domingo, 14 de diciembre de 2014

La estatua de Yákov Sverdlov y la inquisición antisoviética

La plaza Teatralnaya, situada a un centenar de metros del Kremlin y de la plaza Roja, se ha convertido en uno de los lugares más turísticos de Moscú. Entre 1919 y 1991 su nombre oficial fue 'Sverdlov', en homenaje al líder bolchevique amigo del mismísimo Lenin. Su perímetro se halla limitado por los hoteles de lujo Metropol y Moskva y por el recién restaurado Teatro Bolshói, cuya fachada es fotografiada sin descanso por grupos de extranjeros que se reúnen a diario junto a la estatua de Karl Marx. En el extremo sur de la plaza, casi pegados a la muralla roja de Kitái-Górod, existen dos restaurantes de comida foránea llamados Pizzería La Cipolla, a la izquierda, y Cervecería Bürgermeister. Se trata de dos locales idénticos, unidos en una misma estructura, que se construyeron tras la desaparición de la URSS. Están formados por una única planta y comparten una gran terraza. Sus fachadas fueron decoradas con ladrillo de color rojo y con arcos parabólicos en puertas y ventanas con el fin de armonizar su estilo moderno con el entorno arquitectónico de la plaza. Está claro que no lo consiguieron. Hay un tercer restaurante, éste sí de comida rusa, situado más a la derecha, dentro de una torre de la muralla y que se llama Staraya Bashnya, es decir, Torre Vieja. La torre es una reconstrucción reciente. 

Poca gente recuerda ya que en ese rincón de la plaza, justo donde ahora se encuentran el local y la terraza de la cervecería, se alzó en el pasado una estatua de Yákov Sverdlov. Y que entre 1989 y 1991 varios grupos de la oposición al régimen soviético celebraron allí una serie de reuniones clandestinas (o semiclandestinas) con las que quisieron juzgar” y “condenar” públicamente al líder bolchevique. Unos “juicios” que tuvieron carácter póstumo pues Sverdlov llevaba muerto más de setenta años. Tras el fracaso del golpe de Estado de 1991, la estatua acabó desapareciendo y su pedestal fue grafiteado, destrozado, desmontado parcialmente y adornado con una cruz ortodoxa, mientras muchos moscovitas se fotografiaban diariamente junto a los escombros. Más que un “juicio” en sí, lo sucedido en ese rincón de Moscú fue un “auto de fe” simbólico, una invocación para que la figura de bronce pidiera perdón por sus pecados y abjurara de la herejía bolchevique profesada por el Sverdlov de carne y hueso. Lo cierto es que la estatua no ardió en ninguna hoguera pero sí acabó arrancada de su pedestal rumbo hacia algún almacén secreto. Fueron unas celebraciones con tintes rituales que se extendieron hasta bien entrado el año 1992 y que pretendieron servir de catarsis después de muchos años de conformismo y silencio frente a la versión de la historia dictada por las autoridades de la URSS. Sin embargo, después de toda esa efervescencia antisoviética, el capitalismo impuso su ley y ese emplazamiento acabó convirtiéndose, gracias a alguna operación especulativa, en un simple restaurante de comida europea con nombre alemán. Tan alemán como los apellidos de los soldados que en 1941 asediaron la ciudad de Moscú y que nunca consiguieron llegar hasta este punto de la capital soviética.

Aunque la estatua acabó salvándose (fue trasladada a otro lugar), hoy en día no queda en la plaza ninguna huella de todo aquello, ni de lo ocurrido en 1991 ni del monumento soviético. Y como si el destino quisiera burlarse de la historia reciente, los dos restaurantes fueron construidos sobre una enorme plataforma de hormigón muy parecida a la que sostuvo, durante tan solo trece años, a esa estatua de trágico final.

Este es el relato completo de lo que allí sucedió.

