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domingo, 6 de marzo de 2022

El Club Obrero Krasnyy tekstil'shchik

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En el embarcadero Yakimanskaya del canal Vodootvodny (canal de Drenaje), en la esquina con el pasaje Golutvinskiy y a pocos metros de la desembocadura en el río Moscova, existe un llamativo edificio rojo de estilo fabril que fue sede entre 1921 y 1990 de la factoría Krasnyy tekstil'shchik (traducible por "Obreros rojos del sector textil", aunque sin relación con el color de su fachada). Se encuentra situado detrás de la Casa del Malecón y a poca distancia del puente de piedra y de la entrada en el Kremlin por la plaza Borovitskaya. Fundada en 1846 por Mikhail Ryabushinsky con el nombre de fábrica de lanas y semilanas Golutvinskaya, fue adquirida en 1872 por los hermanos Istomis, que en 1880 ampliaron sus instalaciones con la construcción de otros edificios anexos, todos de ladrillo visto. En uno de ellos se ubicaron una lavandería, un comedor y los dormitorios de sus operarios, que llegaron a ser más de mil. El punto álgido de la ampliación de la empresa se produjo en 1912, cuando el arquitecto A.M. Kalmykov añadió un taller de cinco pisos y una torre con un tanque de agua contra incendios.
 
En 1921, tras la Revolución Rusa, la fábrica se nacionalizó y rebautizó con su nuevo nombre, en homenaje a los trabajadores del sector textil de la URSS. Entre los años 1941 y 1945 la producción se centró en los uniformes para cubrir las necesidades del ejército. Doscientos sesenta y siete de sus empleados fueron llamados al frente y muchos de ellos nunca regresaron. En el monumento conmemorativo de la Gran Guerra Patria que hay en el patio del edificio se enumeran cincuenta y ocho nombres. Pese a que en 1964 la factoría se modernizó con nuevos equipos fabricados en Checoslovaquia y la RDA, en los años de la Perestroika la ruptura de los lazos económicos con los proveedores de materias primas de las repúblicas de Asia Central provocó una disminución de la rentabilidad y la competitividad de la empresa. Un año antes del colapso de la Unión Soviética, la fábrica Krasnyy tekstil'shchik cerró sus puertas definitivamente. A finales de los años noventa el bloque entero fue restaurado (se le añadió un ático y los interiores se reconstruyeron), convirtiéndose en el actual centro de empresas y servicios que ha llegado hasta nuestros días. A la izquierda se ha conservado intacta la casa del director de la Asociación de fábricas Golutvinskaya, construida en 1826 y remodelada en 1840 y 1900.

De lo que no queda ni rastro es del Club Obrero homónimo que existió en la otra esquina del Golutvinskiy pereulok con el embarcadero Yakimanskaya. Obra del arquitecto V.N. Vladímirov y del ingeniero A. Rozanov, fue construido entre 1927 y 1928 según el paradigma constructivista tan en boga en aquellos años. Los materiales empleados fueron hormigón, ladrillos y cemento. El club llegó a dar servicio a mil quinientos obreros, aunque su auditorio tenía un aforo de tan solo seiscientos cincuenta plazas, incluidos los balcones. Pese a encontrarse en un emplazamiento que permitía vincular estrechamente la vida cultural, educativa, social y productiva de la empresa, las propuestas arquitectónicas de sus autores no sirvieron para plantear soluciones originales ni en la configuración externa ni en la organización del espacio interno. Además, nunca quedó claro por qué no tenía gimnasio, un elemento clave en estas infraestructuras dedicadas al bienestar físico e intelectual de la clase obrera. Si se trató de un error en el diseño, resulta sorprendente que las organizaciones que controlaban la creación de estos complejos pasasen por alto semejante falla.
Es por todo ello que el Club Obrero Krasnyy tekstil'shchik nunca tuvo la relevancia de otros clubes que sí sobrevivieron a la desaparición de la Unión Soviética, como el Club Obrero Rusakov, el Club Obrero Zuev y el Club Obrero Kauchuk, en su mayoría perfectamente conservados y reconvertidos actualmente es espacios de uso cultural.
 
