domingo, 5 de noviembre de 2017

Paisajes de la Revolución: El piso franco del Comité Central en Petrogrado (Octubre de 1917)

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21 de octubre: Sverdlov y Stalin se reúnen con Lenin. La reunión histórica del 23 de octubre

"Sverdlov y Stalin han sido los primeros en ser prevenidos de la llegada del jefe a la capital. El 21 de octubre [según el calendario gregoriano, día 8 en el calendario juliano vigente en aquel momento] se reúnen con él en una vivienda obrera. Vladímir Ilich está ansioso por conocer el grado de preparación del ataque armado y del estado de ánimo de las masas insurreccionales. Encarga a los dos hombres que organicen una reunión del comité central en el plazo más breve, una reunión lo más amplia posible para debatir sobre el conjunto de los problemas planteados por la toma del poder, y obtener un voto de aprobación. Los responsables de enlace, Margarita Fofanova y Eino Rahja, presienten que el Estado Mayor «bajo-las-cruces» satisfará la demanda de Lenin. En 48 horas, Sverdlov y Stalin contactan y convocan a once de los veintiún miembros del comité central. La mayoría de los otros nueve están en provincias, sembrando el viento de la próxima tempestad. La histórica reunión se fija para el 23 de octubre [10 de octubre], al anochecer. El lugar: 32 muelle Karpova, bloque B3, piso 31. Es la casa donde vive Nicolás N. Sujanov, que fuera funcionario en la oficina de Turkestán bajo el nombre de Himmer. Él no ha cambiado de opinión desde marzo. En el periódico menchevique Novaia Jizn (Vida Nueva) continúa sosteniendo que la educación de las masas no ha alcanzado el nivel necesario para que puedan tomar el poder. Pero, si bien Sujanov está en contra de la insurrección, su mujer está a favor. Galina Constantinova Sujanova es la esposa bolchevique del líder menchevique. Ella es quien recibirá al comité central. (...)"







En el número 32 del naberezhnaya reki Karpovkiy (el embarcadero o muelle Karpova) continúa en pie el mismo edificio modernista donde Lenin se reunió el 10 (23) de octubre de 1917 con once miembros del Comité Central del Partido Bolchevique. Construido entre 1910 y 1911 por el arquitecto K.N. Roshefor, el bloque de apartamentos se encuentra situado en la esquina de esa calle con la ulitsa Vsévolod Vishnevskogo, justo enfrente del puente Karpovskiy. Al "bloque B3, piso 31" (que hay que interpretar como puerta o apartamento 31) se accede por la fachada paralela al río, en el lado derecho mirando hacia la esquina. Una placa junto a una de las ventanas recuerda esa mítica reunión. La tercera imagen es de 1925-1935 y la quinta de 1921-1930

"(...) Galina llegó a la revolución a través de su hermano Julio, que milita en Moscú; y se unió al bolchevismo por Lunacharski. Los debates son frecuentes en su casa, al que se suele designar como «el salón de Madame Stäel». Pero no hay nada aquí que se parezca al célebre salón de la calle de Bac. La habitación donde Mme. Sujanova recibe a los conspiradores es cuadrada, pequeña y tapizada de gris. Una sola ventana, decorada con cortinas que dejan entrar la luz. Hay un canapé con tres cojines junto a la ventana. En el centro, una mesa cuadrada de comedor cubierta con un mantel blanco que cae hasta el suelo y rodeada de sillas corrientes. En un rincón, una estantería igual que la que Lenin encontró en la habitación de Fofanova. (...)"


Durante años existió en este lugar un museo muy visitado durante la época soviética. El «salón de Madame Stäel» se conservó tal como estaba decorado en aquel lejano 10 (23) de octubre de 1917. Dicho museo ya no existe en la actualidad. Las fotografías son de la década de los años 70 

"(...) Ha llegado la noche. La única lámpara, de cadenas doradas que sujetan un globo de franjas verdes, ilumina la mesa.

Los bolcheviques del Comité Central deben ser doce, contando a Lenin. Se les ha dado individualmente el orden del día, tomando todas las precauciones. Lenin es escoltado por su fiel Rahja. Llevando documentación falsa que el partido había preparado para él cuando su precipitada marcha hacia Razliv, Vladímir llega el último al número 32, muelle Karpova. Le esperan once hombres. Lenin, sin barba ni bigote y con peluca, apenas es reconocible. Lleva su eterna corbata de lunares blancos, un traje oscuro de pantalón ancho y el chaleco que parece haber sido hecho para cobijar sus pulgares en las sisas.

