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jueves, 13 de agosto de 2015

… Y el osito Misha atravesó el cielo de Moscú (leyendas de la mascota olímpica de 1980)


El 23 de octubre de 1974 la capital de la URSS fue designada sede de los XXII Juegos Olímpicos que se celebrarían seis años más tarde. Tras conocerse la noticia, miles de ciudadanos soviéticos enviaron cartas al Kremlin pidiendo, casi exigiendo, a los dirigentes del país que la mascota de los Juegos fuese un oso y se llamase Misha, como todos los osos rusos. El Comité Central del PCUS, ante la avalancha de peticiones, aceptó la decisión popular y convocó en 1977 un concurso público para su diseño. El 19 de diciembre de ese mismo año, el Politburó aprobó el boceto de un oso pardo presentado por Víktor Andreyévich Chizhikov, un ilustrador de cuentos infantiles de 42 años de edad nacido en Moscú. El osito Misha, hipocorístico de 'Mijaíl' y de nombre completo Mijaíl Potapich Toptigin, fue la primera mascota oficial que inició el lucrativo negocio del merchandising.

Los Juegos Olímpicos de Moscú, inaugurados el 19 de julio de 1980 en el Estadio Central Lenin, quedaron deslucidos por la ausencia de grandes figuras del deporte mundial y fueron, además, deficitarios. Sesenta y cinco países de todo el planeta, con EE.UU. a la cabeza, boicotearon la cita olímpica en protesta por la invasión soviética de Afganistán iniciada el año anterior. No fueron pues unas Olimpiadas memorables pero sí tuvieron la mejor ceremonia de clausura que se ha visto nunca, con un Misha volador que fue el gran protagonista de una efeméride de la cual se acaban de cumplir treinta y cinco años. El osito Misha sigue siendo considerado la mejor mascota olímpica de la historia.

Demostrando una vez más que la geopolítica y las relaciones humanas siguen a menudo caminos divergentes, muchos de los espectadores que el día 3 de agosto de 1980 acudieron al Estadio Lenin para presenciar en directo la ceremonia final de las Olimpiadas eran ciudadanos de las naciones que las habían boicoteado. Estados Unidos impidió que sus atletas, y los de otros países, participasen en aquellos Juegos, pero no pudo evitar que el mundo entero fuese testigo de aquel espectáculo. Dos mil millones de personas siguieron la ceremonia por televisión. Después de quince días de competiciones deportivas, la fiesta de despedida se inició con los rituales propios de este tipo de celebraciones. Casi al final del acto, un osito Misha de ocho metros de alto e inflado con helio hasta hacerlo flotar en el aire, fue introducido por una de las puertas del estadio y transportado por unos miembros del staff hasta el centro del césped. Veinticuatro globos de colores, también de helio, pendían de sus patas mediante cuerdas. Se trataba de un muñeco fabricado con un material de goma cuidadosamente diseñado en el Instituto Soviético de Investigación de la Industria del Caucho. Con los primeros acordes de la canción “Da Svidania, Moskva”, compuesta por Aleksandra Pakhmutova e interpretada por Lev Leshchenko y Tatiana Antsiferova, cuatro mil quinientos soldados del Ejército Rojo construyeron un enorme mosaico de la mascota, junto a la frase “Buen viaje”, en una de las graderías. El movimiento sincronizado de las cartulinas creó el efecto de que varias lágrimas caían de su ojo izquierdo. De improviso, con las luces del estadio atenuadas, el Misha gigante se despidió del público con las patas delanteras y comenzó a volar, primero verticalmente y luego desplazándose hacía el sur muy lentamente. Todo el mundo quedó impactado ante aquella coreografía simple pero perfecta, con una carga emocional nunca sentida hasta aquel momento en ningún acontecimiento similar. Una emotividad que no ha sido superada con el trascurrir de los años, pese a la irrupción de las técnicas digitales en el mundo del espectáculo. O, quizás, precisamente debido a ello. Los grandes protagonistas de aquel instante irrepetible continúan todos vivos: el dibujante Víktor Chizhikov (79 años), la compositora Aleksandra Pakhmutova (85 años) y los cantantes Lev Leshchenko (73 años) y Tatiana Antsiferova (61 años).

Escena de la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de 1980. Para poder ver el vídeo completo (bloqueado por Mosfilm para páginas web como ésta) hay que ir al siguiente enlace: Olimpiski Misha Moscow 1980 

Circulan muchas leyendas sobre el origen y el destino final del gigantesco Misha de goma. De la invención de estos mitos se encargó el tradicional oscurantismo informativo que reinó en la Unión Soviética a lo largo de su historia. La costumbre de manipular y censurar las noticias, como mecanismo de defensa ideológico, fomentó durante años la difusión de rumores, algunos falsos y otros no, entre sus ciudadanos. Para completar las informaciones que les llegaban de forma fragmentaria, los soviéticos de a pie solían añadirles detalles que acababan, a menudo, reinventándolas. Y cuanto más fantasiosos eran, más rápidamente solían difundirse esos rumores. El osito Misha no fue indemne a ellos.

