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domingo, 24 de mayo de 2015

El edificio de la Internacional Comunista (1919-1943)

"Kalinin era en tiempos de Stalin el miembro más veterano del Comité Central, tenía sesenta años cuando comenzaron las purgas tras el asesinato de Kirov, y Stalin confiaba en su disciplina de proletario cuya ascensión personal e histórica se la debía al partido. No le defraudó y hoy Kalinin da nombre a una de las calles más importantes y asombrosas de Moscú, una calle que empieza vetusta y tradicional en la puerta de la Trinidad del Kremlin y se convierte progresivamente en un escaparate de rascacielos moscovitas, programados por Kruschev cuando volvió fascinado de Estados Unidos y dijo que también la Unió Soviética podía construir rascacielos modernos, sin recurrir al clasicismo de izquierda o estaliniano. Casi en sus comienzos, en el cruce entre Kalinin y Carlos Marx, une su historia con la de la III Internacional. La Internacional, presidida en primera instancia por Zinoviev, sobrevivió irregularmente entre su fundación en 1919 y su desaparición en 1943, como resultado de un acuerdo de desmantelamiento pactado entre Roosevelt y Stalin, en el transcurso de las conversaciones en las que se repartieron el mundo que iba a resultar de la Segunda Guerra Mundial. En sus primeros años, la sede de la Komintern (posteriormente rebautizada Kominform) estuvo en el Kremlin, en la esquina entre la actual avenida Kalinin y la avenida Marx, en un edificio verde donde hoy pueden leerse las placas dedicadas a Ho Chi Min y Antonio Gramsci. El dirigente italiano tiene una placa en la antigua sede de la III Internacional, pero sus obras no fueron divulgadas en la URSS porque desde siempre fueron consideradas heterodoxas, demasiado ligadas a una visión nacional-italiana del proyecto revolucionario y génesis del posterior policentrismo esbozado por Togliatti".

(Vázquez Montalbán, M. (1990) Moscú de la Revolución. Barcelona: Ed. Random House Mondadori, 2005, p. 106)


 Hubo un período en la historia del siglo XX, justo entre las dos grandes guerras, en que el movimiento comunista internacional estuvo controlado desde un lugar muy concreto de la ciudad de Moscú. El Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (CEIC) fue durante veinticuatro años el órgano oficial encargado de expandir la revolución por todo el mundo a través de los partidos comunistas de cada país. Tenía como objetivos acabar con el capitalismo, establecer la dictadura del proletariado y fundar la República Internacional de los Soviets. Su sede estaba instalada en un edificio de apartamentos del siglo XIX situado junto al Kremlin, un bloque de cuatro pisos en cuyo interior hoy en día siguen funcionando diversas oficinas las cuales ya no tienen relación alguna con la lucha de clases. Las tres fachadas de este edificio, en perfecto estado de conservación, forman juntas una U invertida al final de una manzana alargada de casas. La fachada principal es la del lado Norte, frente al Manezh (el Picadero), en la Sapozhkovskoy ploshchad. La del lado Este, la más discreta, está construida en la Manezhnaya ulitsa, la calle que desemboca en la popular plaza del mismo nombre (denominada en tiempos soviéticos plaza del Cincuenta Aniversario de la Revolución de Octubre). La del costado Oeste, en la avenida de Karl Marx (actual Mokhovaya ulitsa), es la más corta de todas pero frente a ella circulan cada día miles de vehículos. La antigua sede del CEIC se encuentra rodeada por una serie de construcciones y rincones emblemáticos de la ciudad que hacen sombra a su indiscutible belleza clásica: el Jardín de Alejandro, la Biblioteca Lenin (en el lado izquierdo de la segunda imagen), el Picadero (con el tejado de color verde) y las torres de la Trinidad y Kutafia, esta última la única de color blanco que existe en toda la muralla del Kremlin

 Fotografía del 2013 con la fachada Norte de la antigua sede del CEIC, frente al Manezh (con columnas, a la izquierda de la imagen). En el complicado nomenclátor moscovita este sitio tiene tres localizaciones: Mokhovaya ulitsa nº16 (antigua prospekt Marksa, una avenida que llega hasta la plaza Lubyanka), Manezhnaya ulitsa nº13 (entre este edificio y el Jardín de Alejandro) y ulitsa Vozdvizhenka nº1 (antigua Kalinina prospekt), una calle que nace en este bloque de pisos y transcurre perpendicular a la Mokhovaya ulitsa. De hecho, entre 1935 y 1946 la ulitsa Vozdvishenka fue denominada oficialmente 'del Komintern'. Después pasó a ser la calle Kalinin y a partir de 1963 la avenida Kalinin  

 Imagen obtenida desde el mismo lugar que la anterior (la calle Mokhovaya, junto al Picadero) pero que data de la última década del siglo XIX. El edificio donde en 1919 se instaló el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (lado izquierdo de la fotografía) fue construido en 1838 con sólo dos plantas y un altillo. Propiedad de la dinastía de comerciantes de los Torletskogo, en 1875 el bloque sufrió una primera reconstrucción. Tras ser adquirido por el príncipe Grigori Gagarin (hijo), en 1912 el arquitecto A.A. Andreyevski levantó dos plantas más hasta dejarlo tal como ha llegado hasta nuestros días

 Fotografía realizada entre 1910 y 1912 donde aparece una parte del edificio de apartamentos del príncipe Gagarin con su aspecto primitivo (derecha de la imagen). Al fondo se ven la Torre Kutafia (de color blanco) y la Torre de la Trinidad. A la izquierda, con columnas, el Picadero