Su nombre no figura en el acta de la reunión para que ninguna autoridad pueda enterarse de que ha vuelto a Petrogrado. De los que están allí, solo Sverdlov y Stalin lo han visto tras su regreso clandestino. Trotski está allí, por supuesto, junto con Dzerzhinski, Kaménev (que había alojado a Stalin en la casa de la bella Kató en Tiflis y que ahora es inseparable de su amigo Zinoviev, vuelto de la emigración al mismo tiempo que su maestro Lenin). A Trotski le encanta la voz de tenor de Zinoviev, «el agitador nato que sabe ceder a la agitación de las masas, conmoverse con sus emociones, pero que a menudo sacrifica los intereses reales a los éxitos del momento». Bubnov y Uritski, reclutados en la interdistritos, están entre los presentes. El benjamín de la asamblea es Gregorio Solkonikov, hijo de un médico, que entró en la lucha revolucionaria a los 17 años. Lomov, estudiante de derecho en París, que regresó de Ginebra en el tren precintado, comparte con Stalin la dirección de Pravda. Lomov, el hombre número once de la consulta histórica es el revolucionario menos conocido del partido. A su lado hay una mujer, la única mujer para representar a todas las que desde Sofia Petrovskaia, Vera Zasúlich, Vera Figner, Maria Spiridonova, han recorrido la larga noche romántica de la prerrevolución, exponiendo sus propias vidas. Esa mujer es la «virgen roja» Alejandra Kolontái, miembro del comité central, la misma que, desde Escandinavia, introdujo las Tesis de Abril de Lenin.

Tras haber sido puesta en libertad sin fianza en agosto de 1917, Kolontái milita sin descanso en los cuarteles, al lado del coloso Dybenko. Esta reunión es joven, Lenin tiene 47 años; Sverdlov, Bubnov, Zinoviev y Kamenev, 32; Stalin y Trotski, 38; Sokolnikov, 29. (...)"

1. V.I. Lenin (1870-1924). Imagen del líder bolchevique sin barba ni bigote, tal como asistió a la reunión del 10 (23) de octubre. La fotografía fue realizada tras su paso a la clandestinidad en julio de 1917, cuando se identificaba con un carnet a nombre de K.P. Ivanov, de profesión obrero

2. I.V. Stalin (1878-1953). Fotografía de 1917, con 38 años de edad

3. F.E. Dzerzhinski (1877-1926). Nacido en el seno de una familia perteneciente a la nobleza polaca, en 1896 abandonó sus estudios de matemáticas para dedicarse por entero a la agitación revolucionaria, siendo uno de los fundadores del Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y Lituania. En los siguientes veinte años, fue detenido en seis ocasiones y pasó once años en prisión o exiliado en Siberia, de donde escapó en tres ocasiones. Soportó todas estas vicisitudes gracias a su fe inquebrantable en el socialismo y en la construcción de una sociedad más justa, una fe que era más emotiva que teórica (desde el punto de vista del marxismo). Tras la Revolución de Octubre, el 20 de diciembre de 1917 fundó la «Comisión extraordinaria», conocida como «Cheka» por su acrónimo en ruso, la organización de inteligencia política y militar soviética rebautizada en 1922 como OGPU. Dzerzhinski fue director de ambas organizaciones hasta su fallecimiento, a causa de un infarto agudo de miocardio, el 20 de julio de 1926, a los 48 años de edad  

4. L.V. Trotski (1879-1940). Perteneciente a una familia de pequeños terratenientes judíos en Ucrania, comenzó estudiando la carrera de Matemáticas aunque acabó licenciándose en Derecho por la Universidad de Odessa. En 1896 se unió a círculos revolucionarios de tendencia socialdemócrata y en 1903 conoció a Lenin en Londres, incorporándose dos años más tarde a la redacción del periódico «Iskra». Participante activo en la Revolución de 1905, fue uno de los fundadores del primer sóviet en San Petersburgo. A lo largo de su vida fue detenido en numerosas ocasiones, acabando en dos de ellas exiliado en Siberia. Aunque inicialmente se alineó con las tesis mencheviques, más tarde evolucionó hacia el bolchevismo, siendo uno de los principales organizadores de la Revolución de Octubre. Durante los primeros meses de la nueva Rusia soviética ocupo la cartera de Comisario de Asuntos Exteriores, negociando con los alemanes la Paz de Brest-Litovsk. Más tarde, como Comisario del Pueblo para la Guerra, fue el artífice del Ejército Rojo, vencedor en la Guerra Civil Rusa sobre los ejércitos blancos y las catorce potencias extranjeras que les dieron apoyo. En 1929 tuvo que abandonar la URSS por sus discrepancias con los miembros del Politburó. Fue asesinado en 1940, durante su exilio en México, por orden de Stalin