La primera y más repetida leyenda la encontramos escrita en los artículos de la Wikipedia que tratan actualmente sobre la mascota rusa. La mayoría de ellos, en sus respectivos idiomas, comentan de forma reiterada que tiempo después de aquel acto de clausura el globo con forma de oso fue “divisado en Siberia, Alaska y regiones septentrionales” del planeta. La idea de que Misha estuviese volando durante años, quizás décadas, por los cielos de todo el mundo es una historia inverosímil pero llena de ternura. Pocos padres, sobre todo rusos, se pueden resistir a la tentación de explicarles a sus hijos pequeños una fábula como ésa. Es por ello que la propagación de este rumor, y su posterior difusión viral a través de internet, ha convertido un hecho imposible en un mito. Porque la realidad es que el oso de goma fue mostrado aquel mismo año en la Exposición de Logros de la Economía de la URSS (VDNJ), por lo que en algún momento, inmediatamente posterior al 3 de agosto, tuvo que ser recuperado por las autoridades soviéticas.

Muchos rusos siguen queriendo encontrar al osito Misha entre las cimas de las montañas de su país 

La segunda leyenda se refiere a su caída en las inmediaciones del estadio olímpico, conocido ahora con el nombre de Luzhnikí. La mayoría de las descripciones que circulan sobre lo que ocurrió aquella tarde de agosto suelen insistir en que el globo cayó en las Colinas Lenin (las actuales Colinas de los Gorriones), en la zona de la Universidad de Lomonósov. La hipótesis es verosímil teniendo en cuenta la trayectoria que siguió en el aire y el hecho de que, una vez atravesado el río Moscova, se toparía sin duda con las elevaciones donde se halla el campus de la universidad. Algunas explicaciones más detalladas especulan con la idea de que el oso hinchable permaneció una hora flotando sobre las colinas antes de desplomarse en el suelo. O bien que tuvieron que ser unos francotiradores del Ejército Rojo los que lo derribasen desde un helicóptero disparando contra los globos. Y que al caer lo hizo sobre un puesto de venta de cerveza provocando “un susto de muerte” a sus dos empleados. Sin embargo, hay en esta conjetura algunos detalles dudosos. Aquella tarde, la ciudad de Moscú estaba invadida por visitantes soviéticos y extranjeros que habían asistido a los Juegos pero no a la ceremonia de clausura, limitada a unos miles de espectadores. Teniendo en cuenta que las Colinas Lenin tienen uno de los miradores más espectaculares de la ciudad, resulta sorprendente que nadie hiciese una foto del globo, tanto agitándose en el aire como estrellado contra el suelo, por mucho que la policía hubiese tomado el control de las calles. La falta de una prueba gráfica sobre aquellos hechos resta veracidad a esta hipótesis.


El mirador de las Colinas Lenin (actualmente, de los Gorriones) ofrece una perspectiva extraordinaria del estadio Luzhnikí, ahora cubierto (la fotografía es del autor del blog y fue realizada en 2006). Si el Misha de goma cayó en las inmediaciones de este lugar, alguien tuvo que verlo o fotografiarlo 

La tercera leyenda es la más completa y convierte a Misha en una nave tripulada. Tiene alguna parte plausible pero otras nos remiten a los episodios más novelescos de la época del Telón de Acero. La historia comienza con los dos inconvenientes que presentó a priori la idea de un Misha volador. En primer lugar, cómo conseguir que, alcanzada cierta altura, el globo se desplazase horizontalmente. Y, en segundo lugar, cómo hacer que no topase con el pebetero olímpico ni con alguna de las cuatro columnas de focos. Este accidente, de haber ocurrido, hubiese provocado una explosión con consecuencias catastróficas para el público del estadio y un ridículo espantoso a nivel internacional para las autoridades de la URSS. En abril de 1979, un grupo de trabajo del TsAGI, el Instituto Central de Aero-Hidrodinámica de Zhukovsky (Moscú), inició el proyecto denominado 'Medved' ('Oso'). Al cabo de unos meses de reuniones, la estrategia para controlar el Misha aéreo parecía no tener solución. Un ingeniero llamado Aleksandr A. Trusov propuso disfrazar a un hombre con un traje de oso y hacerlo volar mediante globos, de tal forma que él mismo controlase su propia trayectoria desde el cielo. El 23 de noviembre de 1979 la propuesta fue aceptada y se empezaron a realizar los primeros vuelos de ensayo en el aeródromo militar de Kubinka-2, al oeste de la ciudad. De forma sorprendente, el mismo Trusov, casado y con tres hijos, se ofreció voluntario para realizar estas pruebas. El primer vuelo, llevado a cabo a poca altura, culminó con éxito: el ingeniero se elevó, flotó en el aire y aterrizó suavemente a una corta distancia del punto de partida. El siguiente ensayo se efectuó hasta una altura de 100 metros, emulando lo que debería ocurrir al año siguiente en el interior del Estadio Lenin. Sin embargo, en un momento del ascenso, Trusov se dio accidentalmente la vuelta y fue ganando altura de forma descontrolada hasta alejarse a toda velocidad del campo de aviación. Cuando se le perdió de vista, las autoridades soviéticas organizaron un equipo de rescate para intentar localizarlo. Tras unos días de búsqueda infructuosa, al cabo de una semana se le dio oficialmente por desaparecido. Esta historia, muy propia de aquellos años, podría formar parte perfectamente del imaginario rocambolesco de los moscovitas, plagado de anécdotas inverosímiles. Porque, según comenzó a circular poco después por los mentideros de la ciudad, trasladados actualmente a los foros de internet, la familia Trusov al completo reside desde 1980 en Chicago, Illinois (Estados Unidos). ¿Murió Trusov en la caída y se le dio por huido para no desvelar la naturaleza del experimento? ¿Atravesó la frontera vestido de oso y pidió asilo político en el país donde aterrizó? ¿Existió realmente Aleksandr Trusov? Está claro que, transcurridos los años sin que nadie haya podido verificar esta historia, es poco probable ya que estos interrogantes obtengan respuesta alguna.

