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viernes, 12 de agosto de 2016

La reforma postestalinista de la calle Tverskaya (antigua Gorki)


Stalin amplió su calzada y Putin, ochenta años más tarde, la ha vuelto a estrechar. Acaba de finalizar la nueva reforma de la calle Tverskaya, la avenida más importante de la ciudad de Moscú.

Símbolo de la opulencia zarista y de las obras megalómanas de los años soviéticos, su historia no tiene parangón en el mundo de las transformaciones urbanísticas. El nombre Tverskaya proviene de Tver, la población septentrional con la que Moscú, según las crónicas, ya se encontraba unida en el siglo XII a través de esta misma vía, cuando era tan solo un camino de tierra transitado por carros de mercaderes. Más adelante su importancia se redobló con el nacimiento de San Petersburgo, la urbe situada más al norte de Tver que con los años se convertiría en la capital del imperio. Atravesada por el río Neglinnaya bajo un puente de piedra antes de que su cauce se soterrase en el siglo XIX, la calle Tverskaya fue antaño la ruta de entrada de la familia imperial cuando se dirigía en comitiva hacia los palacios del Kremlin. De ahí su relevancia no solamente comercial, sino también simbólica. En el siglo XVII pasó a ser el centro de la vida social moscovita, sobre todo de la clase nobiliaria, y un siglo después su desarrollo urbanístico le confirió la estructura aproximada que tiene actualmente, exceptuando su anchura y buena parte de los edificios que la flanquean. Con una longitud de 1,6 kilómetros, discurre de forma oblicua desde la estación de tren de Bielorrusia (situada al noroeste del centro de la ciudad) hasta la plaza Manezhnaya, colindante con la plaza Roja, cruzándose por el camino con algunos de los lugares más emblemáticos de Moscú. Entre otros, las plazas Pushkinskaya y Tverskaya (antigua plaza Soviétskaya) y las dos circunvalaciones concéntricas que rodean su núcleo urbano, el Anillo de los Jardines y el Anillo de los Bulevares. Antes de la Revolución de Octubre fue una avenida comercial y residencial que discurría serpenteante a través de todo su trazado. Más tarde, durante los años veinte del pasado siglo, vivió un primer despertar arquitectónico con la llegada de algunas muestras representativas del constructivismo soviético, como el edificio de la editorial Izvestia obra de Grigori Barkhin (1927), la Oficina Central de Telégrafos del arquitecto Iván Rerberg (1927-1929), o el Cubo negro del Instituto Lenin (Archivo Central del Partido), construido en la plaza Soviétskaya por Stepán Chernyshyov en 1926.

Mapa actual de Moscú con la calle Tverskaya señalada con una línea de color rojo


Fotografías de la calle Tverskaya realizadas aproximadamente desde la esquina del pasaje Kozitskiy, cerca de la plaza Pushkinskaya, en dirección sur. La primera data de 1888 y es una de las más antiguas que se conocen de esta calle. En ella aún se puede ver, al fondo, una de las torres del Kremlin. La segunda se tomó en 1978, noventa años más tarde. Cualquier parecido entre ambas es pura coincidencia



Tres imágenes del inicio de la calle Tverskaya visto desde la plaza Manezhnaya (en dirección norte). La primera se tomó entre 1904 y 1910 –a la izquierda está el hotel Nacional, inaugurado en 1903. En la segunda imagen, de 1928, aún no han comenzado las reformas urbanísticas, pero las pancartas en la calle y en la casa de la derecha denotan el cambio de época vivido en el país. En la tercera fotografía, correspondiente a las celebraciones del 1º de Mayo de 1947, se ve claramente cómo desaparecieron todos los edificios del lado derecho de este tramo de la calle, comenzando por el de la esquina, cuyo solar se convirtió en una parte más de la calzada para vehículos. El hotel Nacional, inamovible, sirvió de aparador de la propaganda soviética

Al margen de esos primeros cambios tras la Revolución de Octubre, es el año 1935 el que marca un antes y un después en el devenir de esta arteria moscovita. Con la llegada del Plan General aprobado por Stalin, la calle Tverskaya fue la primera de Moscú en ser sometida a lo que entonces se describió como una “cesárea” de la ciudad. Muchas de sus casas fueron demolidas o simplemente trasladadas de lugar, giradas incluso respecto de su posición original. Este fue el caso del hospital oftalmológico, un antiguo palacete que, en una misma maniobra, se movió hacia atrás, rotó un cuarto de vuelta y creció en altura. Hasta un total de cincuenta construcciones se desplazaron mediante raíles en una operación de ingeniería arquitectónica sin igual en toda la historia. Al finalizar las obras la anchura de su calzada se había triplicado (pasó de diecinueve a sesenta metros), dejando en comparación unas aceras laterales extremadamente estrechas.


