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sábado, 21 de noviembre de 2015

Los dobles cinematográficos de Putin y Trotski: escenarios moscovitas para un biopic

La edición digital de la revista Fotogramas publicó este pasado mes de junio una colección de montajes fotográficos en los que comparaba los rostros de actores y actrices del mundo del cine con los de celebridades de la historia universal. Entre ellas, Vladímir Putin y Lev Trotski. Y lo cierto es que el parecido entre estos líderes políticos rusos y los actores norteamericanos Macaulay Culkin y Andrew Garfield es, como reza una famosa sección de esta revista, más que razonable. Dejando de lado productos fallidos y claramente tergiversados como Admiral (Andrey Kravchuk, 2008), el cine ruso no se prodiga demasiado en biopics exportables al resto del mundo sobre personajes que hayan protagonizado capítulos trascendentales de la historia de su país. Películas biográficas, asequibles a nuestros parámetros culturales, que no contengan los típicos prejuicios, lugares comunes y maniqueísmos impuestos por la complacencia pro-occidental de los directores o por el tradicional filtro de las productoras. Un filtro que acaba siempre entelando el resultado artístico final de estos productos.



La figura de Trotski ha sido objeto de numerosos documentales sobre su actividad revolucionaria en Rusia y su posterior asesinato en México. También ha aparecido en largometrajes históricos interpretado por actores de la talla de Geoffrey Rush (Frida, 2002), Stuart Richman (Reds, 1981) o Richard Burton (The Assassination of Trotsky, 1972). La base de datos IMDb tiene contabilizados un total de veintiséis producciones internacionales, incluyendo TV movies, con Trotski entre sus personajes protagonistas. La última es, curiosamente, una biografía sobre sus últimos años en el exilio dirigida por el español Antonio Chavarrías (El elegido, 2016). Precisamente por el interés que suscita su ejecución a manos de Ramón Mercader, es por lo que se hace imprescindible una nueva revisión de su vida que contemple desde los años en los que residió en Nueva York, antes de la Revolución de Octubre, hasta su paso por el menchevismo y el papel clave que tuvo como creador y organizador del Ejército Rojo. La semblanza entre Garfield y Trotski -el mismo peinado y ese mentón y nariz casi idénticos- ayudarían sin duda a trasladarnos hasta las entrañas mismas del personaje. Sin olvidar que muchos de los lugares donde llevó a cabo su actividad política continúan existiendo hoy en día. Por ejemplo, las 'galerías comerciales del centro' en la plaza Roja de Moscú, construidas por Roman I. Klein a finales del siglo XIX substituyendo a las que había diseñado Joseph Bové tras el incendio de la ciudad en 1812. En ese lugar Trotski instaló la Segunda Casa del Comité Militar Revolucionario que él mismo dirigió. Dichas galerías se encuentran entre las calles Ilinka y Varvarka, frente a la Catedral de San Basilio. Justo al lado de las famosas 'galerías comerciales superiores', construidas en la misma época por Vladímir Shújov y llamadas GUM en tiempos soviéticos. Por desgracia, el despacho de Trotski desapareció hace algunos años, víctima de una restauración integral de todo el edificio que no respetó este espacio. 



Las 'galerías comerciales del centro', sede de la Segunda Casa del Comité Revolucionario Militar, fotografiadas en la actualidad y durante el desfile del 1º de Mayo de 1967, cuando su fachada servía de aparador de la propaganda soviética
(Fuentes:https://ru.wikipedia.org/wiki/Заглавная_страница y www.pastvu.com)

¿Y qué decir de Putin? Hace años que el mundo entero espera la publicación de una biografía veraz y rigurosa sobre el líder ruso del siglo XXI. Una obra que vaya más allá de las críticas feroces que arrojan sobre él sus detractores y de las visiones endiosadas de sus apologetas. Que aclare capítulos deformados de su vida y leyendas urbanas que no han hecho más que engrandecer el mito creado alrededor de su figura. ¿Es cierto, como afirma el periodista Daniel Utrilla, que en su juventud fue un aburrido y oscuro burócrata del KGB muy lejos de la imagen idealizada del espía de la Guerra Fría? ¿Es verdad que, tras el colapso de la URSS, ejerció de taxista durante unos meses en San Petersburgo, tal como lo cuenta Emmanuel Carrère en su obra Limónov (Anagrama, 2013)? De ser cierto este hecho, por otra parte bastante surrealista, sin duda resultó determinante para generar en él la necesidad de llegar hasta la cima del poder y arrasar con todo aquello que supuso su humillación profesional. Un elemento argumental que en manos de un buen guionista produciría una obra cinematográfica de incalculable calidad. Esta adaptación a la pantalla de la vida de Putin tendría en Macaulay Culkin, convenientemente tratado de sus adicciones, a su doble perfecto. Ese labio inferior carnoso y esos párpados caídos transmitirían toda la fuerza de una mirada que, dicen, resulta inolvidable para todos aquellos que la han tenido a pocos centímetros de su cara. La mirada de un personaje fundamental en la historia contemporánea. 

Mayakovski

miércoles, 1 de abril de 2015

El monumento a Nadezhda Konstantínovna Krúpskaya en el bulevar Srétenski

"Srétenski, el más corto de los bulevares, empieza con una romántica escultura de una mujer que parece encaminarse hacia algún objetivo invisible. Podría pensarse que está esperando que aparezca el icono [de la Virgen de Vladímir, que dio pie a la fundación del monasterio Srétenski ("encuentro")], si no fuera porque se trata de Nadiezhda Krúpskaya, la mujer de Lenin".