Señalado con una flecha, el aeródromo militar de Kubinka-2. El sitio donde supuestamente se llevaron a cabo los ensayos previos a la ceremonia del 3 de agosto de 1980 

Tras el supuesto fracaso del proyecto de Trusov, se optó por construir el muñeco de goma que todos conocemos, relleno de helio de cintura para arriba. Un miembro del TsAGI, Yuri Maltsev, presentó una propuesta para mejorar su diseño. La colocación de unos globos en sus patas fue, más que un recurso estético de cara a la ceremonia, una solución de ingeniería con la que se consiguió desplazar su centro de gravedad más allá del eje central de la figura. Esta variante de la historia no es en absoluto descabellada ya que, desde el punto de vista de la Física, el concepto es del todo correcto: con los globos tirando del muñeco y las extremidades traseras inclinadas hacia la parte posterior, el oso se propulsaría automáticamente hacia adelante. Sin embargo, el problema de la trayectoria y de los obstáculos en el estadio dependía demasiado del viento y el azar, una opción excesivamente arriesgada para una ceremonia televisada en directo a todo el mundo. Maltsev propuso colocar los globos en las patas traseras e introducir en una de ellas a un operador de vuelo que controlase in situ los movimientos del Misha hinchable. Aceptada la idea, se emprendieron nuevos ensayos de la maniobra, esta vez con el piloto I.K. Artamonov dirigiendo el artefacto desde su interior. Con las condiciones del estadio reproducidas en el campo de pruebas, Artamonov inició el vuelo con éxito hasta que, una vez más, el ingenio falló y acabó dándose la vuelta, aunque en esta ocasión con consecuencias desastrosas: pese a que consiguió controlar manualmente el globo, un incendio acabó con la vida del piloto, que murió en la ambulancia que lo conducía hasta un hospital. Esta historia pudo suceder perfectamente tal como viene explicada en algunas fuentes. La idea de gobernar el oso desde dentro, como en una nave aerostática, no es del todo disparatada. Sin embargo, resulta extraño que la propaganda antisoviética no utilizase este accidente para criticar internacionalmente la “ineficacia” del sistema, tal como a muchos les gustaba describirlo.

Ante este nuevo descalabro, uno de los directores del proyecto, A.I. Faber, decidió colocar los globos en las patas delanteras y diseñar unas orejas que dotasen de estabilidad a todo el conjunto. Los ensayos fueron esta vez un éxito y ese fue el modelo final de Misha que apareció el día de la clausura. Otra de las cuestiones que preocupaba a los organizadores era que el globo pudiese chocar contra algún medio de trasporte que se encontrase en aquel momento sobrevolando la ciudad. Se decidió entonces crear el llamado 'corredor del oso', un pasillo aéreo con los vuelos restringidos entre el estadio olímpico y el distrito de Solntsevo, más allá de la carretera de circunvalación. Fue trazado a partir de los datos estadísticos disponibles sobre el viento en Moscú.

