jueves, 29 de diciembre de 2016

El Café Lira (Кафе "Лира") y el McDonald's soviético


Ahora que se acaba de cumplir el vigésimo quinto aniversario de la desaparición de la Unión Soviética es un buen momento para hacer un repaso a los cambios radicales que se produjeron en aquel país durante los meses anteriores y posteriores al 25 de diciembre de 1991, una fecha luctuosa para algunos y extraña para la mayoría. Uno de los más conocidos fue la inauguración, el 31 de enero de 1990, de la primera hamburguesería McDonald's en territorio soviético, concretamente en el número 29 de la Bolshaya Bronnaya ulitsa, cerca de la intersección entre la plaza Pushkinskaya y la calle Tverskaya. Lo que no consiguió Napoleón con su invasión militar en 1812 -los propios rusos quemaron la ciudad de Moscú antes de vencer en Borodinó- ni Hitler con la Operación Barbarroja en 1941, la cadena de comida rápida de Illinois, como caballo de Troya del neoliberalismo, lo logró sin derramar una gota de sangre gracias a la Perestroika de Gorbachov y a la ingenuidad y curiosidad de los rusos hacia el consumismo occidental. Para colmo de la ironía que supuso aquella efeméride, el de Moscú se convirtió en el McDonald's más grande del mundo -900 plazas en el interior y 200 en la terraza- y el que tuvo la mayor afluencia de gente en tan solo una jornada: ese mismo 31 de enero se formó la cola más larga jamás vista en un restaurante de la cadena, con un total de 30.000 clientes servidos en un solo día.

Lo que quizás mucha gente ya no recuerde es que la fachada lateral del edificio colindante con ese primer McDonald's ruso lució durante dos años la gigantesca y luminosa letra "M" de la compañía norteamericana con la bandera de la URSS adornando su base, justo en el final del primer arco y el inicio del segundo. Un verdadero y extraordinario oxímoron simbólico semejante a la imagen de un Cristo crucificado en un pentáculo satánico o la fotografía de las obras completas de Lenin en la biblioteca particular de Margaret Thatcher. Después del colapso de la Unión Soviética la bandera roja con la hoz y el martillo desapareció para siempre sin llegar a ser substituida nunca por la bandera rusa prerrevolucionaria. La globalización había llegado también a la nueva Rusia.

Otro detalle histórico que está cayendo poco a poco en el olvido, incluso entre los rusos de una cierta edad, es que en ese mismo lugar existió durante más de treinta años el Café-Restaurante Lira, un punto de encuentro muy conocido y emblemático entre los moscovitas de aquella época. Inaugurado en los años sesenta, se dividía en un bar y una coctelería situados en pisos diferentes y comunicados por una escalera interior. Con una decoración austera pero agradable, el Café Lira ofreció durante todos esos años una panorámica extraordinaria del final del bulevar Tverskoy y del inicio de la plaza Pushkinskaya, gracias a unos grandes ventanales instalados en su fachada. En los años setenta se convirtió en el espacio lúdico preferente entre los jóvenes de la ciudad, atraídos por su ornamentación, sus precios asequibles y el ambiente democrático -en sentido estricto- que se respiraba en el lugar. Ello hizo que el café fuese conocido y frecuentado también por muchas personas llegadas a Moscú desde otras localidades. En él se podían degustar carnes, ensaladas y pasteles, además de probar el legendario cóctel Shampan'-kobler -algo así como el "Champán-zapatero"-, sin olvidar los cócteles Privet, Taran y Kon'yachnyy. Era un negocio de restauración al que acudían personas creativas en busca de una atmósfera cultural alternativa así como ciudadanos de a pie sin más pretensiones que la de tomar un agradable aperitivo al mediodía o un té por la tarde. Durante las campañas contra el alcoholismo que se emprendieron sucesivamente en el país, los cócteles se suavizaron a base de zumos, leche y otros ingredientes naturales. Tal fue la fama de este café que el espacio comenzó a hacerse pequeño para los numerosos clientes que acudían a diario hasta sus puertas. Fue entonces cuando los porteros comenzaron la vieja y universal práctica se reservarse el derecho de admisión y rápidamente se propagó la muy occidental costumbre de ofrecerles propinas (o sobornos) a cambio de poder acceder a su interior.