 Imagen de la fachada principal en 1911, durante una exhibición de vehículos a motor. El edificio tenía solamente dos plantas excepto en la parte central. Al año siguiente el arquitecto Andreyevski duplicó la altura de toda la finca

 La Internacional Comunista es conocida también como III Internacional, Komintern (acrónimo de 'Kommunisticheskiy Internatsional', en ruso transliterado) o Comintern (abreviatura en inglés). Fue fundada en marzo de 1919 a instancias de Vladímir Lenin y del Partido Comunista de Rusia (bolchevique). Esta fotografía data de 1920-1925 y es una de las más antiguas que se conservan de la sede de su Comité Ejecutivo (organismo que en ruso se denomina 'Ispolkoma'). A diferencia de otros edificios de la ciudad, no había nada en la fachada que hiciese alusión a su tarea revolucionaria 

 Fotografía de 1927-1928 con la sede del CEIC justo a la derecha. El espacio central es la Sapozhkovskoy ploshchad, rodeada también por la Torre Kutafia y el Manezh. El camino que enfila hacia el interior del Kremlin, a través de la torre, es el que muchos de los funcionarios que trabajaron en el CEIC tomaban con frecuencia para dirigirse al Palacio del Senado (Edificio nº1, sede de las oficinas del Secretario General), al Palacio del Presidium (Edificio nº14) o al Palacio Poteshny, visible en esta imagen (sobre la muralla, a la derecha) y que era la residencia privada de Stalin. Algunos de estos altos funcionarios comunistas del CEIC fueron españoles


 Fotogramas de la película 'Partiyni bilet' (Iván Pýriev, 1936), en los cuales aparece la fachada Oeste de la sede del CEIC. Mientras se filmaban estas escenas, miembros de la Komintern asesoraban a los comunistas españoles que formaban parte del último gobierno de la República antes del golpe de Estado de Franco. El origen de la Internacional Comunista se remonta a los tiempos de Marx y Engels. La Primera Internacional ("Asociación Internacional de Trabajadores") fue instaurada en Londres, en el año 1864, por iniciativa de ambos. Tras su disolución en 1876, Friedrich Engels creó en París la Segunda Internacional. En 1914 se produjo la escisión entre los revolucionarios contrarios a la guerra y los socialistas reformistas. Tras las conferencias de Zimmerwald (1915) y Kienthal (1916), la fundación en 1919 de la III Internacional supuso la ruptura definitiva con la Internacional Socialista. El Comité Ejecutivo de la Komintern se instaló en este edificio junto al Kremlin después del I Congreso Mundial realizado en Petrogrado entre los días 2 y 6 de marzo. En años posteriores hubo hasta seis congresos internacionales más, el último celebrado en Moscú en 1935

 Imagen de 1938 con la Biblioteca Lenin a la derecha y la sede del CEIC a la izquierda. Esta institución tuvo solamente tres dirigentes: Grigori Y. Zinóviev (Presidente entre 1919 y 1926), Nikolái I. Bujarin (Secretario General entre 1926 y 1929) y Georgi Dimitrov (Secretario General entre 1929 y 1943). Los dos primeros acabaron siendo condenados a muerte en 1936 y 1938, respectivamente, durante las grandes purgas estalinistas. Las sentencias se dictaron en la Casa de los Fusilamientos, un edificio que aún existe y que se encuentra no muy lejos de esta calle. Fueron ejecutados en un sótano cerca de la Lubyanka. La pancarta de la fotografía reza 'Segodnya Otkrytiye Zhivoy Modeli Moskvy', algo así como 'Hemos inaugurado un modelo vivo de Moscú', aludiendo posiblemente al gran plan de reforma urbanística que se llevaba a cabo en la ciudad


 Fotografías de 1961 y 1962 con el edificio del CEIC convertido en un bloque de oficinas gubernamentales sin ninguna relevancia especial (la Internacional Comunista fue disuelta el 22 de mayo de 1943). En la primera imagen se ve al fondo el recién inaugurado Palacio de Congresos del Kremlin. Tras la desaparición de la Komintern, en septiembre de 1943 se creó la Kominform (como "oficina de información de los partidos comunistas y obreros") en respuesta al Plan Marshall impulsado por los EE.UU. Su sede estuvo primero en Belgrado y luego en Bucarest, hasta que este organismo también dejó de existir en 1956

 Fotografía realizada en los años setenta con uno de los balcones de hierro forjado en el antiguo edificio de apartamentos del príncipe Gagarin

  Imagen de la década de los ochenta donde aparece en primer término la esquina de la fachada principal con la de la calle Manezhnaya. El desnivel en el terreno, en dirección descendente hacia el Kremlin, obligó a construir una planta más en esta calle. La franja de fachada pintada con un color más oscuro delata esta solución arquitectónica


 Fotografías de finales de los años setenta donde se aprecia con claridad como los vehículos a motor circularon siempre sin ningún tipo de restricción por delante de la fachada principal del CEIC. Los coches y autobuses bajaban desde las avenidas Kalinin y Marx en dirección hacia el Kremlin y rodeaban el Picadero por la calle Manezhnaya. O llegaban directamente desde la plaza Borovitskaya por esta misma calle

 Postal turística de 1985 con el edificio del CEIC (a la izquierda) visto desde el Palacio de Congresos del Kremlin. Al fondo, la avenida Kalinin


 Fotografías del edificio durante los años de la Perestroika. La primera imagen es de 1985-1987 y la segunda, de 1988, muestra la fachada de la calle Manezhnaya