 El 'corredor del oso', el espacio aéreo libre de aviones entre el Estadio Lenin y Solntsevo

Croquis de la versión definitiva del Misha gigante. De arriba a abajo, en los letreros pone: bolas de rodamiento, helio, cabina del piloto y lastre 

Sea cual fuese la realidad de todos estos prolegómenos, lo cierto es que al cabo de unos meses llegó la fecha definitiva que todos estaban esperando. La leyenda explica que un joven pero experimentado piloto de pruebas, llamado Ruslán Surov, fue el encargado de introducirse en una de las patas de Misha antes de que éste entrase en el Estadio Lenin. Desde ese rincón del muñeco controlaría la presión del helio contenido en su interior, pero no la de los veinticuatro globos que tiraban de él. La ceremonia se desarrolló tal como sabemos. Cuando el muñeco de goma alcanzó cierta altura, desapareció de la vista de los espectadores y de las cámaras de televisión gracias a su diseño y a un ligero viento del este que soplaba esa tarde en Moscú, esquivando la antorcha olímpica y los focos del estadio. Todo el mundo lanzó un suspiro de alivio. En pleno vuelo, Surov se comunicó por radio con varios puntos de la ciudad que le informaron de la dirección del viento, entre ellos el propio Faber y la torre de control de Kubinka-2. Repentinamente, su velocidad empezó a aumentar. El globo sobrevoló las Colinas Lenin y continuó su trayecto directamente hacia el sur, pasando de largo también del distrito de Solntsevo, punto final del 'corredor del oso' y lugar donde se había previsto que aterrizaría. Las personas involucradas en esta maniobra acordaron usar la palabra clave 'antorcha', muy apropiada dadas las circunstancias, para anunciar algún peligro inminente durante la operación. La fuerza del viento siguió aumentando y, mientras el público abandonaban el estadio completamente extasiado por el espectáculo que acababa de ver, Surov y el globo se dirigieron a toda velocidad en dirección hacia la población de Borodinó, el campo de batalla donde en 1812 Napoleón había perdido la guerra contra Rusia. Según parece, la palabra 'antorcha' sonó más de una vez por la emisora de radio, hasta que se perdió la señal. Con las comunicaciones cortadas y sin opción alguna de saber dónde se encontraba exactamente, a eso de las dos de la madrugada el piloto accionó la válvula de seguridad y Misha se precipitó al suelo. Afortunadamente para él y para los organizadores, Surov salió ileso del aterrizaje. Según esta leyenda, cayó en las inmediaciones de Mozhayskoye, un embalse inaugurado en 1962 que se encuentra a 125 kilómetros de Moscú. Hay tres variantes diferentes para explicar la caída del oso y el piloto: una dice que lo hicieron sobre una casa de huéspedes llamada 'Vympel'; otra, que cayeron a plomo sobre el espeso bosque de abetos que había en la zona; y la última, que se precipitaron sobre el puesto de venta de cervezas que otros sitúan en las Colinas Lenin. Transcurridas más de tres décadas desde entonces, lo que sucedió realmente aquella noche nunca será conocido del todo. Porque más que saber la verdad, cada uno prefiere quedarse con su versión favorita de la historia.

La supuesta trayectoria del globo aquella tarde-noche del 3 de agosto de 1980, entre el Estadio Central Lenin y el embalse de Mozhayskoye, a 125 kilómetros de distancia 

Independientemente del lugar y el momento en el que cayó, el Misha de ocho metros fue expuesto durante meses en el Pabellón de la Juventud del VDNJ de Moscú, donde miles de niños lo visitaron a diario antes de ser retirado a un sótano de la sede del Comité Olímpico de la Unión Soviética. Una empresa privada de la Alemania Occidental pretendió adquirirlo por cien mil marcos, en un intento descarado y premonitorio de expropiar un bien cultural de la URSS. Las autoridades soviéticas se negaron. Sin embargo, por desidia de sus cuidadores, el oso de goma comenzó a ser mordisqueado por las ratas del sótano donde había sido confinado, hasta que éstas acabaron destrozándolo.

 El Misha de ocho metros expuesto en el Pabellón de la Juventud del VDNJ de Moscú, en el otoño de 1980 

Los acontecimientos posteriores -la perestroika, la crisis final de la URSS, el golpe de Estado de 1991 y la abrupta desaparición del país- condenaron a Misha, al símbolo olímpico y a su sosias de caucho, al más completo y triste de los olvidos. Sólo un par de décadas después, superada la fiebre pro occidental de los años noventa y revalorizado el significado histórico de la Unión Soviética, la figura del oso olímpico ha vuelto a convertirse en un objeto de culto a recuperar. No así el gigante de goma, que se da por destruido o en manos de algún coleccionista que aprovechó el expolio de la era Yeltsin para añadirlo a su colección de reliquias. 

Un oso llamado Bely Mishka fue una de las tres mascotas que personificaron los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Sochi en febrero de 2014. Pese a tratarse de un oso polar, muchos lo vieron como la versión modernizada de un “nieto de Misha”, aunque el propio Víktor Chizhikov no se ahorró las críticas acusando a sus diseñadores de plagio. Casualmente, los Juegos de Sochi fueron los de la vigésimo segunda Olimpiada de Invierno, igual que los del verano de 1980. Y Mishka, en la ceremonia de clausura, soltó una lágrima que recorrió su mejilla, esta vez generada digitalmente y no con cartones de colores, tal como sucedió con Misha hace treinta y cinco años. Esta ceremonia, occidentalizada, sofisticada y espectacular, no tuvo nada que ver, desde el punto de vista emocional, con la de Moscú. Tampoco las circunstancias históricas eran las mismas. Nunca la frase “menos es más” ha tenido tanto sentido como en este caso.