(Pigariova, T. (2001) Autobiografía de Moscú. Barcelona: Ed. Laertes, 2001, p. 318)


 El monumento dedicado a Nadezhda K. Krúpskaya (punto rojo) se encuentra a la altura del número 32 del bulevar Srétenski (perteneciente al Anillo de los Bulevares), en el cruce con las calles Bolshaya Lubyanka (al Sur) y Srétenka (al Norte). Dicho bulevar se encuentra entre la plaza Turgenevskaya (al Este) y el bulevar Rozhdestvensky


 El lugar donde se encuentra el monumento a Krúpskaya estaba reservado inicialmente para la colocación, a finales de los años cuarenta, de otro dedicado a la memoria del revolucionario A.S. Shcherbakov (1901-1945), jefe del Departamento de Información Internacional del PCUS. La llegada del "deshielo" de Jrushchov (1956) y el hecho de que Shcherbakov fuese una figura muy próxima a Stalin desbarataron el proyecto. Las fotografías son, respectivamente, de 1945-46 y 1947-1950. En ellas se puede ver un monolito situado en medio de la zona ajardinada del bulevar, exactamente donde debía ubicarse el monumento. Desde que la idea cayó en el olvido, hubo que esperar veinte años antes de que la estatua de Krúpskaya llegase a este rincón del Anillo de los Bulevares, donde todavía sigue instalada. El revolucionario estalinista tuvo que conformarse con poner nombre a una estación de Metro cercana

 El monumento dedicado a la mujer de Lenin es obra de la escultora Yekaterina Fyodorovna Belashova (1906-1971), que hizo el diseño en yeso, y de su hijo Alexander M. Belashov (1933-2011), famoso por sus estatuas de animales. También del arquitecto Vsevolod Leonidovich Voskresenskiy (1916-1987), autor del hipódromo de Moscú. Fue instalada en 1975 e inaugurada el 1 de junio de 1976. Esta fotografía (tomada en algún momento entre 1976 y 1987) formó parte del calendario escolar de 1989

 El monumento está formado por una plataforma de granito, una estatua de bronce y dos columnas curvadas, también de bronce y de 10 metros de altura, donde hay inscritas unas frases de Krúpskaya:
-  "El marxismo me ha dado la mayor felicidad que toda persona puede desear: el conocimiento sobre adónde ir y una tranquila confianza en el resultado final de la acción asociada a nuestras vidas". "Me embargó una enorme felicidad al comprobar la creciente fuerza y poder de la clase obrera, cómo el Partido crecía, ser testigo de la mayor revolución en el mundo, haber visto el germen del nuevo sistema socialista y cómo la vida comienza a ajustarse a sus cimientos"
- "Estrechemos los lazos con las masas, para promover los preceptos de Lenin". "El objetivo de nuestras escuelas es educar a miembros útiles de nuestra sociedad -alegres, trabajadores, imbuidos de instintos sociales, con habilidades para una organización sana, conscientes de su lugar en la naturaleza y la sociedad, capaces de entender los acontecimientos actuales- como luchadores incondicionales por los ideales de la clase obrera y expertos constructores de la sociedad comunista"
La fotografía es de 1979



 Diferentes perspectivas del monumento fotografiado en 1981, 1985 y 1989, respectivamente. La última imagen es una fotograma extraído de la película "Svetik", de Oleg Bondarev

 La estatua representa a una Krúpskaya joven, de rostro bello y serio, ataviada con su característico vestido hasta los pies. Una imagen alejada de otras fotografías que tenemos de ella, realizadas en los años treinta, donde aparece como una mujer anciana, regordeta y cansada. Aquí va cubierta con un chal que ondea a su espalda movida por "el viento de la revolución". Una representación romántica y épica que nos remite a los tiempos de la lucha revolucionaria en 1917 (pese a que Krúpskaya ya había cumplido por entonces 48 años). El estilo es netamente clásico, estilizado y convencional, sin apenas relación con la severidad escultórica mostrada por algunas tendencias soviéticas. La imagen fue tomada durante la primera década del presente siglo


 Los moscovitas, con su humor habitual, apodaron este monumento como "el de las orejas" (por las dos columnas de detrás). Las imágenes son de 2002. Ese año el conjunto fue sometido a un proceso de limpieza, sellado y conservación

 Imagen de 2011

 Fotografía del monumento tomada el año pasado 



 Pese a que el monumento se encuentra en perfecto estado de conservación, un entorno urbano excesivamente agresivo ha quitado lustre a su presencia en este extremo del bulevar. El cableado en el aire, los coches aparcados junto a la acera y el servicio automático de alquiler de bicicletas ensombrecen esta reminiscencia del pasado que resiste en este lugar desde hace casi cuarenta años, con un nomenclátor que también permanece inalterable desde tiempos soviéticos y presovieticos. La primera imagen de Google Street View es de 2011. Respecto a las dos siguientes (de 2014) ha desaparecido ese curioso kiosco que había en la acera, justo enfrente del monumento