Fotografías realizadas entre 1937 y 1938 (la primera) y entre 1945 y 1955 (la segunda) desde un punto de la calle Tverskaya entre los pasajes Voznesenskiy y Leontyevskiy (en aquella época, Stankevicha y Stanislavskogo), en dirección norte. Al fondo de ambas imágenes está la plaza Pushkinskaya. El edificio más alto en la primera fotografía es el mítico hotel Lux, que no se movió de su sitio durante la reforma urbanística. Las aceras, como puede verse, siguieron teniendo la misma anchura


Dos imágenes obtenidas (de nuevo) desde el Kozitskiy pereulok, pero ahora en dirección norte, con la plaza Pushkinskaya en la parte superior izquierda de la primera fotografía y justo en el centro de la segunda. Son de 1905 y 1939, respectivamente. En ellas se ve con claridad como en este trecho de la calle fueron las casas de la izquierda las que acabaron siendo derribadas

Uno de los objetivos de la reforma estalinista de Moscú fue facilitar la fluidez del cada vez más numeroso parque móvil motorizado que circulaba por el centro de la ciudad, muy lejos aún del que actualmente lo colapsa casi a diario. En el caso concreto de la calle Tverskaya, lo fue también que las tropas y vehículos militares del Ejército Rojo pudiesen desfilar por ella de forma masiva camino de la plaza Roja. Y lo mismo en relación a las manifestaciones populares de trabajadores soviéticos que marchaban periódicamente para rendir tributo a los dirigentes del Partido Comunista que posaban para ellos sobre el Mausoleo de Lenin. Todo ello en una reiterada demostración del poderío de la Unión Soviética que se prolongó hasta el final de sus días. De hecho, el plan urbanístico de 1935 preveía inicialmente la práctica desaparición de la plaza Roja tal como la conocemos hoy en día, incluyendo la demolición de su edificio más representativo, la Catedral de San Basilio. Con esta medida se pretendía convertir la plaza en una simple prolongación de la calle Tverskaya, conectando esta avenida directamente con el puente Bolshoy Moskvoretskiy y la isla Balchug. Algunas leyendas urbanas afirman que fue el mismo Stalin, recordando quizás su época de seminarista en Georgia, quien salvó la catedral de la piqueta. Sin embargo, otras fuentes aseguran que la presión social y los argumentos de arquitectos influyentes como Alekséi Schúsev consiguieron modificar el proyecto.

Así estaba previsto que quedase la plaza Roja en el proyecto de 1934 del Plan General de Reforma Urbanística de Moscú. Incluso se pensó en demoler la Catedral de San Basilio, que aún aparece en el centro de este montaje fotográfico. El de la izquierda es el frustrado edificio del Narkomtiazhprom, el Comisariado de la Industria Pesada que nunca fue construido


Fotografías de 1913 y 1980-1981 tomadas en dirección sur cerca del Museo de la Revolución, cuyas rejas exteriores aparecen a la derecha de ambas imágenes. El edificio de la izquierda, pintado de blanco y aumentado de altura en la imagen de 1980-1981, es el mismo que había allí sesenta y siete años atrás. Hay un detalle curioso en estas fotografías y es que el poste sobre la acera de la izquierda que aguantaba la catenaria del tranvía en 1913 es el que también sostenía los cables del trolebús en los años ochenta. La tecnología evolucionó pero parte de las infraestructuras de la URSS se conservó intacta durante décadas

El mismo año del inicio de la reforma, la calle Tverskaya pasó a llamarse calle Gorki, en homenaje al presidente de la Asociación de Escritores Soviéticos. El resultado final de las obras fue una avenida extremadamente ancha, con edificios altos, aceras muy justas y diez carriles asfaltados pensados únicamente para vehículos motorizados. El hecho de haber derribado, o movido, de forma alternativa sectores de casas situadas a ambos lados de la calle, hizo que ésta perdiese el carácter "serpenteante" de su trazado antiguo. Es así como los moscovitas la han conocido y vivido a lo largo de estos últimos ochenta años: una suerte de monumental pasillo ortogonal elaborado a base de pavimento y hormigón. Un símbolo del Moscú soviético que no ha dejado indiferente a nadie.