Zaya, Bely Mishka y Leopard, las tres mascotas de los Juegos Olímpicos de Sochi 2014

 Las lágrimas del osito Misha en 1980 fueron imitadas en la ceremonia de clausura de Sochi 2014 

Todos llevamos dentro a un niño que necesitamos exteriorizar de vez en cuando. El osito Misha lo consiguió aquella tarde del 3 de agosto de 1980, en el Estadio Central Lenin de Moscú. Y lo sigue haciendo cada vez que vemos las imágenes de la mujer anónima que, entre sollozos, le lanza un beso al aire, despidiéndose de él. De tanto en tanto es conveniente volver a sentir la pureza de nuestros años inocentes y derramar algunas lágrimas por el simple placer de hacerlo. Deberíamos llevar siempre junto a nosotros a un osito Misha que nos recuerde quienes somos.

 Otra de las protagonistas de aquel momento histórico fue esta bella y anónima mujer, posiblemente rusa, que una de las cámaras de la TV soviética captó mientras lloraba en el momento en que Misha comenzaba a ascender hacia el cielo


En la población rusa de Cherepovéts, en el óblast de Vólogda, se conserva un Misha grabado en la fachada de un edificio de viviendas. Desgraciadamente, ha sido víctima de algún que otro acto vandálico

martes, 28 de julio de 2015

Comienza la demolición de la mítica Terminal B del aeropuerto Moscú-Sheremétievo

La demolición de edificios soviéticos está alcanzando en Rusia un ritmo tan acelerado que antes de poder publicar en este blog sus respectivas historias, ya tenemos que informar sobre la desaparición de muchas de estas obras emblemáticas. Es el caso de la Terminal B del aeropuerto de Sheremétievo, con el exclusivo y legendario 'vaso de vino' ('pюмка' en ruso, 'ryumka' en ruso transliterado), el popular bloque cilíndrico que daba acceso a la pista. Esta semana la prensa rusa, como el diario digital Aviation EXplorer (AEX), se está haciendo eco de una noticia que era un rumor a voces desde hace muchos meses: con motivo de la celebración del Mundial de Fútbol 2018, la Terminal B está siendo derribada por completo para ser substituida por otra más moderna. Así pues, la imagen que muestra esta fotografía es ahora mismo tan sólo un recuerdo, otro más en el Moscú soviético. Ni siquiera los intentos de especialistas en urbanismo y personalidades interesadas en la arquitectura moderna han podido evitar lo que en Rusia se está convirtiendo en inevitable: la eliminación sistemática del patrimonio del siglo XX. Es una verdadera lástima que muchas ciudades rusas estén perdiendo los rasgos definitorios de una forma de concebir los espacios públicos, sobre todo los de tránsito, que ha sido única e irrepetible. Todo ello a favor de una uniformidad globalizadora y anodina que está transformando en no-lugares unas geometrías sociales antaño representativas de toda una época.


 El aeropuerto Moscú-Sheremétievo está situado a 29 km de distancia al noroeste del centro de la ciudad. Fue inaugurado el 11 de agosto de 1959 con un vuelo doméstico con destino a Leningrado (un Tupolev-104). El primer vuelo internacional partió en dirección al aeropuerto Berlín Schönefeld el 1 de junio de 1960. Sheremétievo consta (contando este edificio que está siendo demolido) de seis terminales, tres al norte de la pista (A, B y C) y tres al sur (D, E y F). La Terminal B (la flecha en el mapa señala el 'vaso de vino') era conocida también como Sheremétievo-1. Se inauguró en 1964, cinco años después de la apertura del aeródromo, como la primera terminal diseñada formalmente para los pasajeros. La Terminal F (Sheremétievo-2) fue estrenada el 1 de enero de 1980 con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos de Moscú. Las otras terminales pertenecen a la era post-soviética 




 Sheremétievo-1 (hasta hoy Terminal B) fue diseñada por los arquitectos G. Elkin y Yuri Kryukov siguiendo las normas arquitectónicas de finales de los años cincuenta para este tipo de construcciones. En su momento fue considerada la mejor obra en su categoría que se había hecho nunca. Se inauguró oficialmente el 3 de septiembre de 1964. Constaba, en primer lugar, de un edificio ortogonal de poca altura dedicado a la gestión de las salidas y llegadas de vuelos. En segundo lugar, de un bloque acristalado con forma cilíndrica, situado a pie de pista y conectado con el anterior mediante una pasarela elevada. Este espacio, apodado 'ryumka' entre los moscovitas, estaba rematado por un enorme tejado circular ligeramente elevado en los extremos, dándole la apariencia de una antena parabólica. Los pasajeros, distribuidos en el interior del cilindro de forma radial, accedían a los aviones guarecidos de las inclemencias del tiempo gracias a que los aparatos podían aproximarse a la terminal aprovechando al máximo el espacio circundante