Nadezhda Konstantínovna Krúpskaya nació en San Petersburgo el 26 de febrero de 1869 (un año antes que Lenin) y falleció en Moscú el 27 de febrero de 1939 (ambas fechas según el calendario Gregoriano). Perteneciente a una empobrecida y humilde familia de origen noble ("Krupski"), conoció a Lenin en febrero de 1893, en una reunión de un círculo marxista. Estos grupos fueron el germen del Partido Socialdemócrata Ruso (fundado en 1898) y del bolchevismo. En aquella época Krúpskaya daba clases a obreros en una escuela para adultos de San Petersburgo. Muchos de esos trabajadores, futuros bolcheviques, fueron el público que asistió a las conferencias políticas que Lenin ofreció en la ciudad. Se casaron en julio de 1898 y nunca más se separaron hasta el fallecimiento de Illich (tal como ella lo llamaba) en enero de 1924. Compartieron juntos una vida de ostracismo y privaciones. Entre 1896 y 1900 permanecieron deportados por motivos políticos en Shúshenskoye (Siberia) y Ufá. Hasta su regreso a Petrogrado en 1917, vivieron en Múnich, Londres, Ginebra, París, Cracovia, Berna, Zúrich y Finlandia, con viajes ocasionales a ciudades como Viena. Durante ese período de exilio sólo volvieron a Rusia de forma puntual y clandestina para continuar con su labor revolucionaria. Se puede decir que el único domicilio que tuvieron con carácter definitivo fue el apartamento del Kremlin que ocuparon desde 1918 hasta la muerte del líder soviético en la finca de Gorki Leninskiye, a 10 kilómetros de Moscú. En su autobiografía "Mi vida con Lenin" Nadezhda Konstantínovna pasó revista a toda esa vida de entrega a la causa de la Revolución pero no olvidó los momentos felices que pasó con su marido, con idílicas excursiones por las montañas suizas y paseos en bicicleta a través de los bosques y lagos de Polonia. No tuvieron hijos.

Krúpskaya fue una mujer de una belleza excepcional y moderna. Poseía unos rasgos estilizados que desentonaban con los vestidos antiguos y oscuros que llevaba en la mayoría de las fotografías que nos han llegado de ella. En estas imágenes parece más bien una joven actriz rusa interpretando actualmente a la mujer de Lenin. La inteligencia de esta revolucionaria se encontraba al mismo nivel que su atractivo. Tras los acontecimientos de 1917 fue nombrada Comisaria del Pueblo de Educación, encabezando desde este cargo la reforma educativa y las campañas de alfabetización emprendidas en la URSS. Se convirtió en una experta en la olvidada disciplina marxista-leninista de la Biblioteconomía soviética. Sus desencuentros con Stalin fueron antológicos. Estando Lenin enfermo, desafió al revolucionario georgiano entregando a Trotski una carta de felicitación escrita por su marido, un acto que no fue del agrado de un ya intrigante Iósif Vissariónovich. Años más tarde, una discusión entre ambos acabó con la insólita amenaza de Stalin de "destituirla como viuda de Lenin"

jueves, 2 de octubre de 2014

Historias y leyendas de la Exposición de Logros de la Economía Nacional (VDNJ)

La ciudad de los sueños de la URSS

15 de septiembre de 2014 Carmen Marín, para RBTH

El Centro Panruso de Exposiciones, inaugurado en los años 30, encierra numerosas historias de logros y esfuerzos humanos.

El arquitecto Viacheslav Oltarzhevski hacía poco que había terminado el proyecto de su Ciudad de los sueños destinada a la Exposición de los Logros de la Economía Nacional de la URSS. En adelante, se esperaba el consentimiento del Kremlin. Y solo quedaría por determinar dónde sería construida su ciudad.

Oltarzhevski se tomaba con gran seriedad su proyecto y sabía que en antiguos tiempos, antes de construir una ciudad se consultaba a brujos y magos para determinar qué lugares poseían un buen campo energético y por ello decidió visitar a un astrólogo que le recomendaron sus amigos.

Y así, una tarde de verano de 1934, Oltarzhevski, se encontró perdido en la aldea de Golúbina a las afueras de Moscú mientras buscaba la casa del nombrado astrólogo, que resultó ser una viejecita, que en realidad fue la que lo encontró a él.

Después de muchas mediciones, la experta, abrió el mapa de Moscú y sus alrededores y marcó con el dedo una zona lejos de los límites de la capital. Viacheslav se sorprendió, le pareció que el lugar indicado no convenía para la Ciudad de los sueños. Era la perdida región de Ostánkino la nacionalizada finca de los Sheremétiev.

El título de conde y las ricas tierras le fueron otorgadas a Sheremétiev por Pedro I. El conde Piotr Borísovich era aficionado a la alquimia, poseía amuletos y talismanes y sabía que los brujos y los magos de todos los rincones acudían a los bosques de Ostánkino para realizar sus secretos rituales. Sheremétiev construyó aquí su bonita finca. Después de la nacionalización, el palacio se convirtió en el museo de la Servidumbre. Precisamente ese era el lugar que marcó la astróloga en el mapa: un lugar donde se cumplían los deseos.

Viacheslav no tenía fe en que aprobaran ese proyecto. La antigua finca de los Sheremétiev estaba muy lejos del centro de la ciudad. Pero la astróloga le insistió en que fuera al bosque, donde recibiría una señal y lo entendería todo.

La decisión de la creación de la Exposición de los Logros de la Economía Nacional de la URSS se tomó en el Segundo Congreso de Agricultores de 1935. Los mejores arquitectos del país debían presentar un proyecto para el concurso. La vida no era fácil. El país empezaba solo a sostenerse sobre sus pies y recuperaba fuerzas. Los trabajadores y los agricultores vivían duramente. Precisamente para ellos se creaba una zona con parques y fuentes, enormes pabellones en los que se podían ver las nuevas maravillas de la técnica y admirar los récords de la producción de los sovjoses.

La exposición debía ser la personificación de una rica, opulenta y exitosa vida. Demostrar al mundo el poder y bienestar de la Unión Soviética.

Oltarzhevski se dirigió a Ostánkino pero seguía sin ver ninguna perspectiva y pensó que había sido engañado como a un niño. Paseó largo rato hasta que llegó a un bello y sombrío estanque.