Durante los Juegos Olímpicos de Montreal de 1976 comenzaron las negociaciones entre el gobierno soviético y la división canadiense de McDonald's, dirigida por George Kohan, para la apertura en la URSS de una franquicia de la cadena de hamburgueserías estadounidense. La idea fue, por tanto, anterior a la Perestroika. Sin embargo, hubo que esperar hasta 1988 para formalizar el acuerdo que dejaba el 51% de las acciones del futuro McDonald's moscovita en manos soviéticas. Ese mismo año el mítico Café Lira cerró sus puertas para dar paso al nuevo negocio extranjero. Tras su demolición, en 1989 comenzaron las obras que transformaron aquel espacio un tanto retro y kitsch para los gustos occidentales en un establecimiento acorde con los estándares fríos y pragmáticos de los restaurantes de comida rápida. Después de meses de espera, una pancarta colocada sobre la puerta de entrada anunció su inauguración prevista para el 31 de enero de 1990. Pese a lo inusual del día de la semana -un miércoles- la ingente y zigzagueante hilera de expectantes consumidores soviéticos no se hizo esperar. Aquel pueblo que ama la poesía como ningún otro, que posee los mejores teatros y ballets de la historia, que hizo una revolución y alfabetizó a todos sus ciudadanos en un par de décadas, que puso al primer hombre en órbita y venció al nazismo en la Segunda Guerra Mundial, aquel pueblo desfiló sumiso frente al nuevo templo del mercado capitalista para probar por primera vez unas masas circulares de carne picada como ritual iniciático del nuevo mundo libre y consumista.

Veinticinco años después existen en Rusia otras muchas cadenas de comida rápida que han acabado desluciendo al pionero McDonald's. Aunque el restaurante sigue en el mismo lugar, ya no se forman colas de clientes en la calle y sobre la fachada del edificio vecino ni siquiera está la letra "M" que marcó toda una época. La guinda a su decadencia como marca llegó hace dos años cuando fue clausurado por las autoridades moscovitas debido a las deficientes condiciones sanitarias que presentaba el establecimiento. Sin embargo, hubo quien vio en todo ello una venganza diplomática por el conflicto armado que meses atrás se había desencadenado en Ucrania, país apoyado por EE.UU. y la Unión Europea. Sea como sea, McDonald's ya no es un símbolo antisoviético ni un emblema de la contrarrevolución, sino una presencia molesta que recuerda a diario las sanciones económicas con las que Rusia fue castigada a raíz de ese enfrentamiento territorial. Unas sanciones que han repercutido muy negativamente en toda la población rusa y que han cambiado su punto de vista respecto a Occidente y el papel que su país juega en el mapa geoestratégico del nuevo siglo.

 El Café Lira (punto rojo) estuvo ubicado en el número 29 de la calle Bolshaya Bronnaya, cerca de la plaza Pushkinskaya. En 1990 el primer McDonald's ruso se instaló en su lugar

El acogedor Café Lira fotografiado en la década de los años sesenta, poco después de su inauguración. Su acogida entre los moscovitas fue extraordinaria desde el primer momento 

El interior de Café Lira en algún momento entre 1968 y 1969. Su decoración era plenamente soviética, con lámparas colgantes, grandes cristaleras, alfombras y cortinas en todas las ventanas. Llama la atención en la fotografía la cantidad de plantas que había en el piso inferior


Imágenes de la entrada del Café Lira tomadas ambas en la década de los años setenta. En la primera fotografía se trataba posiblemente de una animada fiesta colectiva

Un grupo de jóvenes posa en las escalinatas del café en 1974. Han pasado cuarenta y dos años desde que se tomó esta fotografía: la mayoría tenía más de treinta cuando el Lira desapareció (y se inauguró el McDonald's) y actualmente, los que siguen vivos, superan los sesenta años

Sobre la fachada donde en 1990 se instaló la "M" de McDonald's, hubo durante muchos años un altorrelieve de una lira enmarcada en una circunferencia radiada. Una tupida masa de arbustos separaba el café de la calle Bolshaya Bronnaya. La fotografía es de 1980


El Café Lira, ya clausurado, fotografiado entre 1988 y 1989 desde su interior y desde la calle, respectivamente. Se había firmado el acuerdo para abrir aquí el primer McDonald's de la URSS

El local vacío y fantasmagórico del Café Lira fotografiado en 1989, meses antes de su demolición para ubicar en él la nueva hamburguesería