 La 'ryumka' o 'vaso de vino' visto desde el edificio central de la Terminal B 




  Imágenes actuales del interior y el exterior de la 'ryumka', hasta su clausura hace algunas semanas


 El tejado estaba sujeto mediante un sistema de cables de acero. Se encontraban fijados en unas vigas situadas en el centro del círculo y se distribuían hasta puntos equidistantes sobre sus radios. Esta estructura ha permanecido estable durante más de cincuenta años (1964-2015)

 Fotografía con algunos periodistas sobre el tejado de la 'ryumka'. Al fondo, la Terminal F (antigua Sheremétievo-2). Esa terminal de 1980 se ha convertido ahora en la estructura más antigua de todo el aeropuerto y en la única que queda en pie de las construidas en tiempos soviéticos

 Una campaña de recogida firmas en la plataforma Change.org intentó detener el año pasado la demolición de la 'ryumka'. Esta foto, insertada en dicha página, convirtió en popular una construcción prácticamente desconocida fuera de Rusia. El autor del blog se adhirió a esta petición, aunque de forma infructuosa. Todo el conjunto está siendo demolido para construir en su lugar una nueva terminal con motivo de la celebración del Mundial de Fútbol 2018. Hubo presiones por parte del Departamento de Construcciones Modernas del Ministerio de Cultura de la Federación Rusa para preservar el emblemático edificio cilíndrico. Presiones que no han sido atendidas
 

El autor del blog pasó por esta terminal el 28 de agosto de 2006, para coger un vuelo a las 12:45 con destino a Volgogrado. La primera foto, con la 'ryumka' al fondo, está tomada desde el interior del Tupolev-134 que lo llevó a su destino. La segunda imagen es del aeropuerto de Volgogrado, con el Tupolev en primer término

miércoles, 20 de agosto de 2014

Chistes y buen humor moscovita en tiempos de la Unión Soviética

"Muchos son los que aseguran que el destino de Rusia (ampliamente reflejado en el de su capital) es tan trágico y absurdo que el único antídoto contra su arbitrariedad es la percepción de la vida a través del humor, tratándose por supuesto de risas a través de las lágrimas. En la mayoría de los casos las explicaciones históricas sobran al lado de un chiste, género llevado a la perfección en un país siempre escaso de otras libertades. ¿Cómo describir aquel Moscú de Bréznev? Basten las seis contradicciones del socialismo: no hay desempleo, pero nadie trabaja; nadie trabaja, pero todos cumplen con el plan estatal; todos cumplen con el plan estatal, pero en las tiendas no hay nada; en las tiendas no hay nada, pero en casa hay de todo; en casa hay de todo, pero nadie está contento; nadie está contento, pero todos votan a favor. ¿Cómo no hacerse un lío entre los dirigentes soviéticos? Para eso está la historia del tren que vuela hacia el comunismo y se le acaban los raíles. Lenin llama al pueblo al subbonik (sábado rojo de trabajo comunista); con música y pancartas, la gente coloca los raíles pero no dan para mucho. Sale Stalin, ordena fusilar a los de los vagones impares, los pone de raíles y el tren sigue. Cuando se vuelve a parar, Jruschov propone desmontar las vías, ponerlas delante del tren, moverse un poquito y así, paso a paso. Bréznev ordena cerrar las ventanillas, correr las cortinas, subirse al tren y todos al tiempo hacer: «Cha-ca-cha-ca-chá...». Al final llega Gorbachov, bajan todos del tren y empiezan a gritar: «¡No hay vías! ¡No hay vías!».

En la tradición urbana de Moscú los chistes conviven con las anécdotas, la historia real con la imaginación, puesto que ninguna ficción puede superar las bromas crueles de la realidad. Hay historias moscovitas no verídicas que merecerían serlo, en cambio algunos episodios reales de este libro pueden saber a puro invento. Cuando a Stalin le presentaron el proyecto del primer gran hotel de construcción soviética, estampó su firma sin darse cuenta de que había dos versiones distintas de la fachada. Nadie se atrevió a molestarle de nuevo y la mitad del Hotel Moscú se hizo conforme al primer proyecto y la otra mitad, conforme al segundo. Algo parecido ocurrió cuando Stalin vio el «edificio elevado» del Ministerio de Asuntos Exteriores, todavía en obras, y preguntó: «¿Y no van a poner una torre?». Los arquitectos recibieron la orden inmediata de añadir la torre no prevista en los cálculos del proyecto. No hubo más remedio que colocar deprisa y corriendo un pastiche de chapa pintada y allí está, recordando una época de pocas risas. Además, circulaban multitud de leyendas sobre el carácter brutal de las injerencias del poder en la arquitectura... Por ejemplo, Stalin, señalando la iglesia del Salvador, la más antigua del Kremlin, al lado de la cual había un montón de leña, exclama: «¡Qué desorden, esto hay que quitarlo!». Cómo no precisó de qué se trataba, se quitaron ambas cosas, la leña y la joya de la arquitectura. Algo parecido se contaba de Bréznev, que un día se lamentó del estado de las puertas de un jardín medio caídas y amanecieron reparadas y derechas. Los moscovitas se decían que habría que prestárles Bréznev a los de Pisa para que les arreglase por fin la torre.