 En estas dos imágenes aparece el antiguo edificio del CEIC (a la izquierda) visto desde la rampa que comunica la Torre Kutafia con la Torre de la Trinidad. La primera imagen es de 2011 y la segunda de 1968-1975. Ésta ha sido siempre la puerta de acceso al Kremlin para los turistas y fue también el camino que durante veinticuatro años siguieron los miembros del Comité Ejecutivo de la Komintern cuando entraban en este recinto para informar a los dirigentes soviéticos acerca de su trabajo. Las únicas diferencias entre ambas imágenes son los letreros sobre el ex edificio de la Internacional Comunista, el estado de conservación de todas las fachadas (más acurado en la actualidad) y los arcos de seguridad que hay instalados ahora en la torre Kutafia




 Situado en la zona más turística de la ciudad, casi todo el mundo que hoy en día visita Moscú acaba pasando tarde o temprano por delante de este edificio sin apenas prestarle atención. Prácticamente nadie se acuerda ya de que en los despachos que hay en su interior una serie de hombres y mujeres idealistas soñaron hace muchos años con cambiar el destino de la humanidad. La desaparición de la URSS y las más de siete décadas transcurridas desde la disolución de la Komintern han ensombrecido por completo el recuerdo de esta institución y también el interés por la construcción que la albergaba. Y todo ello pese a que su historia está ligada al devenir de Rusia desde el siglo XIX hasta nuestros días. Pasó de residencia privada de una familia de comerciantes a bloque de apartamentos propiedad de un príncipe zarista, para convertirse años más tarde en el centro neurálgico del comunismo internacional y, posteriormente, en un tranquilo bloque de oficinas que en la actualidad provoca cierta indiferencia frente a la espectacularidad de sus vecinos arquitectónicos. Estas fotografías del año pasado muestran, respectivamente, la fachada principal del edificio, la de la calle Mokhovaya vista desde la ulitsa Vozdvizhenka, la esquina formada por ambos frontispicios y, de nuevo, el lado del edificio en la antigua avenida de Karl Marx. Tras la construcción en los años noventa del centro comercial subterráneo frente al hotel Moscú, buena parte de los accesos alrededor de esta manzana fueron peatonalizados. A partir de entonces el tráfico quedó restringido mediante unas barreras controladas por la policía, tanto en la Sapozhkovskoy ploshchad como en toda la calle Manezhnaya. Sólo circulan coches sin ninguna limitación junto a la fachada de la calle Mokhovaya, donde se encuentra la puerta de acceso a una de las sedes de la Editorial Pashkov

 Placa conmemorativa en la fachada del edificio que recuerda que Antonio Gramsci trabajó en este lugar entre los años 1922 y 1923. Gramsci, calificado aquí de "prominente internacionalista", fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano

Portada de la revista 'La Internacional Comunista', órgano oficial del CEIC, publicada en ruso, alemán, inglés y francés

jueves, 2 de octubre de 2014

Historias y leyendas de la Exposición de Logros de la Economía Nacional (VDNJ)

La ciudad de los sueños de la URSS

15 de septiembre de 2014 Carmen Marín, para RBTH

El Centro Panruso de Exposiciones, inaugurado en los años 30, encierra numerosas historias de logros y esfuerzos humanos.

El arquitecto Viacheslav Oltarzhevski hacía poco que había terminado el proyecto de su Ciudad de los sueños destinada a la Exposición de los Logros de la Economía Nacional de la URSS. En adelante, se esperaba el consentimiento del Kremlin. Y solo quedaría por determinar dónde sería construida su ciudad.

Oltarzhevski se tomaba con gran seriedad su proyecto y sabía que en antiguos tiempos, antes de construir una ciudad se consultaba a brujos y magos para determinar qué lugares poseían un buen campo energético y por ello decidió visitar a un astrólogo que le recomendaron sus amigos.

Y así, una tarde de verano de 1934, Oltarzhevski, se encontró perdido en la aldea de Golúbina a las afueras de Moscú mientras buscaba la casa del nombrado astrólogo, que resultó ser una viejecita, que en realidad fue la que lo encontró a él.

Después de muchas mediciones, la experta, abrió el mapa de Moscú y sus alrededores y marcó con el dedo una zona lejos de los límites de la capital. Viacheslav se sorprendió, le pareció que el lugar indicado no convenía para la Ciudad de los sueños. Era la perdida región de Ostánkino la nacionalizada finca de los Sheremétiev.

El título de conde y las ricas tierras le fueron otorgadas a Sheremétiev por Pedro I. El conde Piotr Borísovich era aficionado a la alquimia, poseía amuletos y talismanes y sabía que los brujos y los magos de todos los rincones acudían a los bosques de Ostánkino para realizar sus secretos rituales. Sheremétiev construyó aquí su bonita finca. Después de la nacionalización, el palacio se convirtió en el museo de la Servidumbre. Precisamente ese era el lugar que marcó la astróloga en el mapa: un lugar donde se cumplían los deseos.

Viacheslav no tenía fe en que aprobaran ese proyecto. La antigua finca de los Sheremétiev estaba muy lejos del centro de la ciudad. Pero la astróloga le insistió en que fuera al bosque, donde recibiría una señal y lo entendería todo.

La decisión de la creación de la Exposición de los Logros de la Economía Nacional de la URSS se tomó en el Segundo Congreso de Agricultores de 1935. Los mejores arquitectos del país debían presentar un proyecto para el concurso. La vida no era fácil. El país empezaba solo a sostenerse sobre sus pies y recuperaba fuerzas. Los trabajadores y los agricultores vivían duramente. Precisamente para ellos se creaba una zona con parques y fuentes, enormes pabellones en los que se podían ver las nuevas maravillas de la técnica y admirar los récords de la producción de los sovjoses.

La exposición debía ser la personificación de una rica, opulenta y exitosa vida. Demostrar al mundo el poder y bienestar de la Unión Soviética.