Antes de su demolición a finales de los años noventa, el Club Obrero se convirtió en Club de Cultura. En la década de los setenta fue un lugar muy popular entre los cinéfilos moscovitas porque en su auditorio se proyectaban películas extrajeras. Pese a todo, la feroz especulación inmobiliaria de la Rusia postsoviética se lo llevó por delante sin remisión, desapareciendo para siempre del embarcadero Yakimanskaya y del recuerdo de la memoria colectiva de la ciudad. En su lugar se construyó un lujoso y anodino edificio de oficinas, de estilo diferente pero a juego con la reconvertida fábrica Golutvinskaya.





Situación del antiguo emplazamiento del Club Obrero Krasnyy tekstil'shchik (cuadrado rojo) y del edificio de la fábrica (círculo rojo) en el embarcadero Yakimanskaya




Fotografías del canal de Drenaje con la fábrica Golutvinskaya al fondo. Corresponden a 1907-1908 y 2019, respectivamente. En ellas no aparece el Club Obrero Krasnyy tekstil'shchik. En la primera, porque aún no había sido construido. En la segunda, porque ya había sido demolido y substituido por el edificio con la cúpula con aguja en lo alto


El canal de Drenaje y la fábrica Golutvinskaya en 1925. A la derecha, la casa que fue demolida para construir el Club Obrero. La presencia de muchos remeros en las fotografías es debido a la proximidad del Club Strelka, en la desembocadura del canal en el río Moscova











Imágenes del Club Obrero Krasnyy tekstil'shchik obtenidas poco después de su inauguración. La fachada con el letrero era la que daba al canal de Drenaje. La tercera fotografía fue tomada desde el pasaje Golutvinskiy
 

Imagen del auditorio en el interior del Club Obrero Krasnyy tekstil'shchik (1930)


Más remeros del Club Strelka fotografiados entre 1938 y 1940 en las inmediaciones del Club Obrero Krasnyy tekstil'shchik, junto a la fábrica


El Club Obrero reconvertido en Club de Cultura. La imagen es de 1986


Fotografía de la fábrica y del Club de Cultura en 1988


Fotografía de la fábrica entre 1989 y 1994, ya cerrada o a punto de ser cerrada. Sobre el antiguo Club Obrero debía pender su futura demolición


Fotografía de 1995 de la placa sobre la fachada de la fábrica que conmemora la inundación del 11 de abril de 1908, colocada en el nivel exacto alcanzado el agua. Fue la inundación más grande jamás registrada en Moscú




Fotografías de 1998 y 1999, respectivamente, del edificio que reemplazó al Club Obrero Krasnyy tekstil'shchik. La casa que hay a la derecha también acabó siendo demolida y substituida por una construcción moderna

Casa del director de la Asociación de fábricas Golutvinskaya, con una antigüedad de cerca de dos siglos. Está catalogado como monumento cultural de importancia federal

 

lunes, 26 de junio de 2017

Paisajes de la Revolución: Oréjovo-Zúyevo, la primera huelga en Rusia (1885)


"Gracias a Sergio Witte, humilde empleado de los ferrocarriles de Tiflis, convertido en ministro de Finanzas, el zar [Alejandro III] consigue encauzar hacia su imperio enormes capitales extranjeros para crear auténticas industrias: textiles en Moscú, mecánicas en Petersburgo, siderúrgicas en el Donetz. El francés ahorrador vacía su calcetín para subscribir emprésitos rusos, ya que «prestar a Rusia es prestar a Francia». A partir de ahora el símbolo de la economía será la barba rojiza rusa de Alejandro y la negra de Carnot.

El Emperador hace acelerar, a precio de oro, la construcción del gigantesco transiberiano. La agricultura, que ocupa al 80% de los habitantes, es dejada en total abandono. 

Voluntad del pueblo ha sido definitivamente decapitada, pero aquí y allá las llamas del espíritu de la revuelta recuerdan que la lucha puede volver a comenzar. Estallan algunos disturbios en las universidades de Moscú, Kazán, San Petersburgo.

Mientras que en Occidente los grandes países buscan espacios lejos de las metrópolis, Rusia ejerce su hegemonía dentro de sus propias fronteras. Aprovechando la tregua del terrorismo, Alejandro III emprende la rusificación de sus pueblos alógenos. Se multiplican los progromos y pillajes. Los judíos son excluidos de los asuntos públicos y confinados a una residencia obligada.