Imágenes de 1989 con la secuencia de la construcción del McDonald's. Las caras de satisfacción de sus promotores -nuevos empresarios rusos que se frotaban las manos frente a la época que se avecinaba- es más que evidente. En la última fotografía se ve el logotipo luminoso de McDonald's adornado en su parte inferior con una bandera soviética





Ni el Mausoleo de Lenin vio nunca una hilera como aquella. El 31 de enero de 1990 se batieron récords: 30.000 clientes servidos en un solo día 
 
Fotografía de 1991 con la bandera soviética bajo el logotipo de McDonald's. Faltaban unos pocos meses para el final de la URSS y el entusiasmo por comer hamburguesas americanas no perdió fuelle

 En 1992 la bandera de la URSS ya había desaparecido del logotipo (se puede ver la marca dejada en la pared). Ese año comenzó la debacle para muchos ex ciudadanos soviéticos. En la imagen, una madre pide caridad frente a la vergonzosa indiferencia de los clientes del McDonald's. Los tiempos habían cambiado muy rápidamente

 El restaurante de comida rápida en 1994, con una estampa típicamente capitalista: coches por todas partes (algunos occidentales y japoneses), de nuevo colas frente al McDonald's y una sensación de caos urbanístico muy propia de nuestros días



El pionero McDonald's ruso dependía de la división canadiense de la multinacional. Por ello algunos logos tenían también la característica hoja de arce de su bandera 

En el extrarradio de Moscú se abrió una fábrica de McDonald's cuyas instalaciones estaban adornadas con banderas rojas, aunque de muy distinto signo: la soviética y las de la cadena de hamburgueserías. Otro oxímoron simbólico que ha marcado una época 


Sendas placas recuerdan, respectivamente, la inauguración del McDonald's en 1990 y que en este mismo lugar estuvo el Café Lira. En este caso se ha conservado el anuncio de sus horarios


 El McDonald's de la calle Bolshaya Bronnaya fue reformado hace algunos años hasta conferirle el aspecto actual que tiene la mayoría de los restaurantes de la cadena americana. La letra "M" desapareció de la fachada lateral, aunque si se observa con atención la primera imagen se puede ver claramente la marca que dejó en la pared. Las fotografías son de junio de 2015

En la película Tri dnya Viktora Chernyshova (Mark Osepian, 1968) ("Tres días de Víktor Chernyshev") hay una escena rodada en el interior del Café Lira. El ambiente, a juzgar por las imágenes, no era precisamente el de un aburrido bar destartalado tal como se suele asociar a todo lo relacionado con la vida social en la URSS

El Café Lira tuvo incluso una canción, interpretada por el grupo 'Mashina Vremeni' ('La máquina del tiempo'). Su letra en ruso se puede seguir en www.rusmus.net

La extraña y bizarra producción francesa Sex et Perestroïka (François Jouffa y Francis Leroi, 1990) contiene un travelling real de las colas que se formaron alrededor del McDonald's el 31 de enero de aquel año

domingo, 13 de noviembre de 2016

El gobierno ruso y la iglesia ortodoxa podrían boicotear la celebración del Centenario de la Revolución Rusa (1917-2017)


Malas noticias para aquellos que quieran viajar a Rusia el año que viene para conmemorar el Centenario de la Revolución Rusa. En un artículo publicado la semana pasada sobre la inauguración en Moscú de una estatua dedicada al príncipe Vladímir, el introductor del cristianismo en el estado Ruso medieval del siglo X, la enviada especial de El País Pilar Bonet comentaba que "uno de los grandes desafíos con los que se enfrentarán las autoridades rusas en 2017 es el centenario de la Revolución de Octubre de 1917. En el clima de propaganda que tiñe los acontecimientos históricos hoy, el Consejo de Seguridad de Rusia se ha planteado la necesidad de crear un grupo de trabajo para evitar la 'tergiversación' del evento y la Iglesia Ortodoxa Rusa toma posiciones de forma preventiva, entre otras cosas con una gran exposición que se inaugura este viernes". Este afán de fomentar la "continuidad de la historia rusa" que se está dando actualmente en Rusia podría dar al traste con el verdadero propósito de tales celebraciones en noviembre de 2017: rememorar el triunfo de la clase obrera en un contexto de lucha de clases contra la autocracia zarista, en absoluto relacionada con el papel jugado en la histora por personajes ahora glorificados como Iván IV el Terrible o Pedro I. Otra cosa muy diferente será analizar y colocar en su justo lugar a dignatarios como Stalin o, por qué no decirlo, Borís Yeltsin, ahora tenido por un traidor.