Oltarzhevski se dirigió a Ostánkino pero seguía sin ver ninguna perspectiva y pensó que había sido engañado como a un niño. Paseó largo rato hasta que llegó a un bello y sombrío estanque.

Ahí saco su bloc de notas y empezó a esbozar pabellones, esculturas y fuentes. En una hora diseñó una nueva Ciudad de los sueños. Observó su diseño y se asombró. Su proyecto correspondía sorprendentemente con la carta natal hecha por la astróloga: el Sol y los nueve planetas encerrados en una cruz. Oltarzhevsi tembló y se apresuró a abandonar el lugar encantado. Y en efecto en el plano de Oltarzhevski se ve claramente el sistema solar. La plaza de la Mecanización representa el Sol, alrededor de la cual se colocaron cuidadosamente los nueve pabellones-planetas.

El proyecto de Oltarzhevski lo aprobaron enseguida y él mismo fue designado arquitecto principal. Empezó la construcción y solo se realizó un cambio sustancial en el proyecto. En lugar del monumento a Lenin en la plaza de la Mecanización, debía erigirse un monumento al caudillo de todos los pueblos, Iósif Vissariónovich Stalin y a su alrededor debía formarse el nuevo universo socialista.

Pero nadie podía entender por qué en el auge del ateísmo, el Kremlin había aprobado un proyecto donde abiertamente se podían ver símbolos religiosos. Los caminos y senderos estaban dispuestos de tal manera que si se observaba atentamente el plano desde arriba, se podía ver claramente una cruz ortodoxa (ver minuto 5:48 del segundo enlace).

Stalin consideraba que la Exposición demostraba mejor que nada la fuerza y la superioridad de la URSS, que hacía poco tiempo había concluido el proceso de colectivización e industrialización. Pero pasarían aún algunos años hasta que se terminara de construir el complejo de la Exposición y mostrar a Occidente todo el poderío de la Unión Soviética era un tema urgente.

Y para ello sirvió la exposición de París de 1937, en la que la escultora soviética Vera Ignátieva Mújina presentaría su escultura monumental El obrero y la koljosiana. Precisamente en aquel entonces tenía problemas. Su marido, Zamkov era cirujano y no era admitido en ninguna clínica de Moscú. Después de un intento fracasado de emigrar, saquearon su laboratorio y esperaba el arresto de un día para otro. Era el año 1936. Mújina estaba segura de que solo el éxito en el concurso podía salvar su situación. Pero no le venía ninguna idea a la cabeza, ningún diseño. Por lo que decidió ir a inspirarse al bosque de Ostánkino. Tras un largo paseo por ahí, llegó a un bello y sombrío estanque y sintió de repente una inspiración inexplicable. Enseguida supo qué aspecto tendría su escultura. 

Mújina realizó la escultura El obrero y la koljosiana, en la que puso mucho de ella misma. Su marido, Alexéi Zamkov posó a menudo para su mujer. Las manos de la koljosiana son sus manos. Y lo más simbólico de la escultura es el pañuelo, del cual, el final recuerda a la cabeza de una serpiente ahogada por la mano de una mujer. Y aquí se esconde un misterio, puesto que las manos eran de su marido, simbolizaría que juntos debían luchar contra ciertas adversidades de la vida.

La escultura ya estaba terminada cuando enemigos de Mújina advirtieron a Stalin que la mujer del desgraciado Zamkov preparaba un sabotaje. Y que si se miraba de lado a la koljosiana, se podía adivinar a través de los pliegues del vestido el perfil de Trotski.

Stalin fue personalmente al estudio de Mújina a comprobar la veracidad del rumor. No encontró nada y confirmó el envío de la escultura a Francia. En París, la koljosiana trabajadora esperaba el triunfo. La estatua, sobre un basamento de 33 metros eclipsaba al águila alemana con la esvástica que se encontraba próxima a ella. Los franceses solicitaron que la escultura se quedara en París, pero el Gobierno de la Unión Soviética decidió retornar el logro nacional a Moscú.

Durante dos años no pudieron encontrar un sitio para colocarlo. O faltaba espacio, o algo no le gustaba a la propia Vera Ignátieva. En 1939 por fin encontraron el lugar para El obrero y la koljosiana, en la misma entrada de la Exposición agrícola recién construida. Terminó la amenaza del arresto de Zamkov, el marido de Mújina, y le ofrecieron trabajo en las mejores clínicas y hospitales de Moscú. A la inauguración del monumento fueron juntos. 

Oltarzhevski no estuvo en la inauguración de la escultura ni de la propia Exposición. Cuando la construcción estaba en su momento álgido, Oltarzhevski supo que el comisario del pueblo, Lazar Kaganóvich, no estaba contento con él. Cuando aparecieron en Ostánkino dos civiles extraños, Oltarzhevski comprendió enseguida que venían a por él. De pie, junto al estanque, no sabía qué pedir, si larga vida o ligera muerte. Le comunicaron que la construcción de la Exposición según su diseño quedaba interrumpida.

Le acusaron de propaganda de las ideas de Bujarin. Pero él mismo sabía que la causa era la ideada por él Ciudad de los sueños. Por aquel entonces, Kaganóvich había empezado a dirigir la construcción del metro. Se esperaba con impaciencia la apertura de la Exposición y por Moscú corrían rumores de que mientras Oltarzhevski construía un paraíso sobre a Tierra, no se sabía qué era lo que construía Kaganóvich bajo la tierra. Eso no le gustó a Kaganóvich y decidió quitar de en medio a Oltarzhevski.