La industria, que prospera con rapidez, ha creado las primeras concentraciones obreras. En las proximidades de las grandes ciudades surgen nuevos hogares donde la semilla revolucionaria encuentra terreno abonado. Jalturin, el dinamitero del comedor imperial [en 1880 provocó una explosión en el interior del Palacio de Invierno], funda la primera Unión de los obreros, la del norte. Pero es detenido y ahorcado en 1882.

Hacinados con sus familias en los cobertizos de las fábricas, los trabajadores se dan a la bebida. Los tapones de cera de las botellas de vodka dibujan líneas rojas en torno a los grandes complejos industriales. Y el proletariado comienza a tomar conciencia de su fuerza. En 1885, cerca de Moscú, en el centro textil de Oréjovo-Zuevo [o Oréjovo-Zúyevo], los ocho mil obreros del famoso millonario Morosov [Morozov], gran amante de la pintura francesa, deciden organizar por primera vez lo que la ley considera un delito de derecho común: la huelga. Los cosacos, auxiliares leales y tradicionales de la policía, inician los primeros incidentes con los obreros".

(Ollivier, J.-P. (1967) ¿Cuándo amanecerá, camarada? Crónica de la Revolución rusa: 1876-1917. Madrid: Clave intelectual, 2017, pp. 32-33)


 Oréjovo-Zúyevo es una ciudad industrial del óblast de Moscú situada a 86 km al este de la capital rusa. Fue fundada pocos meses antes de la Revolución de Octubre de 1917 cuando tres aldeas (Oréjovo, Zúyevo y Nikol'skoye) quedaron unidas en el mismo entorno administrativo. Atravesada de noreste a sudoeste por el río Kliazma, un afluente del Oká, actualmente cuenta con cerca de 120.000 habitantes

La huelga de 1885 es conocida como la Морозовская стачка ('Morozovskaya stachka', textualmente "Huelga de Morozov"). Tuvo lugar en Nikol'skoye (una de las tres aldeas mencionadas) entre el 7 y el 17 de enero de 1885, en protesta por el deterioro en las condiciones laborales de los trabajadores de la Fábrica Textil Savva Morozov, propiedad en aquel momento de su hijo, Timoféi Sávvich Morozov. Debido a la crisis industrial sufrida en los años 80 del siglo XIX, entre 1882 y 1884 los salarios en esta planta de manufacturas habían sido rebajados sucesivamente en cinco ocasiones, reduciéndose en algunos casos hasta la mitad de lo que cobraban los trabajadores dos años atrás. A todo este malestar hubo que añadir la situación de abusos y explotación por parte de sus patronos. De los once mil obreros que trabajaban en la factoría, participaron en la huelga aproximadamente unos ocho mil (un 73%). Los instigadores de la protesta fueron P.A. Moiseyenko y V.S. Volkov. 

En 1923 fue inaugurado frente al edificio de la fábrica un monumento de Aleksandr N. Shaposhnikov (1894-1972) y Vladímir I. Vzorov (1888-1968) dedicado a la huelga de 1885, titulado "A los combatientes de la Revolución". En este lugar están enterrados los obreros P.A. Moiseyenko y I.V. Bugrov   


Tal como muestra el monumento del obelisco de los artistas Shaposhnikov y Vzorov, el 7 de enero de 1885, a las diez en punto de la mañana, el obrero Vasili Volkov arengó a los trabajadores de la Fábrica Morozov para que lo siguieran y secundasen con él la huelga. Lo hizo en medio del patio de la fábrica, con el brazo izquierdo levantado y el asta de una bandera roja, símbolo de la lucha contra la explotación, en su otra mano. Tras cinco días de resistencia, un batallón de cosacos puso fin a las protestas apuntando con sus bayonetas en dirección a los piquetes. Volkov y otros trabajadores, como F. Shelukhín, fueron detenidos mientras gritaban «¡Recordad, uno para todos y todos para uno!». Pese al arresto de sus cabecillas, la huelga no finalizó hasta el 17 de enero, tras continuar los enfrentamientos entre huelguistas y soldados gubernamentales durante cinco jornadas más. En total, cerca de ochocientos trabajadores acabaron en la cárcel aunque solo treinta y tres de ellos fueron llevados ante los tribunales. Debido a las duras condiciones laborales que padecían en la fábrica, y que se pusieron de manifiesto en el transcurso de sus declaraciones, el jurado absolvió a todos los trabajadores del «crimen» de participar en una huelga, excepto a sus inductores, Moiseyenko y Volkov. Ambos fueron condenados, respectivamente, a cinco y tres años de deportación. El primero en la provincia de Arkhangelsk, en el Ártico, y el segundo en la de Vologda, a medio camino entre Moscú y San Petersburgo. 