Habrá que estar atento a lo que suceda al respecto en los próximos meses. 

Mayakovski

domingo, 9 de octubre de 2016

El monumento de los "tres erizos" dedicado a los defensores de Moscú

"El corto tramo que une el aeropuerto con la carretera de Leningrado (que conserva su nombre soviético a pesar de que ahora conduce a San Petersburgo) era una de las pocas carreteras del país que podían llamarse autovía. Las autopistas en Rusia seguían siendo imágenes del cine occidental. El estado de las carreteras había cambiado poco desde el siglo XIX, cuando los viajeros europeos coincidían en que «en Rusia no hay carreteras, sólo direcciones». Este tema sirvió de blanco eterno de las bromas; hasta el alto nivel de la aeronáutica soviética se explicaba con sarcasmo: «Nuestro gobierno es capaz de inventar cualquier cosa con tal de no arreglar las carreteras».

Nada más entrar en la carretera aparece un singular monumento: tres enormes «erizos» o aspas gigantes hechas con raíles que se usaron para impedir el paso de los tanques nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Este fue el punto más cercano a Moscú hasta el que llegaron los alemanes. En el mosaico al pie del monumento puede verse un mapa con dos «garras», las de las tropas alemanas que estuvieron a punto de aplastar la capital. La batalla de Moscú en diciembre de 1941 fue uno de los momentos cruciales de la guerra y el primer gran éxito del ejército soviético, desangrado por la purga de miles de sus mejores mandos. El capítulo más glorioso de la batalla, un combate de tanques, está plasmado en las aspas monumentales. Costó muchísimas vidas, pero las pérdidas se redimían por la causa. «Cuando perece un hombre es una tragedia, cuando son miles es pura estadística», decía Stalin. Los héroes de la resistencia, figuras canonizadas del panteón soviético, fueron los veintiocho panfílovski, militares de la división del general Iván Panfílov que, ellos solos, se enfrentaron al ataque de cuarenta tanques. Los manuales escolares de historia, fragua del espíritu nacional, describían la batalla con las palabras del comisario político Vasili Klochkov: «Con lo grande que es Rusia y no podemos retroceder, detrás está Moscú». El comisario y todos sus intrépidos compañeros perecieron en el combate, pero frenaron el ataque alemán. La frase se convirtió en un dicho popular, pero los historiadores dejaron de lado un pequeño detalle: ¿cómo llegaron hasta nosotros las heroicas palabras si todos habían muerto?

La entrega de los defensores de Moscú determinó el curso de la guerra, acabando con el mito alemán de la «guerra relámpago» y de la invencible armada hitleriana. Moscú sufrió mucho menos los desastres de la guerra a diferencia de Leningrado, sitiada y arruinada. La única bomba que cayó en el Kremlin, en la plaza de las catedrales, no estalló. La iglesia ortodoxa lo consideró un milagro. Cuando las alemanes estaban en las cercanías de Moscú, un monje del monasterio griego del monte Athos tuvo una visión: sólo la intersección de la Virgen podría salvar la capital y así se lo hizo saber a Stalin. El generalísimo soviético, perplejo y abatido durante el otoño de 1941, aceptó este último recurso. En vísperas de la batalla, un icono de la Virgen fue llevado en avión militar alrededor de la ciudad. Esta procesión «aérea» estuvo acompañada por otras terrestres y por solemnes misas en los templos. La iglesia debía ejercer el papel de aglutinador del espíritu patriótico.

Dios sabrá si la victoria de Moscú dependió de la ayuda celestial, pero después de la guerra Stalin, que tenía previsto el cierre definitivo de todos los templos en 1943, frenó la maquinaria de terror antirreligioso. Al monje del monte Athos se le concedió el Premio Stalin de la Paz y volvieron a abrirse varias iglesias. La editorial Ateist (ateo) fue entregada a la iglesia para publicar la revista Noticiero del Patriarcado de Moscú. Dicen que fue Stalin quien sugirió el título".