Nombraron a Serguéi Chernysov como principal arquitecto de la Exposición que fue el que pasó a la historia y hasta ahora se le considera el autor del complejo de la Exposición. Chernysov intentó crear su propia Ciudad de los sueños, pero sin éxito, cada vez con más frecuencia volvía a los planos de Oltarzhevski y no encontró mejor salida que la de convencer a la Comisión de que el proyecto de su predecesor era realmente mejor. Se reanudó la construcción. El 1 de agosto de 1939 se inauguró la Exposición Agrícola de la Unión Soviética. El obrero y la koljosiana eran el emblema de la Exposición.

Pabellones adornados con estatuas que simbolizaban la abundancia y la tranquilidad impresionaban la imaginación del simple ciudadano soviético. En la plaza de la Mecanización se erigió un enorme monumento a Stalin. Y alrededor de él, como si fuera alrededor del centro del universo, se ubicaban diez pabellones en los cuales se adivinaban con facilidad los nueve planetas del sistema solar. Todo igual a como lo había planeado Oltarzhevski. Ir a la anual exposición de logros de la producción era el sueño de cualquier trabajador soviético.

Paradójicamente, en el auge de la propaganda atea, el lugar más socialista de la URSS era uno de los lugares más rezados donde se había acumulado una poderosa energía de los deseos.

Durante la Segunda Guerra Mundial se cerró la Exposición y curiosamente no cayó en ella ni una sola bomba en 30 hectáreas. Quedó intacta. Después de la guerra había que reanudarla y al complejo se añadió una majestuosa fuente que representaba a las 16 repúblicas de la URSS.

La segunda apertura de la Exposición tuvo lugar el 1 de agosto de 1954, ya después de la muerte de Stalin y Oltarzhevski fue de los primeros visitantes, su sueño se cumplió una vez más, tras salir de prisión volvió a ejercer de arquitecto.

El 12 de abril de 1961 voló al espacio exterior el primer cosmonauta. Y la maqueta del cohete en el que voló ocupó el centro del sistema solar en lugar del mandatario. El cohete, en el mismo centro como indicaba la carta astrológica de Oltarzhevski, ahora cobraba todo el sentido.

Hoy en día, esta Ciudad de los sueños sigue siendo un lugar especial en Moscú que aún esconde muchos misterios.

(Marín, C. (2014). La ciudad de los sueños de la URSS. Russia Beyond the Headlines, 15 de septiembre de 2015. Recuperado el 02 de octubre de 2014 en <http://es.rbth.com/blogs/2014/09/15/la_ciudad_de_los_suenos_de_la_urss_43573.html>)


 Docuficción en ruso de 45 minutos de duración que explica prácticamente la misma historia relatada en el artículo. La falta de subtítulos no es impedimento para seguir la trama sin ningún problema
 
 Reportaje producido por el canal ruso de historia 365 Дней con entrevistas realizadas a expertos en el VDNJ. Contiene numerosas filmaciones actuales y de archivo. El documental, que tampoco contiene subtítulos, dura 26 minutos

 Esta imagen es una captura realizada en el minuto 5:50 del segundo vídeo donde la polémica e imaginaria cruz ortodoxa aparece dibujada sobre una fotografía aérea del VDNJ. La flecha roja indica la dirección de entrada al recinto ferial pasando por debajo del Arco de Triunfo. En el centro de la cruz se halla la plaza de la Mecanización, frente al pabellón del Cosmos, donde antaño hubo una estatua de Stalin y donde actualmente se encuentra expuesto el cohete Vostok. Esta leyenda sobre la cruz, junto con otras como la del Mausoleo de Lenin y el zigurat, añaden más misterio a esta extraña mezcolanza de marxismo-leninismo y esoterismo astrológico que se encuentra en la imaginería simbólica de la Unión Soviética

Vyacheslav Konstantínovich Oltarzhevsky (Moscú, 1880 - Moscú, 1966) fue el arquitecto visionario que diseñó entre 1935 y 1939 el VSHV (BCXB, en cirílico), la "Exposición Agrícola de toda la Unión [Soviética]". Antes de enfrentarse a este proyecto, ya había trabajado como asistente de Alekséi V. Shchúsev en las obras de la "Exposición Agrícola, Artesanal e Industrial" de 1923, celebrada en los terrenos donde décadas después se instaló el Parque Gorki. Pese a que Oltarzhevsky luchó en la Guerra Civil como ingeniero del Ejército Rojo, fue detenido en 1939 mientras se encontraba coordinando los últimos trabajos en el VSHV, que no pudo acabar (ni siquiera pudo asistir a la inauguración celebrada el 1 de agosto de ese año). Se le acusó formalmente de trotskista por sus conexiones políticas con Nikolái Bujarin. No es descabellado suponer, como afirma el artículo, que fueron los celos de Kaganóvich los que condujeron a su arresto y deportación a un campo de trabajo. Pese a ser liberado en 1943, nunca más volvió a ser reconocido como el verdadero ideólogo del proyecto. A partir de entonces su actividad se limitó a colaborar en el diseño de algunos rascacielos construidos en la ciudad de Moscú. Por supuesto, a Oltarzhevsky tampoco le fue permitido participar en la ampliación y reconstrucción del VSHV realizada quince años después y que fue abierta al público el 1 de agosto de 1954. A partir de 1958 a la remodelada exposición se la denominó oficialmente VDNJ ("Exposición de Logros de la Economía Nacional") y tras la desaparición de la URSS el recinto fue rebautizado con el nombre "Centro Panruso de Exposiciones" (VVC o ВВЦ, en cirílico). En el extenso anecdotario soviético figura el hecho de que Oltarzhevsky consultase a una astróloga para ubicar correctamente el VSHV. Y que fuese deportado por trotskista y no por practicar la brujería en un Estado oficialmente ateo. También será recordado por su osado diseño planetario en el que Stalin se convirtió en el centro del "sistema solar soviético". Desde hace algunos meses el VVC vuelve a denominarse oficialmente VDNJ, su nombre entre 1958 y 1990