Con motivo del Centenario de la 'Morozovskaya stachka', en 1985 fue erigido en la plaza Oktyabrskaya de Oréjovo-Zúyevo un monumento dedicado a los protagonistas de aquel acontecimiento histórico. Es obra del escultor O.S. Kiryushin y de los arquitectos V.A. Nesterov, I.B. Kuznetsov y Y.S. Sharov

 El impacto de la huelga de 1885 en Oréjovo-Zúyevo fue inmenso, tanto en Rusia como en todo el mundo. Aquella protesta obligó a los patronos a renegociar una nueva política de sanciones y salarios en el sector textil. En 1886, justo al año siguiente de la 'Morozovskaya stachka', se aprobó una legislación laboral sin precedentes en la historia de los derechos de los trabajadores. A comienzos del siglo XX, la producción de algodón transformó esta localidad en el tercer centro industrial más grande de Rusia y ello propició que la lucha obrera adquiriese dimensiones revolucionarias. El Soviet de Diputados Trabajadores de Oréjovo, elegido en el mes de marzo de 1917, fue uno de los primeros soviets bolcheviques constituidos en Rusia. Seis meses después de esa fecha la ciudad entera ya estaba bajo su control. Tras el triunfo de la Revolución de Octubre, la fábrica de Morozov fue nacionalizada y pasó a llamarse 'Oréjovo-Zúyenski Jlopchato-Bumazhni Kombinat' ("Centro de Algodón Oréjovo-Zúyevo"). Con el colapso de la URSS en 1991 y la imposibilidad de competir con los productos textiles importados del extranjero, las factorías acabaron cerrando una tras otra a lo largo de los años noventa. A partir de entonces, muchas se convirtieron en centros comerciales y mercados y otras quedaron abandonadas para siempre, llegando hasta nuestros días como ruinas de una época industrial (y revolucionaria) que ya forma parte del pasado

Oficinas centrales de la Fábrica Textil Savva Morozov sitas, en aquel entonces, en el municipio de Nikol'skoye, fotografiadas entre 1890 y 1910 desde la actual calle Lenin, en el centro de Oréjovo-Zúyevo, años después de aquellos sucesos ocurridos justo aquí

Lo que queda de las mismas oficinas, fotografiadas hoy en día. A la derecha de la imagen, cerca de la chimenea, se ve el monumento de Shaposhnikov y Vzonov

La impresión que se lleva el visitante de Oréjovo-Zúyevo en la actualidad es que se trata de un lugar donde el tiempo se detuvo parcialmente hace años. Junto a edificios de ladrillo visto del siglo XIX, abandonados o reconvertidos en modernos negocios, conviven calles con denominación soviética (Proletarskaya ulitsa, ul. Dzerzhinskogo, Oktyabrskaya ploshchad, ul. 1905 goda, Krasnoarmeyskiy pereulok, ulitsa Lenina) y monumentos dedicados a la Revolución de Octubre y a la Gran Guerra Patria perfectamente conservados y, en muchos casos, adornados con flores. Un viaje en el tiempo que sirve de homenaje al Centenario de la Revolución de 1917.




 
Fotografías de la plaza Oktyabrskaya con el monumento del Centenario de la huelga de 1885 situado en el centro. En el edificio de los Juzgados de la ciudad se conserva el rostro de Lenin esculpido sobre su fachada






Imágenes del Monumento (o Mausoleo) "A los combatientes de la Revolución", dedicado a los huelguistas de 1885 e instalado desde 1923 en el patio de la fábrica donde tuvieron lugar las protestas. Está en la esquina de las calles Lenin y Stachki 1885 goda

Al final de esa misma calle donde estuvo el patio de la fábrica de Savva Morozov, en la ulitsa Stachki 1885 goda, hay un busto de Piotr A. Moiseyenko (1852-1923) escondido junto a una pared

