejado por las estatuas retiradas, así como el sistema para clavarlas en lo alto de los pedestales. Unas cruces que se construirían en el domicilio particular del monje Khmelnitsky, situado cerca de la "Casa Blanca" soviética (sede del Soviet Supremo de la RSFSR). El 17 de julio de 1989 (antes incluso de la caída del Muro de Berlín), se celebró en la plaza Sverdlov la primera reunión impulsada por estos tres líderes populares. No fue una elección aleatoria: se trataba del día y el mes en los que la familia imperial rusa había sido ejecutada en 1918, en la ciudad de Ekaterimburgo. Una ciudad que, para inquina de los detractores del líder bolchevique, fue rebautizada en 1924 con el nombre de Sverdlovsk. El acto contó con la presencia de la Milicia del Pueblo Ruso (RNO), de un grupo de cosacos, de los activistas de Memoria, de la Unión Democrática, del Frente Popular de Rusia y del NTS. Los participantes exigieron la retirada de la estatua al Museo de la Revolución, la construcción en su lugar de una iglesia o capilla ortodoxa y que la plaza fuese rebautizada como “del Teatro”. Lo cierto es que hacía ya unos cuantos meses que la estatua de Sverdlov comenzaba a ser objeto de actos vandálicos que la policía no sabía impedir. Primero aparecieron manchas de pintura en el pedestal, seguramente provocadas por alguna acción aislada y hecha con prisas. Más tarde alguien escribió bajo el nombre de Sverdlov la palabra ПАЛАЧ (“Palach”), que en ruso quiere decir “verdugo”. Ese 17 de julio algunos jóvenes se encaramaron a lo alto de la estatua para colgar una pancarta. Y lo hicieron sin ningún reparo. Se trataba de una acción que sólo un par de años antes hubiese parecido impensable y muy peligrosa. Ígor Sychev depositó en la base del pedestal una corona elaborada a base de alambre de espino enrollado y decorada con un crespón. Después leyó un manifiesto con las reivindicaciones de todos aquellos grupos y el monje Khmelnitsky rezó una oración. Finalmente, algunos asistentes quemaron una bandera soviética y varios retratos de Lenin, Dzerzhinski y Sverdlov. Dejando de lado la carga emocional por la pérdida en el pasado de algún familiar o amigo, la esencia de aquella contrarrevolución de 1991 fue la liberación interior que supuso el poder destruir unos símbolos "profanos" que el sistema soviético había elevado a la categoría de "sagrados". Y substituirlos por otros de carácter religioso, anclados en el alma y la tradición rusa, que fueron proscritos durante décadas. No fue un movimiento social en pos de la “democracia al estilo occidental”, la sociedad soviética no estaba preparada para ello. Aun contando con sus filias y fobias particulares, se trató de una rebelión por el simple placer de transgredir unas normas hasta entonces indiscutibles. Y no hubo marcha atrás. Aquel acto acabó con disturbios y muchas personas detenidas (entre ellas, Levshov, Sychev y Khmelnitsky). Pero se repitió durante los dos años siguientes, siempre en la fecha del 17 de julio. Tras el fracaso del golpe de Estado prosoviético de 1991 (ocurrido entre el 19 y el 21 de agosto) se desató en Rusia una voracidad destructiva con la que muchos ciudadanos se sintieron parte de un proceso de cambio social imparable. 

Durante la madrugada del 22 al 23 de agosto, la estatua de Félix Dzerzhinski fue desmantelada de la rotonda frente al edificio de la Lubyanka. Medio mundo presenció por televisión aquel acontecimiento inédito y, en cierta manera, inesperado. Y tan solo un día después desapareció también la de Sverdlov, aunque de una forma un poco más discreta quizás por la importancia menor del personaje. A lo largo de los meses siguientes, el pedestal fue paulatinamente destrozado hasta convertirse en un montón de piedras pintarrajeadas con insultos y exclamaciones malsonantes. El mármol que lo cubría se esfumó por completo, seguramente con fines más lucrativos que simbólicos. Y no fue hasta el 24 de enero de 1992 cuando se instaló sobre él una cruz ortodoxa de dos metros de altura. Tampoco fue casualidad la elección de esa fecha: se celebraba el 73º aniversario del inicio del proceso de “descosaquización”. Algunos rusos vestidos con uniformes cosacos y portando banderas hasta aquel momento prohibidas, celebraron un acto reivindicativo junto a aquel montón de cascotes que había perdido por completo el carácter simbólico que le otorgó la propaganda de la URSS. Desde un punto de vista estrictamente estético, aquello pareció un retorno al pasado, una vuelta a los tiempos zaristas. Y también lo fue, en cierto modo, desde un punto de vista ideológico.