5. L.B. Kámenev (1883-1936). Íntimo colaborador de Lenin desde 1902 y cuñado de Trotski (estuvo casado con su hermana Olga Bronstein), comenzó a relacionarse con círculos revolucionarios siendo aún un estudiante universitario, afiliándose al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia en 1901 y a su fracción blochevique dos años después (en 1903 se produjo la escisión del POSR). Tras la Revolución de Octubre se convirtió en el primer jefe del Estado soviético y en Presidente del Sóviet de Moscú, además de ocupar otros cargos en diferentes Comisariados. Tras la muerte de Lenin, formo una «troika» con Stalin y Zinóviev dejando fuera del poder a Trotski. Más adelante se unió con Zinóviev, Krúskaya, Sokólnikov y partidarios de Trotski en la llamada «Oposición Unida» en contra de Stalin. Expulsado en 1927 del Partido Comunista, fue posteriormente readmitido aunque permaneciendo inactivo hasta 1932. En el XVII Congreso del Partido de 1934 fue uno de los «arrepentidos» que realizaron discursos autocríticos para ganarse de nuevo el favor de Stalin. Pese a ello, fue juzgado en la célebre Casa de los Fusilamientos de Moscú y ejecutado en agosto de 1936

6. G.I. Zinóviev (1883-1936). Su vida de revolucionario corrió pareja a la de Kámenev, tanto en la militancia en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (al que se afilió en 1901) y en su elección del bando bolchevique en 1903, como en su participación en la «troika» (junto a Stalin) tras el fallecimiento de Lenin. Durante la Primera Guerra Mundial vivió exiliado en Suiza, regresando a Rusia en abril de 1917 en el célebre «tren blindado». Aunque en los años posteriores a la Revolución de 1905 se mostró como un extremista radical (era famoso por sus encendidos discursos), en 1917 moderó su postura y se alineó con las tesis favorables a la cooperación con otros grupos socialistas. Tras la Revolución de Octubre, él y Kámenev dimitieron del Comité Central por sus discrepancias con Lenin y la dirección del Partido. Es por ello que el líder bolchevique siempre los consideró unos «traidores». Zinóviev presidió el Soviet de Petrogrado entre 1917 y 1926 y el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista entre 1919 y 1926. A partir de aquí, su biografía política es casi idéntica a la de Kámenev, siendo ejecutados ambos el mismo día de agosto de 1936   

7. Yákov M. Sverdlov (1885-1919). De origen judío, en 1902 se afilió al POSR y más tarde a su fracción bochevique. Tras participar en la Revolución de 1905, pasó la mayor parte del tiempo encarcelado o deportado en Siberia (en una ocasión, después de ser delatado por el agente doble Malinovski). En marzo de 1917 fue liberado y se incorporó al Comité Central del Partido y al Comité Militar Revolucionario del Sóviet de Petrogrado, trabajando hasta el final de su vida junto a  Lenin. Fue uno de los principales dirigentes de la Revolución de Octubre y responsable directo de la ejecución del zar Nicolás II y de toda la familia Romanov, a quienes impidió pedir asilo político en otros países. Durante la Guerra Civil fue de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo arengando a la población rusa contra el Ejército Blanco. Favorable a la firma del Tratado de Paz de Brest-Litovsk, se convirtió en el primer Jefe de Estado «de facto» de la nueva Rusia soviética (de hecho, la URSS no se crearía hasta 1922, tres años después de su muerte). Falleció de gripe española en la ciudad de Oriol. Está enterrado en la necrópolis del Kremlin 

8. Aleksandra M. Kolontái (1872-1952). De origen aristocrático, su padre fue un general zarista y su madre la heredera de una acaudalada familia de campesinos fineses. En 1896 abandonó a su marido e hijo para afiliarse al partido socialista y trasladarse a estudiar a Zúrich, centro neurálgico de las mujeres revolucionarias de aquella época. En 1899 se afilió al POSR. Participó en la Revolución de 1905 y en la Conferencia de Zimmerwald en 1915, año en que se afilió al Partido Bolchevique. Fue elegida miembro del Comité Ejecutivo del Sóviet de Petrogrado y del Comité Central del Partido, en el que votó a favor de la insurrección armada. Después de la Revolución de Octubre fue nombrada Comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública. Durante su mandato se aprobó el derecho al divorcio y al aborto libre, así como el reconocimiento de los derechos de las mujeres soviéticas. En 1923 perdió parte de la influencia que tenía en lo círculos del poder de la URSS. Pasó a ejercer en el cuerpo diplomático, primero como embajadora en Noruega (la primera en la historia) y más tarde en Suecia y México. Murió en Moscú en 1952 semanas antes de cumplir los 80 años