Después de la huelga de 1885 en la Fábrica Textil Savva Morozov, la dirección de la empresa pasó a manos de su nieto, Savva Timófevich Morozov (1862-1905), hijo de Timoféi Sávvich. El nuevo propietario tenía ideas muy progresistas e hizo mucho por mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores, facilitándoles incluso el acceso a textos marxistas. Es recordado sobre todo por haber sido el mecenas del mítico Teatro del Arte de Moscú, fundado por Konstantín Stanislavski y Vladímir Nemiróvich-Dánchenko. Fue amante de la actriz y revolucionaria María F. Andréieva, que aprovechó sus relaciones con él para obtener dinero con el que financiar el incipiente Partido Bolchevique. Se suicidó en Cannes en 1905


martes, 17 de enero de 2017

Tolstói, Ehrenburg y la fábrica de cerveza Khamóvniki

"Cuando yo tenía cinco años, mis padres se trasladaron de Kiev a Moscú. La fábrica de cerveza Jamóvniki [transliterable también como Khamóvniki] pertenecía nominalmente a una sociedad anónima, pero el auténtico propietario era aquel mismo Brodski de Kiev (*), y mi padre obtuvo el puesto de director.

Eso fue en 1896 y, en 1903, Brodski decidió despedirlo. Mi madre, con un nudo en la garganta, escuchaba junto a la puerta del despacho, donde se celebraba la reunión anual del consejo de administración, cómo mi padre pedía con insistencia que lo exoneraran del cargo. Yo también aguzaba el oído y no entendía nada. Sabía que estaban poniendo a mi padre de patitas en la calle, que las cosas nos irían mal en adelante, que Brodski era testarudo, y entonces oí a mi padre afirmar que no podía seguir trabajando en la cervecería. Fue mi primera lección de diplomacia.

(...) El patio de la fábrica me parecía mucho más interesante que nuestro salón [la familia vivía en un edificio dentro de los terrenos de la cervecera], donde se erguían palmeras polvorientas en grandes tinajas y de la pared colgaba la reproducción de un cuadro que representaba a Lomonósov yendo a estudiar a Moscú. Se podía ir a la caballeriza, donde había un olor magnífico; conocía el carácter de cada caballo. Podía esconderme en toneles de cuarenta galones. En uno de los talleres comprobaban la calidad de las botellas golpeando cada una de ellas con una varita de metal, y yo consideraba esa música infinitamente mejor que aquella con la que nos obsequiaban a veces algunos célebres pianistas que nos visitaban.

(...) Los obreros dormían en barracones sofocantes y sombríos, cubiertos con sus zamarras sobre tablas a modo de cama; bebían cerveza agria, desbravada; a veces jugaban a las cartas, cantaban, decían obscenidades. Había pocos que supieran leer y escribir, y los que sabían leían en voz alta, silabeando, la crónica de sucesos de Moskovski listok (La hoja de Moscú). Me acuerdo también de una de sus distracciones: un día, los obreros rociaron una rata con queroseno, y el animal, pasto de las llamas, se puso a correr en círculo. Veía una vida miserable, oscura, espantosa, y me sobrecogía la incompatibilidad de dos mundos: el de los malolientes barracones y el del salón, donde personas inteligentes hablaban de coloraturas musicales. (...)

Escribía al dictado las cartas que los obreros enviaban al pueblo, que hablaban de comida, enfermedades, bodas y entierros. Uno de los muros de la fábrica lindaba con el manicomio. Yo trepaba al muro para mirar: unos tipos demacrados en bata caminaban por un pequeño patio donde se amontonaban cachivaches de toda clase. (...)

En la cervecería trabajaban obreros checos, en calidad de especialistas cerveceros. Los obreros los llamaban «alemanes»: comían palomas y eso era tenido por algo del todo inaceptable. El hijo de un cervecero, Kara, mató a hachazos a su madre y a dos hermanas. Había decidido regalar un collar muy caro a una tigresa moscovita, y los padres no le daban dinero. Recuerdo fragmentos de frases: «un baño de sangre», «quería coger quinientos rublos», «se había enamorado locamente». Por supuesto, todo el mundo echaba pestes del asesino, pero yo me acordaba del hijo del cervercero, un joven delgaducho, y pensaba para mí que los adultos no comprendían nada de la vida.