La estatua de Yákov Sverdlov, obra del escultor R.E. Ambartsumyan (1926-1981), fue inaugurada en el año 1978. Se instaló sobre un pedestal de mármol situado en el centro de una gran plazoleta rectangular a la cual se accedía subiendo ocho largos escalones. La estatua fue orientada en dirección hacia el Teatro Bolshói, en el extremo opuesto de la plaza. Dicha plazoleta estaba rodeada por una hilera de piedra rectangular donde la gente podía sentarse para contemplar al líder bolchevique desde todos los ángulos posibles. Durante la década de los ochenta fue un punto de encuentro muy habitual entre los moscovitas, sobre todo por su proximidad a la estación de metro de la plaza Revolyutsii. Una parte de la muralla de Kitái-Górod había sido derribada tiempo atrás con el fin de comunicar la plaza Sverdlov con las calles adyacentes. Tras el colapso de la URSS, la muralla volvió a ser reconstruida por completo, incluyendo la voluminosa torre de color rojo donde ahora hay un restaurante ruso. En ese lugar, a la derecha del monumento, había en aquellos tiempos un mural y una pancarta propagandística. Y también algunos de los dispensadores de bebidas que tan populares se hicieron en tiempos soviéticos. En el pedestal de la estatua simplemente ponía “Sverdlov, Yákov Mijáilovich”, además de las fechas de nacimiento y defunción.

Sverdlov (Nizhni Nóvgorod, 1885 - Oriol, 1919) fue un revolucionario judío que participó activamente en los acontecimientos de 1905 y 1917. Llegó a ser Presidente del Comité Ejecutivo Central Panruso (VTsIK) y Presidente del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Rusia. Su figura política ha estado siempre rodeada de polémica. Muchos historiadores lo han relacionado con la decisión de ejecutar al zar Nicolás II y a toda su familia. Y también lo han señalado como responsable máximo (junto a Stalin y Sirtsov) del proceso de “raskazachivaniya” (“descosaquización”), la represión contra la población cosaca llevada a cabo durante la Guerra Civil Rusa (1917-1922). Incluso su muerte es controvertida. Oficialmente murió de gripe en marzo de 1919. Sin embargo, algunas fuentes han especulado con la idea de que fue asesinado por rusos antisemitas y que esta circunstancia fue ocultada a la opinión pública para no provocar más progromos contra los judíos. Sea como sea, su mayor o menor implicación en la ejecución del zar y en el proceso de “descosaquización” lo convirtieron en la diana del odio social de aquellos opositores al régimen soviético que sentían nostalgia por la Rusia prerrevolucionaria. Con la llegada de la Perestroika de Gorbachov y ante el inminente y previsible descalabro del sistema, estos grupos clandestinos se envalentonaron y decidieron salir a la palestra para difundir públicamente sus puntos de vista.

Tres personajes destacaron por encima de los demás en esta cruzada antisoviética: el coronel cosaco Yerofey Levshov, héroe de guerra y líder de la Unión Patriótica de Rusia; el monje ortodoxo Gennady Mijáilovich Khmelnitsky, apodado Hermógenes (como el patriarca del siglo XVI); e Ígor Sychev, miembro de la Unión de Artistas de Rusia. Levshov había declarado en 1987 que las estatuas de Félix Dzerzhinski y Yákov Sverdlov debían ser retiradas a un museo (nunca destruidas) y que en su lugar se tenían que colocar cruces ortodoxas en memoria de las víctimas de la represión estalinista y de los muertos durante la Guerra Civil Rusa, tanto “rojos” como “blancos”. Por su parte, Sychev elaboró el diseño de las cruces de madera que serían instaladas en el espacio dejado por las estatuas retiradas, así como el sistema para clavarlas en lo alto de los pedestales. Unas cruces que se construirían en el domicilio particular del monje Khmelnitsky, situado cerca de la "Casa Blanca" soviética (sede del Soviet Supremo de la RSFSR). El 17 de julio de 1989 (antes incluso de la caída del Muro de Berlín), se celebró en la plaza Sverdlov la primera reunión impulsada por estos tres líderes populares. No fue una elección aleatoria: se trataba del día y el mes en los que la familia imperial rusa había sido ejecutada en 1918, en la ciudad de Ekaterimburgo. Una ciudad que, para inquina de los detractores del líder bolchevique, fue rebautizada en 1924 con el nombre de Sverdlovsk. El acto contó con la presencia de la Milicia del Pueblo Ruso (RNO), de un grupo de cosacos, de los activistas de Memoria, de la Unión Democrática, del Frente Popular de Rusia y del NTS. Los participantes exigieron la retirada de la estatua al Museo de la Revolución, la construcción en su lugar de una iglesia o capilla ortodoxa y que la plaza fuese rebautizada como “del Teatro”. Lo cierto es que hacía ya unos cuantos meses que la estatua de Sverdlov comenzaba a ser objeto de actos vandálicos que la policía no sabía impedir. Primero aparecieron manchas de pintura en el pedestal, seguramente provocadas por alguna acción aislada y hecha con prisas. Más tarde alguien escribió bajo el nombre de Sverdlov la palabra ПАЛАЧ (“Palach”), que en ruso quiere decir “verdugo”. Ese 17 de julio algunos jóvenes se encaramaron a lo alto de la estatua para colgar una pancarta. Y lo hicieron sin ningún reparo. Se trataba de una acción que sólo un par de años antes hubiese parecido impensable y muy peligrosa. Ígor Sychev depositó en la base del pedestal una corona elaborada a base de alambre de espino enrollado y decorada con un crespón. Después leyó un manifiesto con las reivindicaciones de todos aquellos grupos y el monje Khmelnitsky rezó una oración. Finalmente, algunos asistentes quemaron una bandera soviética y varios retratos de Lenin, Dzerzhinski y Sverdlov. Dejando de lado la carga emocional por la pérdida en el pasado de algún familiar o amigo, la esencia de aquella contrarrevolución de 1991 fue la liberación interior que supuso el poder destruir unos símbolos "profanos" que el sistema soviético había elevado a la categoría de "sagrados". Y substituirlos por otros de carácter religioso, anclados en el alma y la tradición rusa, que fueron proscritos durante décadas. No fue un movimiento social en pos de la “democracia al estilo occidental”, la sociedad soviética no estaba preparada para ello. Aun contando con sus filias y fobias particulares, se trató de una rebelión por el simple placer de transgredir unas normas hasta entonces indiscutibles. Y no hubo marcha atrás. Aquel acto acabó con disturbios y muchas personas detenidas (entre ellas, Levshov, Sychev y Khmelnitsky). Pero se repitió durante los dos años siguientes, siempre en la fecha del 17 de julio. Tras el fracaso del golpe de Estado prosoviético de 1991 (ocurrido entre el 19 y el 21 de agosto) se desató en Rusia una voracidad destructiva con la que muchos ciudadanos se sintieron parte de un proceso de cambio social imparable. 