9. Moséi S. Uritski (1873-1918). Muy cercano a los puntos de vista ideológicos de Trotski, con quien compartió exilio en Francia durante la Primera Guerra Mundial, este ucraniano de origen judío comenzó militando en el menchevismo. En el verano de 1917 se afilió al Partido Bolchevique y pasó a formar parte del Comité Militar Revolucionario del Sóviet de la capital rusa. Tras la Revolución, dimitió como Comisario del Sovnarkom y también como miembro del Comité Central del Partido por su oposición a la paz pactada con los Imperios Centrales. Se le designó entonces jefe de la Cheka en Petrogrado. Fue asesinado por un cadete militar el 30 de agosto de 1918, el mismo día en que Lenin sufría un atentado terrorista en Moscú. Está enterrado en el Campo de Marte

10. Gueorgui I. Lomov (1888-1938). Hijo de un noble y militante del POSR desde 1903, se licenció en Derecho en 1913 por la Universidad de San Petersburgo. Estuvo presente en el Instituto Smolny la noche del 25 de octubre de 1917 dirigiendo la insurrección armada contra el Gobierno Provisional de Aleksandr Kérenski. Tras la Revolución,  fue designado, acorde con su formación, Comisario del Pueblo de Justicia. Considerado un «comunista de izquierda», se opuso a la Paz de Brest-Litovsk de 1918. Más adelante ocupó otros cargos en organismos destacados de la URSS, como el Presídium del Consejo Supremo de Economía Nacional («Vesenja») o el Comité Estatal de Planificación. Fue arrestado en 1937, juzgado en el Colegio Militar del Tribunal Supremo de la URSS y ejecutado el 30 de diciembre de 1938. En 1956 fue rehabilitado póstumamente 

11. Andréi S. Bubnov (1883-1938). Formado en el Instituto Agrícola de Moscú y militante del PSOR y del Partido Bolchevique desde los primeros tiempos de ambas formaciones, se incorporó al Comité Central de la fracción bolchevique en 1909. A lo largo de su vida fue detenido en trece ocasiones, viéndose obligado a vivir exiliado en Siberia durante los años de la Primera Guerra Mundial. De regresó a Moscú después de la Revolución de Febrero de 1917, se unió al Comité Militar Revolucionario de esta ciudad y participó activamente en la Revolución de Octubre. Durante la Guerra Civil combatió con el Ejército Rojo en el frente ucraniano. Miembro de la oposición de izquierda, firmó en 1923 la «Declaración de los 46», una decisión de la cual se desdijo al año siguiente dando su apoyo explícito a Stalin. Fue recompensado por ello con el nombramiento como jefe político del Ejército Rojo. Posteriormente reemplazó a Anatoli Lunacharski como Comisario de Pueblo de Instrucción Pública, periodo durante el cual el paradigma educativo centrado en el aspecto ideológico se substituyó por el del entrenamiento en habilidades industriales prácticas. Fue expulsado del Comité Central en 1937, acusado de traición al pueblo soviético y ejecutado en el «Campo Especial Kommunarka» el 1 de agosto de 1938

12. Grigori Y. Sokólnikov (1888-1939). Nacido en Ucrania en el seno de una familia judía, a lo largo de su vida ejerció de economista, político, abogado y periodista. En 1905, con 16 años de edad, se unió a los bolcheviques moscovitas, siendo deportado de por vida en 1907. Aprovechando la expulsión de su país, estudió en la Sorbona graduándose en Economía y Derecho. En abril de 1917 regresó a Rusia en el «tren blindado» de Lenin. Tras la Revolución de Octubre, fue elegido diputado de la efímera Asamblea Constituyente y participó en las fallidas «negociaciones de Vikzhel» para la formación de un gobierno socialista de unidad. Fue así mismo el jefe de la delegación soviética que firmó la Paz de Brest-Litovsk. Como en el caso de Lomov, formó parte del aparato burocrático destinado a restablecer el funcionamiento del nuevo Estado soviético, con cargos en el Consejo Supremo de Economía Nacional («Vesenja») y en la Comisaría de Finanzas. Defendió la necesidad de potenciar el comerció exterior de la URSS y la creación de empresas mixtas, así como la abolición del monopolio estatal de diversos productos y la restauración de los bancos y el sistema de crédito. Pese a pertenecer al ala derecha del partido, Sokólnikov acabó uniéndose a la «oposición de izquierda». Todo ello, junto con sus grandes dotes diplomáticas, le granjeó la enemistad de Stalin. Caído en desgracia, fue detenido en 1936 y condenado a diez años de prisión por «sabotaje, espionaje y traición». Fue asesinado tres años después por otros prisioneros de la cárcel donde había sido recluido.