Serguéi Yegoróvich Chernyshev (Alexandrovka, 1881 - Moscú, 1963) fue el arquitecto y urbanista que "usurpó" el trabajo de Oltarzhevsky cuando éste fue detenido. Sin duda se trató de un personaje bien considerado por Stalin porque dirigió la gran reforma urbanística de Moscú de 1935. En su favor hay que decir que defendió la gran calidad del proyecto de Oltarzhevsky (sugiriendo continuar con su plan) aunque ha sido él quien consta oficialmente como creador de la Exposición Agrícola de la URSS de 1939

 Vera Ignátievna Mújina [o Múkhina] (Riga, 1889 - Moscú, 1953) fue la genial escultora soviética autora de la monumental 'El obrero y la koljosiana'. Ahora sabemos, además, que esta obra incomparable fue hecha por amor, para librar de la cárcel a su marido, el médico Alekséi Zamkov. Y que se trata de una escultura llena de elementos simbólicos que la convierten en una pieza única en la historia del arte soviético. Las manos del Zamkov sirvieron de modelo para ambas figuras, así que no es difícil imaginar en lo que estaba pensando Mújina cuando hizo que la koljosiana cogiese con fuerza la punta del pañuelo, como si estrangulase a una serpiente. Parece ser, sin embargo, que en aquel momento nadie captó la indirecta, distraídos quizás con la leyenda urbana sobre el "rostro escondido de Trotski"


viernes, 12 de septiembre de 2014

Stalin, Hitler y Francisco José de Habsburgo en el Palacio de Schönbrunn

"Poco después, Stalin llegó al piso de los Troyanovski en una Viena helada, cubierta de nieve. Lenin decía de ellos que eran «buena gente... ¡Tienen dinero!» Alexander Troyanovski era un aristócrata joven y apuesto, además de oficial del ejército: su participación en la guerra ruso-japonesa lo había convertido al marxismo y por aquel entonces era el editor y socio capitalista de la revista Proveshchenie («Ilustración»), que publicaría un ensayo de Soso [Stalin]. Hablaba alemán e inglés con fluidez, y vivía con su bella esposa Elena Rozmirovich, también de noble cuna, en un piso grande y confortable situado en la Schönbrunnerschloss Strasse, 30 (*), el bulevar por el cual el emperador Francisco José pasaba cada día en coche para trasladarse desde su residencia en el palacio de Schönbrunn a su despacho en el Hofburg y viceversa.

El titular de la dinastía Habsburgo, con sus anticuadas patillas, cuyo reinado había comenzado en 1848, se desplazaba en una carroza dorada tirada por ocho caballos blancos, equipada de lacayos ataviados con uniformes ribeteados de blanco y negro y peluca blanca, y escoltada por soldados de caballería húngaros con pieles de pantera amarillas y negras sobe los hombros. Stalin no pudo dejar de contemplar aquella visión de magnificencia obsoleta, y no sería el único futuro dictador que la contemplara: la lista de los titanes del siglo XX concentrados en Viena aquel mes de enero de 1913 es digna de una obra de Tom Stoppard (**). En un albergue para hombre sito en Meldemannstrasse, en Brigettenau, en un ambiente muy distinto de aquel, mucho más aristocrático, en el que se movía Stalin por entonces, vivía un joven austríaco, pintor frustrado, llamado Adolf Hitler, de sólo veintitrés años.

Soso y Adolf presenciaron uno de los típicos espectáculos de Viena. Kubizek, el mejor amigo de Hitler, recuerda: «A menudo veíamos al viejo emperador cuando se dirigía en su carroza desde Schönbrunn al Hofburg». Pero los dos futuros dictadores no sintieron la menor emoción ante semejante espectáculo, antes bien se mostraron bastante desdeñosos: Stalin nunca lo menciona y «Adolf no prestaba demasiada atención, pues no le interesaba el emperador, sino sólo el estado que representaba».

En Viena, tanto Hitler como Stalin estaban obsesionados, aunque de manera bien distinta, por la raza. En aquella ciudad de cortesanos anticuados, intelectuales judíos y agitadores del populacho racistas, de hermosos cafés, cervecerías y palacios, sólo el 8,6 por ciento de la población eran judíos, pero su influencia cultural, personificada en Freud, Wittgenstein, Buber y Schnitzler, era mucho mayor. Hitler estaba formulando sus teorías völkische antisemitas de la supremacía racial que, luego, como Führer, impondría en su imperio europeo; mientras que Stalin, al tiempo que investigaba para escribir su artículo sobre las nacionalidades, daba forma a una nueva idea de imperio internacionalista con una autoridad central escondida detrás de una fachada autónoma, el prototipo de la Unión Soviética. Casi treinta años después, las estructuras ideológicas y estatales de ambos chocarían en el conflicto más salvaje de la historia de la humanidad.

Los judíos no tenían cabida en ninguna de esas dos visiones. A Hitler le repelían y le sacaban de sus casillas, pero provocaban irritación y confusión en Stalin, que arremetía contra su naturaleza «mística». Si para Hitler eran una raza que estaba de más, para Stalin no tenían lo suficiente para constituir una nación.

Los dos dictadores en ciernes compartieron un mismo pasatiempo vienés: a los dos les gustaba pasear por el parque que rodeaba la residencia de Francisco José, el palacio de Schönbrunn, situado cerca del domicilio de Stalin. Ni siquiera cuando se hicieron aliados en virtud del Pacto Molotov-Ribbentrop de 1939, llegaron a conocerse personalmente. Es muy probable que aquellos paseos sean las ocasiones en que llegaron a estar más cerca uno de otro.