Imágenes de 1910-1912 y 1947-1950, respectivamente, del tramo final de la calle Tverskaya. Fueron tomadas en dirección norte desde la esquina de esta calle (llamada Tverskaya-Yamskaya en este sector) con la Yuliusa-Fuchica ulitsa. La iglesia de la derecha era la de San Basilio de Cesarea, demolida en 1935

Al fondo de la primera imagen (de las dos anteriores) se puede entrever una construcción plantada en medio de la calle Tverskaya y atravesada por los raíles del tranvía. Es el Arco de Triunfo de Osip Bové que en 1936 fue traslada a la avenida Kutuzovskiy, donde se encuentra actualmente. Esta fotografía es de la década de los años 20

Con el final de la URSS, la calle Tverskaya se convirtió en un importante eje comercial de la ciudad, compuesto sobre todo por tiendas de diseñadores de moda y telefonía móvil. Los viejos distintivos de la era soviética fueron desapareciendo poco a poco, comenzando por los hoteles Minsk e Intourist, demolidos y substituidos por establecimientos de lujo. La calle no cambió en su estructura, ni en su estilo arquitectónico, pero sí en su función. Riadas de personas dejaron de usar sus aceras para dirigirse con prisas a sus trabajos diarios y comenzaron a desfilar por ellas de forma más pausada, con el cuello girado y mirando de forma distraída los escaparates de las tiendas, sin el entusiasmo de las épocas heroicas. Mientras el papel de los peatones cambiaba de paradigma, el número de turismos privados circulando por el centro de la vía alcanzó proporciones apocalípticas. Tversakya dejó de ser un lugar de paso y se convirtió en un lugar de la ciudad al que ir expresamente.


Los colapsos circulatorios en Moscú, en particular en la calle Tverskaya, han alcanzado en ocasiones cotas legendarias. Ni siquiera la visión futurista de los arquitectos y planificadores urbanos de Stalin pudieron prever que algún día las anchas avenidas soviéticas serían incapaces de engullir todo el tráfico rodado de la ciudad 

Entre mayo y julio de 2016 se han llevado a cabo los trabajos para reducir la anchura de su tramo vial y ensanchar, proporcionalmente, la amplitud de las aceras. Se ha perseguido con ello algo muy similar a lo que hizo Stalin con su reforma de 1935, aunque adaptado a la nueva realidad de la sociedad del siglo XXI. La idea es que ahora las masas de viandantes consumistas puedan desfilar frente a los comercios de esta avenida con total holgura, sin más preocupación que la de gastar su dinero. Sin pancartas ni reivindicaciones, con el único propósito de reinventarse como individuos y aliviar, en la medida de lo posible, la gran pandemia de la postmodernidad: el vacío existencial que corroe por dentro a los seres humanos. La uniformización social que pretendía el comunismo se ha transformado, por obra y gracia de aquellos que la criticaban, en la homogeneización publicitaria y comercial de los ciudadanos del nuevo siglo. Ahora sólo somos lo que compramos y nada más. ¡Consumidores de todos los países, uníos... y venid a la calle Tverskaya!

Mayakovski


En la actualidad, la decoración urbana en la calle Tverskaya ofrece una extraña combinación entre la arquitectura estalinista de los años treinta y la publicidad global que inunda las calles de todo el mundo. En muchos casos, como el de la segunda imagen, las alteraciones en las fachadas están siendo bastante respetuosas con el entorno arquitectónico. Pese a todo, antes de la Revolución de Octubre los rótulos de los comercios se integraban mejor en los edificios decimonónicos de la calle. Lo demuestra la primera imagen, obtenida entre 1907 y 1910 en el cruce con el Kamergerskiy pereulok en dirección norte

Las diferentes webcam repartidas por la calle Tverskaya han captado la evolución de las obras de ampliación de sus aceras a lo largo de estos últimos meses:

1) Gazetnyy pereulok/Tverskaya ul. (dirección sur) [cámara HD]

5 de mayo (ensayo nocturno del desfile del Día de la Victoria)

7 de mayo (ensayo diurno del desfile del Día de la Victoria)

28 de mayo

11 de junio

19 de junio

2 de julio

15 de julio

23 de julio

24 de julio

 27 de julio

2) Gazetnyy pereulok/Tverskaya ul. (dirección sur)

 2 de mayo

 12 de julio

 23 de julio

27 de julio

3) Tverskaya ploshchad (Ayuntamiento) (dirección norte)

 5 de mayo (ensayo nocturno del desfile del Día de la Victoria)

 30 de mayo

 19 de junio

 23 de julio

24 de julio

4) Georgiyevskiy pereulok/Tverskaya ul. (Teatro Ermolova) (dirección norte)

5 de mayo (ensayo nocturno del desfile del Día de la Victoria)

27 de julio


jueves, 2 de octubre de 2014

Historias y leyendas de la Exposición de Logros de la Economía Nacional (VDNJ)

La ciudad de los sueños de la URSS

15 de septiembre de 2014 Carmen Marín, para RBTH

El Centro Panruso de Exposiciones, inaugurado en los años 30, encierra numerosas historias de logros y esfuerzos humanos.

El arquitecto Viacheslav Oltarzhevski hacía poco que había terminado el proyecto de su Ciudad de los sueños destinada a la Exposición de los Logros de la Economía Nacional de la URSS. En adelante, se esperaba el consentimiento del Kremlin. Y solo quedaría por determinar dónde sería construida su ciudad.

Oltarzhevski se tomaba con gran seriedad su proyecto y sabía que en antiguos tiempos, antes de construir una ciudad se consultaba a brujos y magos para determinar qué lugares poseían un buen campo energético y por ello decidió visitar a un astrólogo que le recomendaron sus amigos.

Y así, una tarde de verano de 1934, Oltarzhevski, se encontró perdido en la aldea de Golúbina a las afueras de Moscú mientras buscaba la casa del nombrado astrólogo, que resultó ser una viejecita, que en realidad fue la que lo encontró a él.

Después de muchas mediciones, la experta, abrió el mapa de Moscú y sus alrededores y marcó con el dedo una zona lejos de los límites de la capital. Viacheslav se sorprendió, le pareció que el lugar indicado no convenía para la Ciudad de los sueños. Era la perdida región de Ostánkino la nacionalizada finca de los Sheremétiev.

El título de conde y las ricas tierras le fueron otorgadas a Sheremétiev por Pedro I. El conde Piotr Borísovich era aficionado a la alquimia, poseía amuletos y talismanes y sabía que los brujos y los magos de todos los rincones acudían a los bosques de Ostánkino para realizar sus secretos rituales. Sheremétiev construyó aquí su bonita finca. Después de la nacionalización, el palacio se convirtió en el museo de la Servidumbre. Precisamente ese era el lugar que marcó la astróloga en el mapa: un lugar donde se cumplían los deseos.

Viacheslav no tenía fe en que aprobaran ese proyecto. La antigua finca de los Sheremétiev estaba muy lejos del centro de la ciudad. Pero la astróloga le insistió en que fuera al bosque, donde recibiría una señal y lo entendería todo.

La decisión de la creación de la Exposición de los Logros de la Economía Nacional de la URSS se tomó en el Segundo Congreso de Agricultores de 1935. Los mejores arquitectos del país debían presentar un proyecto para el concurso. La vida no era fácil. El país empezaba solo a sostenerse sobre sus pies y recuperaba fuerzas. Los trabajadores y los agricultores vivían duramente. Precisamente para ellos se creaba una zona con parques y fuentes, enormes pabellones en los que se podían ver las nuevas maravillas de la técnica y admirar los récords de la producción de los sovjoses.

La exposición debía ser la personificación de una rica, opulenta y exitosa vida. Demostrar al mundo el poder y bienestar de la Unión Soviética.

Oltarzhevski se dirigió a Ostánkino pero seguía sin ver ninguna perspectiva y pensó que había sido engañado como a un niño. Paseó largo rato hasta que llegó a un bello y sombrío estanque.