Ahí saco su bloc de notas y empezó a esbozar pabellones, esculturas y fuentes. En una hora diseñó una nueva Ciudad de los sueños. Observó su diseño y se asombró. Su proyecto correspondía sorprendentemente con la carta natal hecha por la astróloga: el Sol y los nueve planetas encerrados en una cruz. Oltarzhevsi tembló y se apresuró a abandonar el lugar encantado. Y en efecto en el plano de Oltarzhevski se ve claramente el sistema solar. La plaza de la Mecanización representa el Sol, alrededor de la cual se colocaron cuidadosamente los nueve pabellones-planetas.

El proyecto de Oltarzhevski lo aprobaron enseguida y él mismo fue designado arquitecto principal. Empezó la construcción y solo se realizó un cambio sustancial en el proyecto. En lugar del monumento a Lenin en la plaza de la Mecanización, debía erigirse un monumento al caudillo de todos los pueblos, Iósif Vissariónovich Stalin y a su alrededor debía formarse el nuevo universo socialista.

Pero nadie podía entender por qué en el auge del ateísmo, el Kremlin había aprobado un proyecto donde abiertamente se podían ver símbolos religiosos. Los caminos y senderos estaban dispuestos de tal manera que si se observaba atentamente el plano desde arriba, se podía ver claramente una cruz ortodoxa (ver minuto 5:48 del segundo enlace).

Stalin consideraba que la Exposición demostraba mejor que nada la fuerza y la superioridad de la URSS, que hacía poco tiempo había concluido el proceso de colectivización e industrialización. Pero pasarían aún algunos años hasta que se terminara de construir el complejo de la Exposición y mostrar a Occidente todo el poderío de la Unión Soviética era un tema urgente.

Y para ello sirvió la exposición de París de 1937, en la que la escultora soviética Vera Ignátieva Mújina presentaría su escultura monumental El obrero y la koljosiana. Precisamente en aquel entonces tenía problemas. Su marido, Zamkov era cirujano y no era admitido en ninguna clínica de Moscú. Después de un intento fracasado de emigrar, saquearon su laboratorio y esperaba el arresto de un día para otro. Era el año 1936. Mújina estaba segura de que solo el éxito en el concurso podía salvar su situación. Pero no le venía ninguna idea a la cabeza, ningún diseño. Por lo que decidió ir a inspirarse al bosque de Ostánkino. Tras un largo paseo por ahí, llegó a un bello y sombrío estanque y sintió de repente una inspiración inexplicable. Enseguida supo qué aspecto tendría su escultura. 

Mújina realizó la escultura El obrero y la koljosiana, en la que puso mucho de ella misma. Su marido, Alexéi Zamkov posó a menudo para su mujer. Las manos de la koljosiana son sus manos. Y lo más simbólico de la escultura es el pañuelo, del cual, el final recuerda a la cabeza de una serpiente ahogada por la mano de una mujer. Y aquí se esconde un misterio, puesto que las manos eran de su marido, simbolizaría que juntos debían luchar contra ciertas adversidades de la vida.

La escultura ya estaba terminada cuando enemigos de Mújina advirtieron a Stalin que la mujer del desgraciado Zamkov preparaba un sabotaje. Y que si se miraba de lado a la koljosiana, se podía adivinar a través de los pliegues del vestido el perfil de Trotski.

Stalin fue personalmente al estudio de Mújina a comprobar la veracidad del rumor. No encontró nada y confirmó el envío de la escultura a Francia. En París, la koljosiana trabajadora esperaba el triunfo. La estatua, sobre un basamento de 33 metros eclipsaba al águila alemana con la esvástica que se encontraba próxima a ella. Los franceses solicitaron que la escultura se quedara en París, pero el Gobierno de la Unión Soviética decidió retornar el logro nacional a Moscú.

Durante dos años no pudieron encontrar un sitio para colocarlo. O faltaba espacio, o algo no le gustaba a la propia Vera Ignátieva. En 1939 por fin encontraron el lugar para El obrero y la koljosiana, en la misma entrada de la Exposición agrícola recién construida. Terminó la amenaza del arresto de Zamkov, el marido de Mújina, y le ofrecieron trabajo en las mejores clínicas y hospitales de Moscú. A la inauguración del monumento fueron juntos. 

Oltarzhevski no estuvo en la inauguración de la escultura ni de la propia Exposición. Cuando la construcción estaba en su momento álgido, Oltarzhevski supo que el comisario del pueblo, Lazar Kaganóvich, no estaba contento con él. Cuando aparecieron en Ostánkino dos civiles extraños, Oltarzhevski comprendió enseguida que venían a por él. De pie, junto al estanque, no sabía qué pedir, si larga vida o ligera muerte. Le comunicaron que la construcción de la Exposición según su diseño quedaba interrumpida.

Le acusaron de propaganda de las ideas de Bujarin. Pero él mismo sabía que la causa era la ideada por él Ciudad de los sueños. Por aquel entonces, Kaganóvich había empezado a dirigir la construcción del metro. Se esperaba con impaciencia la apertura de la Exposición y por Moscú corrían rumores de que mientras Oltarzhevski construía un paraíso sobre a Tierra, no se sabía qué era lo que construía Kaganóvich bajo la tierra. Eso no le gustó a Kaganóvich y decidió quitar de en medio a Oltarzhevski.