Al lado de la fábrica se hallaba la casa de Lev Nikoláievich Tolstói A menudo lo veía pasear por el callejón Jamóvnicheski o por el Bozheninovski. Me regalaron infancia y adolescencia y el libro me pareció aburrido. Saqué del trastero una colección de la revista Niva con el texto de Resurrección; mi madre me había dicho: «Todavía es pronto para que leas esto». Leí la novela de un tirón y pensé que Toltói conocía toda la verdad. Mi padre me dio a copiar un llamamiento de Toltói prohibido por la censura, y yo, todo orgulloso, me puse a la tarea con esmero, con letra de imprenta.

Una vez Tolstói fue a la fábrica y pidió a mi padre que le enseñara como se preparaba la cerveza. Le dio un recorrido por los talleres y yo no me rezagué ni un paso. No sé por qué, pero me parecía ofensivo que el gran escritor fuese más bajo que mi padre. A Tolstói le ofrecieron una jarra de cerveza caliente, y cuál no sería mi sorpresa cuando le oí decir: «Está buena», secándose la barba con la mano. Explicó a mi padre que la cerveza podía ayudar en la lucha contra el vodka. Durante mucho tiempo medité sus palabras y empecé a tener dudas: tal vez Tolstói tampoco lo entienda todo... Yo estaba convencido de que él quería substituir la mentira por la verdad, y ahí estaba, hablando de substituir el vodka por la cerveza. (Del vodka sólo sabía lo que me habían contado los obreros, que hablaban de él con amor. En cuanto a la cerveza, me la habían ofrecido alguna vez y no me gustaba). 

A veces se extendía la alarma por la fábrica: decían que los estudiantes marchaban hacia la casa de Tolstói. Cerraban las puertas a cal y canto y montaban guardia. Yo me escabullí a la calle para esperar a los misteriosos estudiantes, pero no se presentaba nadie. (...)

De niño sufría de insomnio. Un día arranqué el péndulo de la pared; no soportaba su fuerte tictac. He conservado en la memoria imágenes de esas noches insomnes: Tolstói secándose la barba con la mano, el joven Kara con el hacha en la mano, y su enamorada, Lakmé, los locos, las barracas de feria y la enorme rata, pasto de las llamas, dando vueltas a mi alrededor.

(*) Un tío de Ehrenburg dilapidó el dinero de Brodski, para quien trabajaba, y huyó a América no sin antes lanzarle un desafío a través de una carta.

(Ehrenburg, I. (1960-1967) Gente, años, vida [Memorias 1891-1967]. Barcelona: Acantilado, 2014, pp. 21; 29-32)


A primera vista pudiera parecer que la anécdota que explica Iliá Ehrenburg en su autobiografía es uno de esos recuerdos que, aunque impresos en un libro, se pierden para siempre una vez desaparecidos sus protagonistas, por lo menos en lo que se refiere a los detalles más íntimos ligados a la memoria sensorial de las personas. Sin embargo, el escenario que describe el escritor soviético, pese a haber sido modernizado y restaurado, sigue existiendo en la actualidad. Está situado en el distrito moscovita de Khamóvniki -cerca de bulevar Zubovskiy y del puente Krimskiy- y es posible recorrerlo rememorando todas aquellas vivencias de finales del siglo XIX y principios del XX. La antigua vivienda de madera de Lev Tolstói es hoy en día su casa-museo, sita en la Lev Tolstói ulitsa (antigua Khamóvnikiy pereulok), una calle estrecha que discurre en dirección noroeste entre el Komsomolskiy pereulok y la Rossolimo ulitsa (antiguo Bozheninovskiy pereulok, mencionado también en la obra de Ehrenburg). Junto al museo de Tolstói sigue en pie una parte de la fábrica Khamóvniki (punto rojo en el mapa), donde se estuvo produciendo esta marca de cerveza hasta el año 2004. En 2012, las naves interiores de la factoría fueron derribadas para construir en su lugar un complejo de edificios residenciales

Lo más curioso de toda esta historia es que existe una extraordinaria fotografía realizada en 1909 en la que se ve al escritor Lev Tolstói (con sombrero y bastón) dirigiéndose a pie por el pasaje Khamóvnikiy desde la cervecería hasta su casa, situada al fondo de la imagen. Exactamente la misma escena descrita por Ehrenburg en su libro, aunque en esa época el padre del escritor ucraniano hacía seis años que había sido despedido como director de la fábrica. La imagen fue captada por el fotógrafo B.G. Chertkov y aparece en un libro de 1995 titulado "Lev Tolstói. Vida y trabajo"