Durante la madrugada del 22 al 23 de agosto, la estatua de Félix Dzerzhinski fue desmantelada de la rotonda frente al edificio de la Lubyanka. Medio mundo presenció por televisión aquel acontecimiento inédito y, en cierta manera, inesperado. Y tan solo un día después desapareció también la de Sverdlov, aunque de una forma un poco más discreta quizás por la importancia menor del personaje. A lo largo de los meses siguientes, el pedestal fue paulatinamente destrozado hasta convertirse en un montón de piedras pintarrajeadas con insultos y exclamaciones malsonantes. El mármol que lo cubría se esfumó por completo, seguramente con fines más lucrativos que simbólicos. Y no fue hasta el 24 de enero de 1992 cuando se instaló sobre él una cruz ortodoxa de dos metros de altura. Tampoco fue casualidad la elección de esa fecha: se celebraba el 73º aniversario del inicio del proceso de “descosaquización”. Algunos rusos vestidos con uniformes cosacos y portando banderas hasta aquel momento prohibidas, celebraron un acto reivindicativo junto a aquel montón de cascotes que había perdido por completo el carácter simbólico que le otorgó la propaganda de la URSS. Desde un punto de vista estrictamente estético, aquello pareció un retorno al pasado, una vuelta a los tiempos zaristas. Y también lo fue, en cierto modo, desde un punto de vista ideológico.