Nombraron a Serguéi Chernysov como principal arquitecto de la Exposición que fue el que pasó a la historia y hasta ahora se le considera el autor del complejo de la Exposición. Chernysov intentó crear su propia Ciudad de los sueños, pero sin éxito, cada vez con más frecuencia volvía a los planos de Oltarzhevski y no encontró mejor salida que la de convencer a la Comisión de que el proyecto de su predecesor era realmente mejor. Se reanudó la construcción. El 1 de agosto de 1939 se inauguró la Exposición Agrícola de la Unión Soviética. El obrero y la koljosiana eran el emblema de la Exposición.

Pabellones adornados con estatuas que simbolizaban la abundancia y la tranquilidad impresionaban la imaginación del simple ciudadano soviético. En la plaza de la Mecanización se erigió un enorme monumento a Stalin. Y alrededor de él, como si fuera alrededor del centro del universo, se ubicaban diez pabellones en los cuales se adivinaban con facilidad los nueve planetas del sistema solar. Todo igual a como lo había planeado Oltarzhevski. Ir a la anual exposición de logros de la producción era el sueño de cualquier trabajador soviético.

Paradójicamente, en el auge de la propaganda atea, el lugar más socialista de la URSS era uno de los lugares más rezados donde se había acumulado una poderosa energía de los deseos.

Durante la Segunda Guerra Mundial se cerró la Exposición y curiosamente no cayó en ella ni una sola bomba en 30 hectáreas. Quedó intacta. Después de la guerra había que reanudarla y al complejo se añadió una majestuosa fuente que representaba a las 16 repúblicas de la URSS.

La segunda apertura de la Exposición tuvo lugar el 1 de agosto de 1954, ya después de la muerte de Stalin y Oltarzhevski fue de los primeros visitantes, su sueño se cumplió una vez más, tras salir de prisión volvió a ejercer de arquitecto.

El 12 de abril de 1961 voló al espacio exterior el primer cosmonauta. Y la maqueta del cohete en el que voló ocupó el centro del sistema solar en lugar del mandatario. El cohete, en el mismo centro como indicaba la carta astrológica de Oltarzhevski, ahora cobraba todo el sentido.

Hoy en día, esta Ciudad de los sueños sigue siendo un lugar especial en Moscú que aún esconde muchos misterios.

(Marín, C. (2014). La ciudad de los sueños de la URSS. Russia Beyond the Headlines, 15 de septiembre de 2015. Recuperado el 02 de octubre de 2014 en <http://es.rbth.com/blogs/2014/09/15/la_ciudad_de_los_suenos_de_la_urss_43573.html>)


 Docuficción en ruso de 45 minutos de duración que explica prácticamente la misma historia relatada en el artículo. La falta de subtítulos no es impedimento para seguir la trama sin ningún problema
 
 Reportaje producido por el canal ruso de historia 365 Дней con entrevistas realizadas a expertos en el VDNJ. Contiene numerosas filmaciones actuales y de archivo. El documental, que tampoco contiene subtítulos, dura 26 minutos

 Esta imagen es una captura realizada en el minuto 5:50 del segundo vídeo donde la polémica e imaginaria cruz ortodoxa aparece dibujada sobre una fotografía aérea del VDNJ. La flecha roja indica la dirección de entrada al recinto ferial pasando por debajo del Arco de Triunfo. En el centro de la cruz se halla la plaza de la Mecanización, frente al pabellón del Cosmos, donde antaño hubo una estatua de Stalin y donde actualmente se encuentra expuesto el cohete Vostok. Esta leyenda sobre la cruz, junto con otras como la del Mausoleo de Lenin y el zigurat, añaden más misterio a esta extraña mezcolanza de marxismo-leninismo y esoterismo astrológico que se encuentra en la imaginería simbólica de la Unión Soviética

Vyacheslav Konstantínovich Oltarzhevsky (Moscú, 1880 - Moscú, 1966) fue el arquitecto visionario que diseñó entre 1935 y 1939 el VSHV (BCXB, en cirílico), la "Exposición Agrícola de toda la Unión [Soviética]". Antes de enfrentarse a este proyecto, ya había trabajado como asistente de Alekséi V. Shchúsev en las obras de la "Exposición Agrícola, Artesanal e Industrial" de 1923, celebrada en los terrenos donde décadas después se instaló el Parque Gorki. Pese a que Oltarzhevsky luchó en la Guerra Civil como ingeniero del Ejército Rojo, fue detenido en 1939 mientras se encontraba coordinando los últimos trabajos en el VSHV, que no pudo acabar (ni siquiera pudo asistir a la inauguración celebrada el 1 de agosto de ese año). Se le acusó formalmente de trotskista por sus conexiones políticas con Nikolái Bujarin. No es descabellado suponer, como afirma el artículo, que fueron los celos de Kaganóvich los que condujeron a su arresto y deportación a un campo de trabajo. Pese a ser liberado en 1943, nunca más volvió a ser reconocido como el verdadero ideólogo del proyecto. A partir de entonces su actividad se limitó a colaborar en el diseño de algunos rascacielos construidos en la ciudad de Moscú. Por supuesto, a Oltarzhevsky tampoco le fue permitido participar en la ampliación y reconstrucción del VSHV realizada quince años después y que fue abierta al público el 1 de agosto de 1954. A partir de 1958 a la remodelada exposición se la denominó oficialmente VDNJ ("Exposición de Logros de la Economía Nacional") y tras la desaparición de la URSS el recinto fue rebautizado con el nombre "Centro Panruso de Exposiciones" (VVC o ВВЦ, en cirílico). En el extenso anecdotario soviético figura el hecho de que Oltarzhevsky consultase a una astróloga para ubicar correctamente el VSHV. Y que fuese deportado por trotskista y no por practicar la brujería en un Estado oficialmente ateo. También será recordado por su osado diseño planetario en el que Stalin se convirtió en el centro del "sistema solar soviético". Desde hace algunos meses el VVC vuelve a denominarse oficialmente VDNJ, su nombre entre 1958 y 1990