La compañía cervecera Khamóvniki fue fundada en 1863 por el empresario Vlasom Y. Yaroslavtsev. En 1922 pasó a manos del Estado soviético y como empresa nacionalizada formó parte de la Unión de Sociedades de Consumo de Moscú. A partir de entonces se la conoció como Fábrica Estatal de Cerveza Khamóvniki dependiente del Mosselprom. En 1934 fue transferida al Comisariado del Pueblo de la Industria de Alimentos de la Unión Soviética. Hasta el final de la URSS mantuvo su producción a pleno rendimiento, hasta alcanzar en 1975 los 16 millones de decalitros de cerveza. En 2004 cerró sus puertas y en mayo de 2012 la fábrica fue parcialmente demolida. La cervecera Mitishchi compró los derechos de producción y comercializa actualmente la marca "Khamóvniki"

Un paseo virtual en dirección noroeste por la calle Lev Tolstói (de la mano de Google Street View) nos permite revivir las anécdotas descritas por Iliá Ehrenburg en su autobiografía. En la imagen, la casa-museo del escritor de Yásnaia Poliana en la actualidad. Las capturas son de junio de 2015

Tolstói a caballo fotografiado en el interior de su finca en 1898. Tras esa puerta de madera está el pasaje Khamóvnikiy, actual Lev Tolstói ulitsa

Imagen de la calle Lev Tolstói con una de las naves, a la izquierda, que sobreviv a la demolición de 2012 y que colinda con la casa del escritor ruso


La pared que separaba la fábrica de cerveza de la propiedad de Tolstói es fácilmente reconocible por la chimenea blanca que sobresale de una de sus naves. En la primera imagen, la chimenea vista desde la casa-museo de Lev Tolstói. En la segunda, desde el interior de la factoría, ya en ruinas en 2012

En buena parte de las 2,3 hectáreas de terreno donde estuvo ubicada la fábrica Khamóvniki se han construido viviendas de lujo. Algunas de ellas, con acceso directo a la calle Lev Tolstói



La nave central se ha conservado prácticamente intacta y se ha destinado a usos comerciales de alto standing. Alberga, entre otros negocios, un café, una vinacoteca, una floristería, un centro de yoga y una relojería

En 1908 la nave sufrió un incendio, tal como demuestra esta imagen de la época



Fotografías del extremo norte de la fábrica, en la esquina de las calles Lev Tolstói y Rossolimo, donde también se han construido viviendas residenciales



Hasta el año 2012, en esa misma esquina se encontraba una de las entradas laterales de la factoría, con una puerta de madera adornada con el emblema de la marca: un cervecero con un barril en una mano y una jarra en la otra. Las dos chimeneas ya no existen



En la esquina de las calles Rossolimo y Lev Tolstói, en la acera opuesta a la fábrica, se halla esta casa que ha permanecido inalterada durante más de un siglo como mudo testimonio de todos los hechos que han acontecido en este lugar. Las fotografías son de 2015, 1910-1917 y 1982, respectivamente. El edificio que hay a la derecha también sigue siendo el mismo


La calle Lev Tolstói, frente a la antigua cervecera Khamóvniki, fotografiada en dirección noroeste en 1982 y 2015, respectivamente. Treinta y tres años separan estas dos imágenes, en las que un callejón rupestre y solitario ha evolucionado hasta la calle elitista en que se ha convertido en la actualidad

Imagen de la fábrica, ya abandonada, en algún momento entre 2004 y 2012. Las dos chimeneas son las mismas que aparecen en fotografías anteriores

Fotografía tomada en dirección sur con la chimenea blanca, al fondo, justo en el límite entre la fábrica y la casa de Tolstói 

Imagen del lado oeste de los terrenos de la factoría en 2012, durante el inicio de las obras de construcción de las nuevas viviendas. En el sitio que ocupa el edificio que se ve al fondo (fuera de los límites de la cervecera) estuvo posiblemente el manicomio al cual se asomaba Ehrenburg durante su niñez 


La demolición de las naves de la fábrica dejó al descubierto todo un conjunto de objetos y construcciones -algunas subterráneas- que reflejan una manera de trabajar y de entender la sociedad que ya forman parte del pasado, y no solamente de la URSS sino también de la época prerrevolucionaria. Todo lo que aparece en estas fotografías -desde esa misteriosa máscara antigás hasta los emblemas grabados en las baldosas- ya no existe.