En nuestra época universitaria se solía citar a los pretendientes poco interesantes junto a la estatua de Dzerzhinski: tan vigilada en medio de la plaza del KGB, era prácticamente inaccesible. Pero peor era fijar una cita en el monumento al cincuentenario de la Revolución de Octubre. Para encontrarlo había que llegar al centro de la enorme plaza del Manège, donde no había más que una piedra de granito gris que anunciaba: «Aquí será erguido el monumento al cincuenta aniversario de la Revolución». La promesa nunca se cumplió, ni en el sesenta, ni en el setenta aniversario, hasta que se desvaneció, convertida la plaza en un centro comercial subterráneo. A lo mejor hay algún pretendiente esperando... Moscú les gastaba bromas a sus habitantes y los moscovitas hacían lo mismo. Cuando en el siglo XIX apareció la cuádriga sobre el Teatro Bolshói, la vox populi enseguida declaró que el Apolo de la cuádriga era el único cochero de Moscú que no estaba borracho. Cuando para los Juegos Olímpicos de Moscú celebrados en plena guerra fría se construyó la Villa Olímpica, se aseguraba que el material empleado era «microhormigón»: 10% de hormigón y 90% de micrófonos. El monumento al zar Alejandro II rodeado de columnas existió hasta su demolición con el apodo de «bolera»; mientras que los «edificios elevados» se conocen como los «siete dientes postizos» y
Novi Arbat como la «dentadura postiza» de Moscú. Las costumbres no cambian, cambian los temas.

Un toque de humor, una anécdota o una simple frase pueden cambiar la percepción del lugar, dando un interés especial a lo que hubiera parecido ordinario o humanizando lo que de otro modo sería demasiado oficial. La plaza del Ayuntamiento tan solemne con su estatua ecuestre de Yuri Dolgoruki se percibe de forma distinta si se sabe de la exclamación irónica del compositor Siguismund Katz en la inauguración del monumento: «No se parece nada». Desconocemos el aspecto de los antiguos guerreros, y lo relativo de su imagen está plasmado en esta frase ya inseparable del monumento. La misma estatua es personaje de otra historia, buen ejemplo de cómo el carácter heterogéneo del Imperio ruso está presente en las bromas moscovitas. Dice el chiste que al salir del restaurante georgiano Aragvi, un georgiano borracho se topa con la estatua de Yuri Dolgoruki. «¡Anda! ¿Y este quién es?», pregunta. «El fundador de Moscú», le contestan. «¡Pues menuda ciudad ha hecho alrededor de nuestro restaurante!». La tradición no se extingue. La reconstruida catedral de Cristo Redentor es conocida como Cristo sobre los Aparcamientos; al recuperado escudo de la Rusia imperial, el águila bicéfala que sustituyó a la hoz y el martillo en los edificios gubernamentales, se le llama «pollo de Chernóbil».

El humor, sarcástico, cruel o bondadoso, es un componente indispensable en la percepción de Moscú, un elemento clave de la aleación moscovita y una de las válvulas de escape hacia su cuarta dimensión." 

(Pigariova, T. (2001) Autobiografía de Moscú. Barcelona: Ed. Laertes, 2001, pp. 36-39)

  Grupo de 'matrioskas' con casi todos los líderes ruso-soviéticos del siglo XX, desde Nicolás II hasta Boris Yeltsin. Faltan Andrópov, Chernienko y Vladímir Putin. Las "seis contradicciones del socialismo" apuntaban directamente a Brézhnev, el tercero por la izquierda. La parábola del tren está protagonizada por Lenin, Stalin, Jrushchov, Brézhnev y Gorbachov. No hubo tiempo de hacer chistes con Andrópov y Chernienko pues permanecieron muy poco tiempo en el poder
(Fuente: http://www.therussianshop.com/russhop/matryoshkas/Yelstin_Gorbachev_Nesting_Doll-7pieces_1.jpg)

 Fotografía del antiguo y asimétrico hotel Moscú, inaugurado en 1935 en la plaza Manézhnaya, junto a la plaza Roja. Según cuenta la leyenda, debido a que Stalin dio el visto bueno a los dos proyectos de fachada se construyeron dos torres laterales completamente diferentes
(Fuente: http://englishrussia.com)