Serguéi Yegoróvich Chernyshev (Alexandrovka, 1881 - Moscú, 1963) fue el arquitecto y urbanista que "usurpó" el trabajo de Oltarzhevsky cuando éste fue detenido. Sin duda se trató de un personaje bien considerado por Stalin porque dirigió la gran reforma urbanística de Moscú de 1935. En su favor hay que decir que defendió la gran calidad del proyecto de Oltarzhevsky (sugiriendo continuar con su plan) aunque ha sido él quien consta oficialmente como creador de la Exposición Agrícola de la URSS de 1939

 Vera Ignátievna Mújina [o Múkhina] (Riga, 1889 - Moscú, 1953) fue la genial escultora soviética autora de la monumental 'El obrero y la koljosiana'. Ahora sabemos, además, que esta obra incomparable fue hecha por amor, para librar de la cárcel a su marido, el médico Alekséi Zamkov. Y que se trata de una escultura llena de elementos simbólicos que la convierten en una pieza única en la historia del arte soviético. Las manos del Zamkov sirvieron de modelo para ambas figuras, así que no es difícil imaginar en lo que estaba pensando Mújina cuando hizo que la koljosiana cogiese con fuerza la punta del pañuelo, como si estrangulase a una serpiente. Parece ser, sin embargo, que en aquel momento nadie captó la indirecta, distraídos quizás con la leyenda urbana sobre el "rostro escondido de Trotski"


viernes, 12 de septiembre de 2014

Stalin, Hitler y Francisco José de Habsburgo en el Palacio de Schönbrunn

"Poco después, Stalin llegó al piso de los Troyanovski en una Viena helada, cubierta de nieve. Lenin decía de ellos que eran «buena gente... ¡Tienen dinero!» Alexander Troyanovski era un aristócrata joven y apuesto, además de oficial del ejército: su participación en la guerra ruso-japonesa lo había convertido al marxismo y por aquel entonces era el editor y socio capitalista de la revista Proveshchenie («Ilustración»), que publicaría un ensayo de Soso [Stalin]. Hablaba alemán e inglés con fluidez, y vivía con su bella esposa Elena Rozmirovich, también de noble cuna, en un piso grande y confortable situado en la Schönbrunnerschloss Strasse, 30 (*), el bulevar por el cual el emperador Francisco José pasaba cada día en coche para trasladarse desde su residencia en el palacio de Schönbrunn a su despacho en el Hofburg y viceversa.

El titular de la dinastía Habsburgo, con sus anticuadas patillas, cuyo reinado había comenzado en 1848, se desplazaba en una carroza dorada tirada por ocho caballos blancos, equipada de lacayos ataviados con uniformes ribeteados de blanco y negro y peluca blanca, y escoltada por soldados de caballería húngaros con pieles de pantera amarillas y negras sobe los hombros. Stalin no pudo dejar de contemplar aquella visión de magnificencia obsoleta, y no sería el único futuro dictador que la contemplara: la lista de los titanes del siglo XX concentrados en Viena aquel mes de enero de 1913 es digna de una obra de Tom Stoppard (**). En un albergue para hombre sito en Meldemannstrasse, en Brigettenau, en un ambiente muy distinto de aquel, mucho más aristocrático, en el que se movía Stalin por entonces, vivía un joven austríaco, pintor frustrado, llamado Adolf Hitler, de sólo veintitrés años.

Soso y Adolf presenciaron uno de los típicos espectáculos de Viena. Kubizek, el mejor amigo de Hitler, recuerda: «A menudo veíamos al viejo emperador cuando se dirigía en su carroza desde Schönbrunn al Hofburg». Pero los dos futuros dictadores no sintieron la menor emoción ante semejante espectáculo, antes bien se mostraron bastante desdeñosos: Stalin nunca lo menciona y «Adolf no prestaba demasiada atención, pues no le interesaba el emperador, sino sólo el estado que representaba».

En Viena, tanto Hitler como Stalin estaban obsesionados, aunque de manera bien distinta, por la raza. En aquella ciudad de cortesanos anticuados, intelectuales judíos y agitadores del populacho racistas, de hermosos cafés, cervecerías y palacios, sólo el 8,6 por ciento de la población eran judíos, pero su influencia cultural, personificada en Freud, Wittgenstein, Buber y Schnitzler, era mucho mayor. Hitler estaba formulando sus teorías völkische antisemitas de la supremacía racial que, luego, como Führer, impondría en su imperio europeo; mientras que Stalin, al tiempo que investigaba para escribir su artículo sobre las nacionalidades, daba forma a una nueva idea de imperio internacionalista con una autoridad central escondida detrás de una fachada autónoma, el prototipo de la Unión Soviética. Casi treinta años después, las estructuras ideológicas y estatales de ambos chocarían en el conflicto más salvaje de la historia de la humanidad.

Los judíos no tenían cabida en ninguna de esas dos visiones. A Hitler le repelían y le sacaban de sus casillas, pero provocaban irritación y confusión en Stalin, que arremetía contra su naturaleza «mística». Si para Hitler eran una raza que estaba de más, para Stalin no tenían lo suficiente para constituir una nación.

Los dos dictadores en ciernes compartieron un mismo pasatiempo vienés: a los dos les gustaba pasear por el parque que rodeaba la residencia de Francisco José, el palacio de Schönbrunn, situado cerca del domicilio de Stalin. Ni siquiera cuando se hicieron aliados en virtud del Pacto Molotov-Ribbentrop de 1939, llegaron a conocerse personalmente. Es muy probable que aquellos paseos sean las ocasiones en que llegaron a estar más cerca uno de otro.