El 14 de febrero de 1992 se instaló la primera cruz ortodoxa sobre el pedestal de la estatua de Dzerzhinski. Pese a los intentos de la policía de requisar esas dos insignias cristianas, la de la plaza Teatralnaya (que se volvía a llamar así) permaneció en su lugar durante seis meses más. En la plaza de la Lubyanka cada vez que una cruz era bajada del pedestal, otra aparecía en su lugar al día siguiente. Las autoridades se comprometieron a construir las capillas e iglesias que reclamaban los manifestantes. Incluso se conservan algunos dibujos de todos aquellos proyectos. El monje Khmelnitsky, en un alarde de excentricidad, propuso penetrar por la fuerza en la tumba de Lenin y bendecir su momia con agua bendita. Y después instalar una cruz (otra más) en lo alto del Mausoleo. De haberse cumplido todo aquello, la plaza Roja seria un lugar aún más pintoresco y heterogéneo de lo que lo es ahora. Aunque, eso sí, de una manera casi insoportable, con un Lenin exorcizado y su Mausoleo visiblemente convertido al cristianismo. Pero tal como llegó esa explosión de rebeldía social, de una forma espontánea y acelerada, también acabó cayendo en el olvido. En el verano de 1993 las autoridades del Kremlin, encabezadas ahora por Boris Yeltsin, ordenaron destruir definitivamente los pedestales de las dos plazas, sobre todo para impedir que se convirtieran en santuarios de las protestas cosacas. Por aquel entonces, los tres líderes antisoviéticos habían fallecido en circunstancias no aclaradas del todo. Levshov fue encontrado muerto en su apartamento el 7 de enero de 1992. Aparentemente se trató de un suicidio por arma de fuego, aunque la bala había penetrado por la parte posterior de su cabeza, algo técnicamente difícil en una muerte autoinfligida. Justo un año después falleció el monje Khmelnitsky después de una larga enfermedad. Esas muertes prematuras y en tan poco margen de tiempo avivaron las sospechas sobre una posible conspiración.

Tras su desmantelamiento, la estatua de Sverdlov fue trasladada al Museión, el cementerio de los monumentos soviéticos, donde reposa sobre el césped muy cerca de la de Dzerzhinski. Ahora es posible tocarla y contemplarla muy de cerca. Un cartel junto a ella anuncia quién es aquel personaje barbudo, calzado con botas y que lleva una cartera bajo el brazo. Sin pedestal y con ese letrero pegado a una plancha metálica, ya no tiene la solemnidad que tuvo entre 1978 y 1991. Pero por lo menos sirve para rescatar del olvido esta gran obra del escultor R.E. Ambartsumyan. Sobre los terrenos donde se encontraba la estatua se construyeron los dos restaurantes “internacionales” de los que hemos hablado. Y que siguen alimentando en la actualidad a las hordas de turistas estresados que visitan diariamente la plaza Teatralnaya. Unos turistas a los que seguramente no les importa que en ese lugar ya no haya cruces, ni capillas, ni monumentos soviéticos, ni siquiera una triste placa recordando aquellos acontecimientos. Desgraciadamente, la Rusia turística de los falsos decorados está devorando su propia historia.





 El punto rojo en el mapa y las flechas en las fotografías indican el lugar exacto donde se hallaba la estatua de Yákov Sverdlov. Resulta relativamente fácil situarla en el entorno actual gracias a una hilera vertical de ventanas estrechas en el edificio que había justo detrás. Un edificio que hoy en día permanece intacto tras la muralla de Kitái-Górod

 La estatua en 1979, un año después de su inauguración

En 1979

 En una fecha indeterminada

 Fotograma de la película "Sex et perestroïka" ("Sexo y Perestroika"), producción francesa de 1990, con reparto parcialmente ruso, donde aparece fugazmente la estatua de Sverdlov (junto a ella se rodó una escena de contrabando de tabaco). Esta comedia erótica es una de las típicas producciones internacionales de finales de los ochenta que fue filmada en la URSS gracias a la apertura promovida por Gorbachov. Ofrece una extraordinaria galería de imágenes del Moscú soviético de aquella época (ver trailer)

 En 1991, el año de su desaparición

 Propaganda soviética junto a la estación de metro de la plaza Revolyutsii (la estatua está situada justo a la izquierda de esta foto, fuera de plano). Donde está la pancarta alargada se reconstruyó la torre de la muralla y se abrió en su interior un restaurante ruso. La fotografía es de 1979

 Primeros actos vandálicos en 1991

 La palabra ПАЛАЧ (“Palach”), "verdugo", escrita en el pedestal

 Acto clandestino (o semiclandestino, pues en las escaleras se ve a un policía) junto a la estatua. Esta foto podría haber sido hecha entre julio de 1989 y julio de 1991

 Otro acto popular pero sin la estatua de Sverdlov a la vista. Posiblemente ya había sido retirada el 24 de agosto de 1991





 Imágenes del pedestal completamente destrozado tras los acontecimientos de agosto de 1991. Se pueden leer palabras ofensivas como "fuck off" o incluso el nombre "Jrushchov"


 Dos imágenes separadas por veinte años de diferencia


 Fotografías de la cruz ortodoxa instalada en lo alto del pedestal. Todo esto desapareció en el verano de 1993

 Fotografía personal del autor del blog realizada en el Muzeón en agosto de 2006


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