Ahí saco su bloc de notas y empezó a esbozar pabellones, esculturas y fuentes. En una hora diseñó una nueva Ciudad de los sueños. Observó su diseño y se asombró. Su proyecto correspondía sorprendentemente con la carta natal hecha por la astróloga: el Sol y los nueve planetas encerrados en una cruz. Oltarzhevsi tembló y se apresuró a abandonar el lugar encantado. Y en efecto en el plano de Oltarzhevski se ve claramente el sistema solar. La plaza de la Mecanización representa el Sol, alrededor de la cual se colocaron cuidadosamente los nueve pabellones-planetas.

El proyecto de Oltarzhevski lo aprobaron enseguida y él mismo fue designado arquitecto principal. Empezó la construcción y solo se realizó un cambio sustancial en el proyecto. En lugar del monumento a Lenin en la plaza de la Mecanización, debía erigirse un monumento al caudillo de todos los pueblos, Iósif Vissariónovich Stalin y a su alrededor debía formarse el nuevo universo socialista.

Pero nadie podía entender por qué en el auge del ateísmo, el Kremlin había aprobado un proyecto donde abiertamente se podían ver símbolos religiosos. Los caminos y senderos estaban dispuestos de tal manera que si se observaba atentamente el plano desde arriba, se podía ver claramente una cruz ortodoxa (ver minuto 5:48 del segundo enlace).

Stalin consideraba que la Exposición demostraba mejor que nada la fuerza y la superioridad de la URSS, que hacía poco tiempo había concluido el proceso de colectivización e industrialización. Pero pasarían aún algunos años hasta que se terminara de construir el complejo de la Exposición y mostrar a Occidente todo el poderío de la Unión Soviética era un tema urgente.

Y para ello sirvió la exposición de París de 1937, en la que la escultora soviética Vera Ignátieva Mújina presentaría su escultura monumental El obrero y la koljosiana. Precisamente en aquel entonces tenía problemas. Su marido, Zamkov era cirujano y no era admitido en ninguna clínica de Moscú. Después de un intento fracasado de emigrar, saquearon su laboratorio y esperaba el arresto de un día para otro. Era el año 1936. Mújina estaba segura de que solo el éxito en el concurso podía salvar su situación. Pero no le venía ninguna idea a la cabeza, ningún diseño. Por lo que decidió ir a inspirarse al bosque de Ostánkino. Tras un largo paseo por ahí, llegó a un bello y sombrío estanque y sintió de repente una inspiración inexplicable. Enseguida supo qué aspecto tendría su escultura. 

Mújina realizó la escultura El obrero y la koljosiana, en la que puso mucho de ella misma. Su marido, Alexéi Zamkov posó a menudo para su mujer. Las manos de la koljosiana son sus manos. Y lo más simbólico de la escultura es el pañuelo, del cual, el final recuerda a la cabeza de una serpiente ahogada por la mano de una mujer. Y aquí se esconde un misterio, puesto que las manos eran de su marido, simbolizaría que juntos debían luchar contra ciertas adversidades de la vida.

La escultura ya estaba terminada cuando enemigos de Mújina advirtieron a Stalin que la mujer del desgraciado Zamkov preparaba un sabotaje. Y que si se miraba de lado a la koljosiana, se podía adivinar a través de los pliegues del vestido el perfil de Trotski.

Stalin fue personalmente al estudio de Mújina a comprobar la veracidad del rumor. No encontró nada y confirmó el envío de la escultura a Francia. En París, la koljosiana trabajadora esperaba el triunfo. La estatua, sobre un basamento de 33 metros eclipsaba al águila alemana con la esvástica que se encontraba próxima a ella. Los franceses solicitaron que la escultura se quedara en París, pero el Gobierno de la Unión Soviética decidió retornar el logro nacional a Moscú.

Durante dos años no pudieron encontrar un sitio para colocarlo. O faltaba espacio, o algo no le gustaba a la propia Vera Ignátieva. En 1939 por fin encontraron el lugar para El obrero y la koljosiana, en la misma entrada de la Exposición agrícola recién construida. Terminó la amenaza del arresto de Zamkov, el marido de Mújina, y le ofrecieron trabajo en las mejores clínicas y hospitales de Moscú. A la inauguración del monumento fueron juntos. 