(Pigariova, T. (2001) Autobiografía de Moscú. Barcelona: Ed. Laertes, 2001, pp. 66-68)



El monumento de los "tres erizos" antitanque ('Yezhí' o 'Jerzy' en ruso) se encuentra situado en el kilómetro 23 de la carretera de Leningrado, cerca del cruce con la carretera Mezhdunarodnoye que conduce al aeropuerto de Sheremétievo (a 6 km de distancia). Esta zona de la región de Moscú (al noroeste del centro de la ciudad) pertenece al distrito de Khimki

El monumento fue inaugurado el 6 de diciembre de 1966 para conmemorar el 25º aniversario de la victoria en Moscú contra los invasores alemanes. Construido a base de piedra, hierro y hormigón, tiene una altura de 6 metros y fue diseñado por los arquitectos A.A. Agafonov, I.P. Yermishin, Alberto Mije y el ingeniero K.I. Mijailov. Miembros del Komsomol trabajaron durante los meses previos para acondicionar el terreno donde se ubicaron los tres erizos. El arquitecto Alberto Mije fue 'niño de la guerra' y diseñó también el Monumento dedicado a los republicanos españoles que cayeron durante la Gran Guerra Patria sito en el Parque de la Victoria de Moscú

El entorno donde se halla el monumento ha cambiado mucho a lo largo de estos últimos cincuenta años. De ser un paraje natural circundado por una solitaria autopista y una carretera secundaria, ha pasado a ser una zona residencial llena de carriles asfaltados, cables eléctricos, superficies comerciales y vehículos. La nave que hay justo detrás está ocupada por la empresa sueca IKEA, cuyo propietario y fundador, Ingvar Kamprad, simpatizó con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial (militó en el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores 'SSS'). En cierta manera, los fascistas sí acabaron ganando la guerra, que ha durado hasta nuestros días

Durante el otoño de 1941, miembros de una de las divisiones de Ivanovo-Voznesensk detuvieron en este lugar a las tropas alemanas en su avance hacia Moscú. Fue el principio del fin del ejército hitleriano. Justo enfrente de los tres erizos antitanque hay un monolito con una inscripción firmada por el 'Sovinformburó' en diciembre de ese año



Para aquellos que se iniciaron en la historia urbanística de la URSS a partir del libro de Tatiana Pigariova "Autobiografía de Moscú" (es el caso del que escribe estas líneas), este lugar es uno de los primeros que se busca con la mirada cuando el visitante foráneo llega al país, ya que se encuentra entre el aeropuerto de Sheremétievo y el centro de la ciudad. Y también porque la autora rusa lo menciona en las primeras páginas de su obra. Sin embargo, el entorno actual hace muy difícil su localización desde un taxi o un autocar




En mayo de 2015 (70º aniversario de la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial) técnicos especialistas en diseños 3D instalaron alrededor del monumento un conjunto de luces rojas y blancas que realzan de noche la magnificencia de este lugar. Las dos últimas imágenes muestran el mosaico con las "garras" que comenta Pigariova. El conjunto ha sido restaurado sucesivamente en 2003, 2005 y 2011

Los erizos antitanque fueron inventados por Mijaíl L'vovich Gorikker, General de División del Ejército Rojo. Se utilizaron por primera vez el 3 de julio de 1941 y fueron determinantes en las batallas de Moscú, Kiev, Leningrado, Odesa y Sebastopol. Se las conoce también como 'tirachinas' o 'estrellas Gorikkera'




Los erizos forman parte del paisaje de la Segunda Guerra Mundial, tanto en la URSS como en otros campos de batalla. Hoy en día muchas réplicas de los 'Jerzy' antitanque recrean los combates de aquellos días, aunque pocos saben que fue un invento soviético y que gracias a ellos los ejércitos de los otros países aliados ganaron sus enfrentamientos contra los tanques nazis

Fotografía tomada el día de la inauguración del monumento, el 6 de diciembre de 1966

La actriz italiana Sofía Loren fotografiada frente a los erizos en 1969, durante un descanso en el rodaje de Los Girasoles (Vittorio de Sica, 1970)

Los 'Jerzy' en 1972-1973

El entorno en el kilómetro 23 de la autopista de Leningrado era más idílico en 1973, cuando se tomó esta imagen. Los árboles y parajes naturales de los alrededores, mucho más apropiados para un monumento de estas características, han sido substituidos por un paisaje industrial que hoy en día lo desluce por completo

En 1973

En 1975

En algún momento entre 1978 y 1985

Un grupo de deportistas muestran sus respetos frente al monumento en 1976

Un militar de la marina soviética y su joven acompañante entre 1977 y 1979

El típico ritual nupcial en 1980, una costumbre que ha perdurado hasta nuestros días

Entre 1980 y 1986

Entre 1981 y 1985 era muy fácil llegar y aparcar en este lugar

El monumento entre 1983 y 1985