El 14 de febrero de 1992 se instaló la primera cruz ortodoxa sobre el pedestal de la estatua de Dzerzhinski. Pese a los intentos de la policía de requisar esas dos insignias cristianas, la de la plaza Teatralnaya (que se volvía a llamar así) permaneció en su lugar durante seis meses más. En la plaza de la Lubyanka cada vez que una cruz era bajada del pedestal, otra aparecía en su lugar al día siguiente. Las autoridades se comprometieron a construir las capillas e iglesias que reclamaban los manifestantes. Incluso se conservan algunos dibujos de todos aquellos proyectos. El monje Khmelnitsky, en un alarde de excentricidad, propuso penetrar por la fuerza en la tumba de Lenin y bendecir su momia con agua bendita. Y después instalar una cruz (otra más) en lo alto del Mausoleo. De haberse cumplido todo aquello, la plaza Roja seria un lugar aún más pintoresco y heterogéneo de lo que lo es ahora. Aunque, eso sí, de una manera casi insoportable, con un Lenin exorcizado y su Mausoleo visiblemente convertido al cristianismo. Pero tal como llegó esa explosión de rebeldía social, de una forma espontánea y acelerada, también acabó cayendo en el olvido. En el verano de 1993 las autoridades del Kremlin, encabezadas ahora por Boris Yeltsin, ordenaron destruir definitivamente los pedestales de las dos plazas, sobre todo para impedir que se convirtieran en santuarios de las protestas cosacas. Por aquel entonces, los tres líderes antisoviéticos habían fallecido en circunstancias no aclaradas del todo. Levshov fue encontrado muerto en su apartamento el 7 de enero de 1992. Aparentemente se trató de un suicidio por arma de fuego, aunque la bala había penetrado por la parte posterior de su cabeza, algo técnicamente difícil en una muerte autoinfligida. Justo un año después falleció el monje Khmelnitsky después de una larga enfermedad. Esas muertes prematuras y en tan poco margen de tiempo avivaron las sospechas sobre una posible conspiración.

Tras su desmantelamiento, la estatua de Sverdlov fue trasladada al Museión, el cementerio de los monumentos soviéticos, donde reposa sobre el césped muy cerca de la de Dzerzhinski. Ahora es posible tocarla y contemplarla muy de cerca. Un cartel junto a ella anuncia quién es aquel personaje barbudo, calzado con botas y que lleva una cartera bajo el brazo. Sin pedestal y con ese letrero pegado a una plancha metálica, ya no tiene la solemnidad que tuvo entre 1978 y 1991. Pero por lo menos sirve para rescatar del olvido esta gran obra del escultor R.E. Ambartsumyan. Sobre los terrenos donde se encontraba la estatua se construyeron los dos restaurantes “internacionales” de los que hemos hablado. Y que siguen alimentando en la actualidad a las hordas de turistas estresados que visitan diariamente la plaza Teatralnaya. Unos turistas a los que seguramente no les importa que en ese lugar ya no haya cruces, ni capillas, ni monumentos soviéticos, ni siquiera una triste placa recordando aquellos acontecimientos. Desgraciadamente, la Rusia turística de los falsos decorados está devorando su propia historia.





 El punto rojo en el mapa y las flechas en las fotografías indican el lugar exacto donde se hallaba la estatua de Yákov Sverdlov. Resulta relativamente fácil situarla en el entorno actual gracias a una hilera vertical de ventanas estrechas en el edificio que había justo detrás. Un edificio que hoy en día permanece intacto tras la muralla de Kitái-Górod

 La estatua en 1979, un año después de su inauguración

En 1979

 En una fecha indeterminada

 Fotograma de la película "Sex et perestroïka" ("Sexo y Perestroika"), producción francesa de 1990, con reparto parcialmente ruso, donde aparece fugazmente la estatua de Sverdlov (junto a ella se rodó una escena de contrabando de tabaco). Esta comedia erótica es una de las típicas producciones internacionales de finales de los ochenta que fue filmada en la URSS gracias a la apertura promovida por Gorbachov. Ofrece una extraordinaria galería de imágenes del Moscú soviético de aquella época (ver trailer)

 En 1991, el año de su desaparición

 Propaganda soviética junto a la estación de metro de la plaza Revolyutsii (la estatua está situada justo a la izquierda de esta foto, fuera de plano). Donde está la pancarta alargada se reconstruyó la torre de la muralla y se abrió en su interior un restaurante ruso. La fotografía es de 1979

 Primeros actos vandálicos en 1991

 La palabra ПАЛАЧ (“Palach”), "verdugo", escrita en el pedestal

 Acto clandestino (o semiclandestino, pues en las escaleras se ve a un policía) junto a la estatua. Esta foto podría haber sido hecha entre julio de 1989 y julio de 1991

 Otro acto popular pero sin la estatua de Sverdlov a la vista. Posiblemente ya había sido retirada el 24 de agosto de 1991





 Imágenes del pedestal completamente destrozado tras los acontecimientos de agosto de 1991. Se pueden leer palabras ofensivas como "fuck off" o incluso el nombre "Jrushchov"


 Dos imágenes separadas por veinte años de diferencia


 Fotografías de la cruz ortodoxa instalada en lo alto del pedestal. Todo esto desapareció en el verano de 1993

 Fotografía personal del autor del blog realizada en el Muzeón en agosto de 2006