«Las pocas semanas que el camarada Stalin pasó con nosotros las dedicó por completo a la cuestión nacional», dice la niñera de los Troyanovski, Olga Veiland. «Implicaba en su labor a todos los que tenía a su alrededor. Unos analizaban para él a Otto Bauer, otros a Karl Kautski». A pesar de haberlo estudiado intermitentemente, Stalin no sabía leer en alemán, de modo que la niñera lo ayudaba, como haría otro joven bolchevique al que conoció entonces: Nikolai Bujarin, un intelectual vivaracho, de chispeantes ojos y perilla. «Bujarin venía a nuestra casa cada día», dice Olga Veiland, «cuando Stalin estuvo viviendo allí». Mientras que Stalin, lleno de deseo, intentaba flirtear con la niñera, ésta prefería al ingenioso y vivaracho Bujarin. Además, la joven tenía que lavar las camisas y los calzoncillos de Stalin, labor que, diría en tono quejumbroso tras la muerte del dictador, resultaba un verdadero desafío.

(...) La permanencia de Stalin en casa de los Troyanovski supuso toda una revelación: fue su primera y última experiencia de la vida civilizada de Europa, según el mismo reconocería. Vivía en una habitación que daba a la calle y «trabajaba allí días enteros». Al anochecer solía ir a pasear con Troyanovski por los alrededores del parque de Schönbrunn.

(...) La pequeña Galina Troyanovskaya era una niña vivaracha que se llevaba bien con Stalin. «Le encantaba estar en compañía de los adultos», y Soso jugaba con ella, prometiéndole que iba a traerle «montañas de chocolate verde del Caucaso». Soso «solía soltar sonoras risotadas» cuando la pequeña decía que no le creía. Pero a menudo Galina también le tomaba el pelo: «¡Siempre estás hablando de nacionalidades!», protestaba la pequeña. Stalin le compraba golosinas en el parque de Schönbrunn". 

(Sebag Montefiore, S. (2007) Llamadme Stalin. Barcelona: Ed. Crítica, 2010, pp. 338-341)

(*) Actualmente una simple casa de huéspedes, la Pensión Schönbrunn, todavía conserva, cosa por lo demás insólita, la placa azul colocada en 1949 con la siguiente inscripción: «I.V. Stalin residió en esta casa durante el mes de enero de 1913. Aquí escribió su importante obra El marxismo y la cuestión nacional».
(**) Josip Broz, el futuro mariscal Tito, también estaba por entonces en la ciudad trabajando de mecánico.

Esto no es Moscú sino Viena. El cruce de caminos en las vidas de Iósif Stalin y Adolf Hitler invita a hacer este paréntesis histórico. Estamos en enero de 1913, cuatro años y medio antes de la Revolución de Octubre. El edificio donde vivía la familia Troyanovski aparece señalado en el mapa con un punto rojo. Actualmente es la Pensión Schönbrunn, en el número 30 de la Schönbrunner Schloss Strasse, a unos 750 metros al Sureste de la entrada principal del Palacio de Schönbrunn (cuyos jardines y dependencias se ven a la izquierda de la imagen). La flecha indica la trayectoria que seguía la carroza del emperador cuando salía del patio del palacio camino del Hofburg
(Fuente: Google Street View 09/09/2014)


Imágenes de la modesta y confortable Pensión Schönbrunn, situada en la calle que comunica el palacio de los Habsburgo con el centro de Viena. Junto a la puerta se ve con claridad la placa con un bajorrelive del rostro de Stalin. En este edificio, Iósif Vissariónovich trabajó junto a Nikolái Bujarin y escribió "El marxismo y la cuestión nacional", mientras perseguía a la niñera Olga Veiland. La ventana de su habitación era una de las que se ve en la primera fotografía


 Fotografías de la placa dedicada a Stalin, una reliquia extraordinaria sin parangón en todo Moscú. Sebag Montefiore la califica de "insólita". Sin embargo, la presencia aquí de esta lápida tiene "trampa". Justo debajo hay otra mucho más moderna instalada por el Wien Kultur que reza: "Esta placa que conmemora el 70º aniversario de Iósif Stalin (1879-1973) fue inaugurada por el alcalde Theodor Körner en 1949. Recuerda únicamente la estancia de Stalin en Viena pero debe ser vista hoy en día como recuerdo no sólo de los millones de ciudadanos soviéticos que murieron y sufrieron bajo la dictadura de Stalin, sino también de los cientos de austríacos que fueron arrestados y ejecutados por el régimen soviético después de huir de la persecución política en Austria entre 1933 y 1934 y del terror nazi de 1938". Da la sensación de que con estas reflexiones históricas las autoridades austríacas pretendan equiparar los crímenes de Hitler con los de Stalin. Aunque un asesinato es siempre un acto deleznable, no hay que meter en el mismo saco el exterminio sistemático e industrial de la raza judía con las deportaciones y ejecuciones políticas de la Unión Soviética. Cada uno de estos hechos tiene un trasfondo ideológico diferente, en absoluto justificables ni en un caso ni en el otro, pero que no pertenecen al mismo plano moral. Resulta irónico que un país como Austria, que recibió el 'Anschluss' con los brazos abiertos, se atreva ahora a dar lecciones de moralidad a todo el mundo. Sobre todo teniendo en cuenta que al memorial soviético de la Schwarzenbergplatz vienesa lo siguen llamando sarcásticamente "monumento al saqueador desconocido". Y que en la localidad de Mauthausen hoy en día siguen funcionando algunas empresas que hace setenta años utilizaron a los prisioneros del campo de concentración como mano de obra esclava. El restaurante que hay a pocos metros de la entrada de ese siniestro lugar continúa sirviendo cervezas alegremente, igual que lo hacía a los miembros de las SS que vigilaban el campo. En lugar de panfletos antiestalinistas, más valdría recordar que muchos de esos deportados austríacos encontraron refugio en la URSS
(Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Vienna_-_Stalin_Memorial_Tablet.JPG y http://susanabeijnsberger.wordpress.com/2013/07/13/wien-junio-2013-wien-enero-1913/)