Oltarzhevski no estuvo en la inauguración de la escultura ni de la propia Exposición. Cuando la construcción estaba en su momento álgido, Oltarzhevski supo que el comisario del pueblo, Lazar Kaganóvich, no estaba contento con él. Cuando aparecieron en Ostánkino dos civiles extraños, Oltarzhevski comprendió enseguida que venían a por él. De pie, junto al estanque, no sabía qué pedir, si larga vida o ligera muerte. Le comunicaron que la construcción de la Exposición según su diseño quedaba interrumpida.

Le acusaron de propaganda de las ideas de Bujarin. Pero él mismo sabía que la causa era la ideada por él Ciudad de los sueños. Por aquel entonces, Kaganóvich había empezado a dirigir la construcción del metro. Se esperaba con impaciencia la apertura de la Exposición y por Moscú corrían rumores de que mientras Oltarzhevski construía un paraíso sobre a Tierra, no se sabía qué era lo que construía Kaganóvich bajo la tierra. Eso no le gustó a Kaganóvich y decidió quitar de en medio a Oltarzhevski.

Nombraron a Serguéi Chernysov como principal arquitecto de la Exposición que fue el que pasó a la historia y hasta ahora se le considera el autor del complejo de la Exposición. Chernysov intentó crear su propia Ciudad de los sueños, pero sin éxito, cada vez con más frecuencia volvía a los planos de Oltarzhevski y no encontró mejor salida que la de convencer a la Comisión de que el proyecto de su predecesor era realmente mejor. Se reanudó la construcción. El 1 de agosto de 1939 se inauguró la Exposición Agrícola de la Unión Soviética. El obrero y la koljosiana eran el emblema de la Exposición.

Pabellones adornados con estatuas que simbolizaban la abundancia y la tranquilidad impresionaban la imaginación del simple ciudadano soviético. En la plaza de la Mecanización se erigió un enorme monumento a Stalin. Y alrededor de él, como si fuera alrededor del centro del universo, se ubicaban diez pabellones en los cuales se adivinaban con facilidad los nueve planetas del sistema solar. Todo igual a como lo había planeado Oltarzhevski. Ir a la anual exposición de logros de la producción era el sueño de cualquier trabajador soviético.

Paradójicamente, en el auge de la propaganda atea, el lugar más socialista de la URSS era uno de los lugares más rezados donde se había acumulado una poderosa energía de los deseos.

Durante la Segunda Guerra Mundial se cerró la Exposición y curiosamente no cayó en ella ni una sola bomba en 30 hectáreas. Quedó intacta. Después de la guerra había que reanudarla y al complejo se añadió una majestuosa fuente que representaba a las 16 repúblicas de la URSS.

La segunda apertura de la Exposición tuvo lugar el 1 de agosto de 1954, ya después de la muerte de Stalin y Oltarzhevski fue de los primeros visitantes, su sueño se cumplió una vez más, tras salir de prisión volvió a ejercer de arquitecto.

El 12 de abril de 1961 voló al espacio exterior el primer cosmonauta. Y la maqueta del cohete en el que voló ocupó el centro del sistema solar en lugar del mandatario. El cohete, en el mismo centro como indicaba la carta astrológica de Oltarzhevski, ahora cobraba todo el sentido.

Hoy en día, esta Ciudad de los sueños sigue siendo un lugar especial en Moscú que aún esconde muchos misterios.

(Marín, C. (2014). La ciudad de los sueños de la URSS. Russia Beyond the Headlines, 15 de septiembre de 2015. Recuperado el 02 de octubre de 2014 en <http://es.rbth.com/blogs/2014/09/15/la_ciudad_de_los_suenos_de_la_urss_43573.html>)


 Docuficción en ruso de 45 minutos de duración que explica prácticamente la misma historia relatada en el artículo. La falta de subtítulos no es impedimento para seguir la trama sin ningún problema
 
 Reportaje producido por el canal ruso de historia 365 Дней con entrevistas realizadas a expertos en el VDNJ. Contiene numerosas filmaciones actuales y de archivo. El documental, que tampoco contiene subtítulos, dura 26 minutos