En 2004 el hotel Moscú fue demolido. En su lugar se ha construido una replica casi exacta que continúa siendo... asimétrica. Se inaugurará este mismo año
(Fuente: http://www.lusine.ru/rus/construction/Gostinica-Four-Seasons-Hotels-v-vossozdavaemom-mnogofunkcionalnom-komplekse-Gostinica-Moskva-420.phtml)



 Sede del Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS (y de la actual Federación Rusa) en la Smolenskaya-Sennaya ploshchad, una de las "siete hermanas de Stalin" o uno de los "siete dientes postizos". El cucurucho que se ve en lo alto es el "pastiche de chapa pintada" que se puso a toda prisa a raíz del comentario de Stalin
(Fuente: Colección particular del autor del blog del año 2006)

 Dibujo de la Iglesia del Salvador en el Bosque de Pinos, construida en 1330 dentro del Kremlin. Según se dice, una confusión con un montón de leña que había junto a la iglesia condujo a su demolición en 1932. Sin embargo, esta historia parece poco verosímil porque en este espacio se edificó poco después un anexo del Gran Palacio
(Fuente: http://rbth.com/multimedia/pictures/2014/08/18/10_kremlin_monuments_weve_lost_39083.html)

 Quedar junto a la estatua de Félix Dzerzhinski que había frente a la sede del KGB era una manera de librarse de "pretendientes poco interesantes". Este era uno de los lugares más vigilados del Moscú soviético. Actualmente, la estatua se encuentra en el Museión (el museo de las estatuas abandonadas) donde es posible citarse sin ningún problema. Se habla de devolverla a este lugar
(Fuente: http://moscudelarevolucion.blogspot.com.es/2013/02/plaza-dzerzhinski-actual-lubyanka-2_12.html)

Más complicado resultaba encontrarse en el monumento conmemorativo del cincuentenario de la Revolución. Dicho monumento no llegó existir nunca. Lo único que había en medio de la plaza Manézhnaya era un pequeño monolito de color gris
(Fuente: http://moscudelarevolucion.blogspot.com.es/2013/05/plaza-del-cincuenta-aniversario-de-la_24.html)

Fotografía donde aparece Apolo, "el único cochero de Moscú que no va borracho", sobre la entrada del Teatro Bolshói. Encima se puede ver un "pollo de Chernóbil". El águila bicéfala fue restituido en la fachada hace tan solo tres años
(Fuente: http://en.wikipedia.org/wiki/Quadriga)


Dos imágenes de la espectacular Villa Olímpica que se construyó en las colinas de Lenin (al sur de la Universidad de Lomonósov) para los Juegos de 1980. Los moscovitas bromeaban sobre el material que se utilizó: "microhormigón", un claro guiño a la tarea del KGB con los visitantes extranjeros
(Fuentes: http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=767746 y http://www.panoramio.com/photo/68488381)

Fotografía de la "bolera", el monumento dedicado a Alejandro II que se encontraba dentro del Kremlin (en su lugar se construyó la estatua de Lenin junto al Palacio del Presidium). La estatua del zar fue destruida por los bolcheviques en 1918, no así el resto de la construcción que sirvió de mirador durante diez años. En 2005 el alcalde Yuri Luzhkov la hizo reconstruir, aunque no en este lugar sino junto a la Catedral de Cristo Salvador
(Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Monument_to_Alexander_II_(Moscow))


La "dentadura postiza" de Novi Arbat, el conjunto de edificios construidos en la avenida Kalinin durante el mandato de Nikita Jrushchov. Está inspirado en los rascacielos de Nueva York
(Fuente: http://casarusia.com/foro/)

Estatua ecuestre del fundador de Moscú, Yuri Dolgoruki, en la antigua plaza del Mossoviet (actual plaza del Ayuntamiento). Ha sido objeto de bromas por parte de los moscovitas, aunque aparentemente nada en su aspecto invite a reirse de un monumento tan sobrio como éste
(Fuente: http://www.panoramio.com/photo/3806376)

Ni siquiera los edificios religiosos se libran del humor ruso. Esta es la Catedral de "Cristo sobre los Aparcamientos", algo así como "Khristos o Parkovke" ("ХРИСТОС O ПАРКОВКE"). Se trata realmente de la Cateral de Cristo Salvador (o Redentor)
(Fuente: Colección particular del autor del blog del año 2006)

Existe una versión psicodélica del "pollo de Chernóbil" con el águila bicéfala agarrando una hoz y un martillo. Puede parecer otra broma, pero en este caso no lo es en absoluto. Se trata de uno de los símbolos de un proyecto de restitución del Imperio ruso (en forma de monarquía constitucional federal), retomándolo a partir del punto de vista político del zar Pedro I "el Grande". Los seguidores de esta nueva identidad patriótica negocian la compra de antiguos territorios del imperio pre-soviético. También emiten pasaportes electrónicos a quien así lo solicita
(Fuente: http://anatidaephilia.livejournal.com/54293.html)