 Fotografía de Adolf Hitler (1889-1945) cuando se alistó en el ejército alemán en 1914. Éste era más o menos el aspecto que tenía un año antes, mientras vivía en Viena. Por aquel entonces paseaba por el parque de Schönbrunn con pinta desaguisada y lucía un mostacho diferente al que le hará famoso años después. En 1938, ya como Führer, proclamará la anexión de Austria (su país de nacimiento) al Tercer Reich
(Fuente: http://dialoglexikon.de/hitler_1914x_als_gefreiter.htm)

Ficha policial de Stalin de 1913. Esta debió de ser su apariencia física durante el tiempo que pasó en Viena, con 34 años de edad. Tan sólo nueve años más tarde se proclamará Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. Después de una vida de periplos por Georgia, Rusia, Siberia y Europa, se instalará definitivamente en el Palacio Poteshny del Kremlin y establecerá su despacho en el Palacio del Senado
(Fuente: http://pyhalov.livejournal.com/77132.html?thread=2699084)

Fotografía de Nikolái Bujarin (1888-1938), el joven "intelectual vivaracho, de chispeantes ojos y perilla" que pasó muchos ratos con Stalin en el piso de la Schönbrunner Schloss Strasse de Viena
(Fuente: http://little-histories.org/2014/02/22/от-бухарского-до-бухарина/)


 Fotografías de Francisco José saliendo del Palacio de Schönbrunn en un coche descubierto y del famoso carruaje dorado que utilizaba en invierno (exhibido hoy en día en el Museo del Carruaje de Viena)
(Fuentes: https://www.flickr.com/photos/mrsfujita/5908333680/ y http://www.kaiserliche-wagenburg.at/besuchen/sammlungen/hof-wagenburg/)

Los jardines del Palacio de Schönbrunn son visitados cada día por cientos de turistas y vieneses que disfrutan de este magnífico parque, el más grande de la capital austríaca. Aunque el palacio data del siglo XVI, fue María Teresa de Habsburgo quien mandó reformarlo en el siglo XVIII para convertirlo en su residencia de verano, con el aspecto que tiene hoy en día. Su nombre quiere decir "fuente bonita". Aquí pasó largas temporadas la emperatriz Elisabeth de Baviera, "Sissi", antes de ser asesinada en Ginebra en 1898. Y aquí falleció su marido Francisco José I, en 1916. Por estas avenidas llenas de árboles y flores paseaban con asiduidad Adolf Hitler y Iósif Stalin. Éste incluso compraba golosinas para la pequeña Galina. Nunca sabremos si coincidieron alguna vez en la misma parte del parque o si llegaron a entablar conversación. De ser así, quizás la historia a partir de entonces hubiese sido muy diferente
(Fuente: http://www.panoramio.com/photo/48189605)

Ironías de la vida, el Palacio de Schönbrunn fue testigo, casi medio siglo después, de una conferencia entre Nikita S. Jrushchov, sucesor de Stalin, y John F. Kennedy. El 4 de junio de 1961 los dos mandatarios se reunieron aquí para intentar suavizar las tensas relaciones que había entre las dos superpotencias. No parece que lo consiguieran: un año y medio después estalló la crisis de los misiles en Cuba
(Fuente: https://glorialana.wordpress.com/tag/khrushchev/)


Dejando de lado el caso de Hitler, el destino de cada uno de estos personajes fue muy diferente pese a compartir los mismos ideales. Tras unos años más en el exilio, todos regresaron a Rusia y participaron de una u otra forma en la Revolución de 1917. Stalin y Josip Broz "Tito" llegaron a dirigir sus respectivos países, la URSS y Yugoslavia. Trotski, que también vivió en Viena durante esa época, murió asesinado en 1940 por un agente del NKVD, Ramon Mercader. Nikolái Bujarin fue ejecutado el 15 de marzo de 1938 tras ser juzgado en la Casa de los Fusilamientos de Moscú, durante las grandes purgas estalinistas. Se le acusó de pertenecer a la "oposición de derechas". Elena Rozmirovich y Alexander Troyanovski se divorciaron unos años después de la visita de Stalin. Ella tuvo una aventura con Malinovski y más tarde se casó con el militar y comisario Nikolai Krylenko, que la abandonó en la década de los años veinte. Krylenko tuvo el mismo final que Nikolái Bujarin. Elena, sin embargo, falleció en 1953 de muerte natural. Galina Troyanovskaya se casó con el destacado bolchevique Valerian Kuybishev, que falleció alcoholizado en 1935 aunque siempre se sospechó que su muerte fue provocada. Una céntrica calle de Moscú fue bautizada con su nombre, la ulitsa Kuybisheva. El aristócrata Alexander Troyanovski sobrevivió de milagro a las purgas de Stalin (era menchevique y se opuso a la Revolución de Octubre). Llegó a ser embajador soviético en los Estados Unidos durante los años treinta. Falleció en 1955. La niñera, Olga Veiland, se convirtió en una apparatchik del PCUS y de la Komintern. Se retiró joven y vivió hasta llegar a la vejez.