 Esta imagen es una captura realizada en el minuto 5:50 del segundo vídeo donde la polémica e imaginaria cruz ortodoxa aparece dibujada sobre una fotografía aérea del VDNJ. La flecha roja indica la dirección de entrada al recinto ferial pasando por debajo del Arco de Triunfo. En el centro de la cruz se halla la plaza de la Mecanización, frente al pabellón del Cosmos, donde antaño hubo una estatua de Stalin y donde actualmente se encuentra expuesto el cohete Vostok. Esta leyenda sobre la cruz, junto con otras como la del Mausoleo de Lenin y el zigurat, añaden más misterio a esta extraña mezcolanza de marxismo-leninismo y esoterismo astrológico que se encuentra en la imaginería simbólica de la Unión Soviética

Vyacheslav Konstantínovich Oltarzhevsky (Moscú, 1880 - Moscú, 1966) fue el arquitecto visionario que diseñó entre 1935 y 1939 el VSHV (BCXB, en cirílico), la "Exposición Agrícola de toda la Unión [Soviética]". Antes de enfrentarse a este proyecto, ya había trabajado como asistente de Alekséi V. Shchúsev en las obras de la "Exposición Agrícola, Artesanal e Industrial" de 1923, celebrada en los terrenos donde décadas después se instaló el Parque Gorki. Pese a que Oltarzhevsky luchó en la Guerra Civil como ingeniero del Ejército Rojo, fue detenido en 1939 mientras se encontraba coordinando los últimos trabajos en el VSHV, que no pudo acabar (ni siquiera pudo asistir a la inauguración celebrada el 1 de agosto de ese año). Se le acusó formalmente de trotskista por sus conexiones políticas con Nikolái Bujarin. No es descabellado suponer, como afirma el artículo, que fueron los celos de Kaganóvich los que condujeron a su arresto y deportación a un campo de trabajo. Pese a ser liberado en 1943, nunca más volvió a ser reconocido como el verdadero ideólogo del proyecto. A partir de entonces su actividad se limitó a colaborar en el diseño de algunos rascacielos construidos en la ciudad de Moscú. Por supuesto, a Oltarzhevsky tampoco le fue permitido participar en la ampliación y reconstrucción del VSHV realizada quince años después y que fue abierta al público el 1 de agosto de 1954. A partir de 1958 a la remodelada exposición se la denominó oficialmente VDNJ ("Exposición de Logros de la Economía Nacional") y tras la desaparición de la URSS el recinto fue rebautizado con el nombre "Centro Panruso de Exposiciones" (VVC o ВВЦ, en cirílico). En el extenso anecdotario soviético figura el hecho de que Oltarzhevsky consultase a una astróloga para ubicar correctamente el VSHV. Y que fuese deportado por trotskista y no por practicar la brujería en un Estado oficialmente ateo. También será recordado por su osado diseño planetario en el que Stalin se convirtió en el centro del "sistema solar soviético". Desde hace algunos meses el VVC vuelve a denominarse oficialmente VDNJ, su nombre entre 1958 y 1990

Serguéi Yegoróvich Chernyshev (Alexandrovka, 1881 - Moscú, 1963) fue el arquitecto y urbanista que "usurpó" el trabajo de Oltarzhevsky cuando éste fue detenido. Sin duda se trató de un personaje bien considerado por Stalin porque dirigió la gran reforma urbanística de Moscú de 1935. En su favor hay que decir que defendió la gran calidad del proyecto de Oltarzhevsky (sugiriendo continuar con su plan) aunque ha sido él quien consta oficialmente como creador de la Exposición Agrícola de la URSS de 1939

 Vera Ignátievna Mújina [o Múkhina] (Riga, 1889 - Moscú, 1953) fue la genial escultora soviética autora de la monumental 'El obrero y la koljosiana'. Ahora sabemos, además, que esta obra incomparable fue hecha por amor, para librar de la cárcel a su marido, el médico Alekséi Zamkov. Y que se trata de una escultura llena de elementos simbólicos que la convierten en una pieza única en la historia del arte soviético. Las manos del Zamkov sirvieron de modelo para ambas figuras, así que no es difícil imaginar en lo que estaba pensando Mújina cuando hizo que la koljosiana cogiese con fuerza la punta del pañuelo, como si estrangulase a una serpiente. Parece ser, sin embargo, que en aquel momento nadie captó la indirecta, distraídos quizás con la leyenda urbana sobre el "rostro escondido de Trotski"