«Las pocas semanas que el camarada Stalin pasó con nosotros las dedicó por completo a la cuestión nacional», dice la niñera de los Troyanovski, Olga Veiland. «Implicaba en su labor a todos los que tenía a su alrededor. Unos analizaban para él a Otto Bauer, otros a Karl Kautski». A pesar de haberlo estudiado intermitentemente, Stalin no sabía leer en alemán, de modo que la niñera lo ayudaba, como haría otro joven bolchevique al que conoció entonces: Nikolai Bujarin, un intelectual vivaracho, de chispeantes ojos y perilla. «Bujarin venía a nuestra casa cada día», dice Olga Veiland, «cuando Stalin estuvo viviendo allí». Mientras que Stalin, lleno de deseo, intentaba flirtear con la niñera, ésta prefería al ingenioso y vivaracho Bujarin. Además, la joven tenía que lavar las camisas y los calzoncillos de Stalin, labor que, diría en tono quejumbroso tras la muerte del dictador, resultaba un verdadero desafío.

(...) La permanencia de Stalin en casa de los Troyanovski supuso toda una revelación: fue su primera y última experiencia de la vida civilizada de Europa, según el mismo reconocería. Vivía en una habitación que daba a la calle y «trabajaba allí días enteros». Al anochecer solía ir a pasear con Troyanovski por los alrededores del parque de Schönbrunn.

(...) La pequeña Galina Troyanovskaya era una niña vivaracha que se llevaba bien con Stalin. «Le encantaba estar en compañía de los adultos», y Soso jugaba con ella, prometiéndole que iba a traerle «montañas de chocolate verde del Caucaso». Soso «solía soltar sonoras risotadas» cuando la pequeña decía que no le creía. Pero a menudo Galina también le tomaba el pelo: «¡Siempre estás hablando de nacionalidades!», protestaba la pequeña. Stalin le compraba golosinas en el parque de Schönbrunn". 

(Sebag Montefiore, S. (2007) Llamadme Stalin. Barcelona: Ed. Crítica, 2010, pp. 338-341)

(*) Actualmente una simple casa de huéspedes, la Pensión Schönbrunn, todavía conserva, cosa por lo demás insólita, la placa azul colocada en 1949 con la siguiente inscripción: «I.V. Stalin residió en esta casa durante el mes de enero de 1913. Aquí escribió su importante obra El marxismo y la cuestión nacional».
(**) Josip Broz, el futuro mariscal Tito, también estaba por entonces en la ciudad trabajando de mecánico.

Esto no es Moscú sino Viena. El cruce de caminos en las vidas de Iósif Stalin y Adolf Hitler invita a hacer este paréntesis histórico. Estamos en enero de 1913, cuatro años y medio antes de la Revolución de Octubre. El edificio donde vivía la familia Troyanovski aparece señalado en el mapa con un punto rojo. Actualmente es la Pensión Schönbrunn, en el número 30 de la Schönbrunner Schloss Strasse, a unos 750 metros al Sureste de la entrada principal del Palacio de Schönbrunn (cuyos jardines y dependencias se ven a la izquierda de la imagen). La flecha indica la trayectoria que seguía la carroza del emperador cuando salía del patio del palacio camino del Hofburg
(Fuente: Google Street View 09/09/2014)


Imágenes de la modesta y confortable Pensión Schönbrunn, situada en la calle que comunica el palacio de los Habsburgo con el centro de Viena. Junto a la puerta se ve con claridad la placa con un bajorrelive del rostro de Stalin. En este edificio, Iósif Vissariónovich trabajó junto a Nikolái Bujarin y escribió "El marxismo y la cuestión nacional", mientras perseguía a la niñera Olga Veiland. La ventana de su habitación era una de las que se ve en la primera fotografía


 Fotografías de la placa dedicada a Stalin, una reliquia extraordinaria sin parangón en todo Moscú. Sebag Montefiore la califica de "insólita". Sin embargo, la presencia aquí de esta lápida tiene "trampa". Justo debajo hay otra mucho más moderna instalada por el Wien Kultur que reza: "Esta placa que conmemora el 70º aniversario de Iósif Stalin (1879-1973) fue inaugurada por el alcalde Theodor Körner en 1949. Recuerda únicamente la estancia de Stalin en Viena pero debe ser vista hoy en día como recuerdo no sólo de los millones de ciudadanos soviéticos que murieron y sufrieron bajo la dictadura de Stalin, sino también de los cientos de austríacos que fueron arrestados y ejecutados por el régimen soviético después de huir de la persecución política en Austria entre 1933 y 1934 y del terror nazi de 1938". Da la sensación de que con estas reflexiones históricas las autoridades austríacas pretendan equiparar los crímenes de Hitler con los de Stalin. Aunque un asesinato es siempre un acto deleznable, no hay que meter en el mismo saco el exterminio sistemático e industrial de la raza judía con las deportaciones y ejecuciones políticas de la Unión Soviética. Cada uno de estos hechos tiene un trasfondo ideológico diferente, en absoluto justificables ni en un caso ni en el otro, pero que no pertenecen al mismo plano moral. Resulta irónico que un país como Austria, que recibió el 'Anschluss' con los brazos abiertos, se atreva ahora a dar lecciones de moralidad a todo el mundo. Sobre todo teniendo en cuenta que al memorial soviético de la Schwarzenbergplatz vienesa lo siguen llamando sarcásticamente "monumento al saqueador desconocido". Y que en la localidad de Mauthausen hoy en día siguen funcionando algunas empresas que hace setenta años utilizaron a los prisioneros del campo de concentración como mano de obra esclava. El restaurante que hay a pocos metros de la entrada de ese siniestro lugar continúa sirviendo cervezas alegremente, igual que lo hacía a los miembros de las SS que vigilaban el campo. En lugar de panfletos antiestalinistas, más valdría recordar que muchos de esos deportados austríacos encontraron refugio en la URSS
(Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Vienna_-_Stalin_Memorial_Tablet.JPG y http://susanabeijnsberger.wordpress.com/2013/07/13/wien-junio-2013-wien-enero-1913/)

 Fotografía de Adolf Hitler (1889-1945) cuando se alistó en el ejército alemán en 1914. Éste era más o menos el aspecto que tenía un año antes, mientras vivía en Viena. Por aquel entonces paseaba por el parque de Schönbrunn con pinta desaguisada y lucía un mostacho diferente al que le hará famoso años después. En 1938, ya como Führer, proclamará la anexión de Austria (su país de nacimiento) al Tercer Reich
(Fuente: http://dialoglexikon.de/hitler_1914x_als_gefreiter.htm)

Ficha policial de Stalin de 1913. Esta debió de ser su apariencia física durante el tiempo que pasó en Viena, con 34 años de edad. Tan sólo nueve años más tarde se proclamará Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. Después de una vida de periplos por Georgia, Rusia, Siberia y Europa, se instalará definitivamente en el Palacio Poteshny del Kremlin y establecerá su despacho en el Palacio del Senado
(Fuente: http://pyhalov.livejournal.com/77132.html?thread=2699084)

Fotografía de Nikolái Bujarin (1888-1938), el joven "intelectual vivaracho, de chispeantes ojos y perilla" que pasó muchos ratos con Stalin en el piso de la Schönbrunner Schloss Strasse de Viena
(Fuente: http://little-histories.org/2014/02/22/от-бухарского-до-бухарина/)


 Fotografías de Francisco José saliendo del Palacio de Schönbrunn en un coche descubierto y del famoso carruaje dorado que utilizaba en invierno (exhibido hoy en día en el Museo del Carruaje de Viena)
(Fuentes: https://www.flickr.com/photos/mrsfujita/5908333680/ y http://www.kaiserliche-wagenburg.at/besuchen/sammlungen/hof-wagenburg/)

Los jardines del Palacio de Schönbrunn son visitados cada día por cientos de turistas y vieneses que disfrutan de este magnífico parque, el más grande de la capital austríaca. Aunque el palacio data del siglo XVI, fue María Teresa de Habsburgo quien mandó reformarlo en el siglo XVIII para convertirlo en su residencia de verano, con el aspecto que tiene hoy en día. Su nombre quiere decir "fuente bonita". Aquí pasó largas temporadas la emperatriz Elisabeth de Baviera, "Sissi", antes de ser asesinada en Ginebra en 1898. Y aquí falleció su marido Francisco José I, en 1916. Por estas avenidas llenas de árboles y flores paseaban con asiduidad Adolf Hitler y Iósif Stalin. Éste incluso compraba golosinas para la pequeña Galina. Nunca sabremos si coincidieron alguna vez en la misma parte del parque o si llegaron a entablar conversación. De ser así, quizás la historia a partir de entonces hubiese sido muy diferente
(Fuente: http://www.panoramio.com/photo/48189605)

Ironías de la vida, el Palacio de Schönbrunn fue testigo, casi medio siglo después, de una conferencia entre Nikita S. Jrushchov, sucesor de Stalin, y John F. Kennedy. El 4 de junio de 1961 los dos mandatarios se reunieron aquí para intentar suavizar las tensas relaciones que había entre las dos superpotencias. No parece que lo consiguieran: un año y medio después estalló la crisis de los misiles en Cuba
(Fuente: https://glorialana.wordpress.com/tag/khrushchev/)


Dejando de lado el caso de Hitler, el destino de cada uno de estos personajes fue muy diferente pese a compartir los mismos ideales. Tras unos años más en el exilio, todos regresaron a Rusia y participaron de una u otra forma en la Revolución de 1917. Stalin y Josip Broz "Tito" llegaron a dirigir sus respectivos países, la URSS y Yugoslavia. Trotski, que también vivió en Viena durante esa época, murió asesinado en 1940 por un agente del NKVD, Ramon Mercader. Nikolái Bujarin fue ejecutado el 15 de marzo de 1938 tras ser juzgado en la Casa de los Fusilamientos de Moscú, durante las grandes purgas estalinistas. Se le acusó de pertenecer a la "oposición de derechas". Elena Rozmirovich y Alexander Troyanovski se divorciaron unos años después de la visita de Stalin. Ella tuvo una aventura con Malinovski y más tarde se casó con el militar y comisario Nikolai Krylenko, que la abandonó en la década de los años veinte. Krylenko tuvo el mismo final que Nikolái Bujarin. Elena, sin embargo, falleció en 1953 de muerte natural. Galina Troyanovskaya se casó con el destacado bolchevique Valerian Kuybishev, que falleció alcoholizado en 1935 aunque siempre se sospechó que su muerte fue provocada. Una céntrica calle de Moscú fue bautizada con su nombre, la ulitsa Kuybisheva. El aristócrata Alexander Troyanovski sobrevivió de milagro a las purgas de Stalin (era menchevique y se opuso a la Revolución de Octubre). Llegó a ser embajador soviético en los Estados Unidos durante los años treinta. Falleció en 1955. La niñera, Olga Veiland, se convirtió en una apparatchik del PCUS y de la Komintern. Se retiró joven y vivió hasta llegar a la vejez.