De los doce miembros del Comité Central reunidos el 10 (23) de octubre de 1917, solo dos llegaron a dirigir el país de forma directa (Lenin y Stalin) mientras que tres fallecieron prematuramente (Dzerzhinski, Sverdlov y Uritski) y seis fueron ejecutados o asesinados durante la etapa más dura del stalinismo (Trotski, Kámenev, Zinóviev, Lomov, Bubnov y Sokólnikov). Exceptuando a Stalin, solo Aleksandra Kolontái falleció de muerte natural a una edad avanzada  

"(...) Enio Rahja se ha quedado vigilando en la entrada del inmueble. Mmme. Sujanova interviene frecuentemente para recordar a los doce apóstoles que no deben molestar a los vecinos.

Sverdlov preside los debates.

La insurrección armada es inevitable –declara Lenin alisándose la peluca con las dos manos–. El comité central debe instar a todas las organizaciones del partido a aceptar esta propuesta y a debatir y resolver, partiendo de este punto de vista, todas las cuestiones précticas. La acción debe continuar en Moscú, en Minsk, en cada ciudad donde tenemos asegurada la mayoría de los soviets y de las tropas. Mañana se reúne en Petrogrado el congreso de los soviets de la región del Norte. Hay que convencerles para que se unan a nuestro movimiento. Debemos organizar, sin perder un minuto, el Estado Mayor de los destacamentos insurgentes, repartir las fuerzas, hacer avanzar a los regimientos fieles hacia los puntos más importantes, rodear el Palacio María donde está la sede del pre-Parlamento, ocupar la fortaleza de Pedro y Pablo, detener al Estado Mayor general y al Gobierno, enviar a los junkers destacamentos dispuestos a morir, ocupar las centrales telegráficas y las estaciones...

–Ante la historia, ante el proletariado internacional, ante la revolución rusa y la clase obrera rusa, no tenemos derecho a jugarnos todo nuestro futuro a una sola carta, la de la insurrección armada –protesta Zinoviev.

–Alertamos sobre esta política nefasta –insiste Kaménev–. No debemos intentar hacer nada antes de la Constituyente. Ciertamente, la historia conoce casos en los que la clase oprimida no ha podido elegir y ha luchado aún sabiendo que sería derrotada. ¿Es que la clase obrera se encuentra en esta situación? ¡No, mil veces no! Tenemos a la burguesía con un cañón de revólver apuntándole en la sien. Ese revólver es el ejército de los soviets.

–Un revólver si balas –critica Stalin.

–Con balas, se llama insurección –replica Lenin.

–La toma del poder es necesaria –argumenta Trotski–. Pero deber ser obra de los soviets que controlamos y no solo del partido. En pocos días, el 2 de noviembre al parecer, se va a reunir el II Congreso de los soviets de todas las Rusias. Esperemos a esta reunión nacional para declarar que el poder les pertenece. El Gobierno de Kérenski se verá obligado a inclinarse.

Exasperado por las posturas de los «lugartenientes» Zinoviev y Kaménev y contrariado por las sutiles dudas de Trotski, Lenin se pasea nervioso por la habitación.

–Tergiversar es un crimen –dice–. Los bolcheviques deben tomar el poder inmediatamente. Esperar al Congreso panruso es un juego pueril de formalismo, un juego vergonzoso, una traición a la revolución. Hay que proceder a la insurrección ya. Si se actúa con firmeza desde arriba, la acción será garantizada por la base. Una decisión de este calibre no puede salir de una asamblea tan extensa como el Congreso panruso. El soviet de Petrogrado ha creado un comité militar revolucionario (CMR). Sirvámonos de él.

Galina Sujanova provoca una pausa en la sesión al traer té y bocadillos.

Se retoma la discusión sobre el CMR, instituido por el soviet de Petrogrado el día siguiente del putsch de Kornilov, cuando la mayoría era todavía de los partidos conciliadores. Su objetivo era oponerse a las fuerzas contrarrevolucionarias de la derecha. Pero después, Trotski provocó el golpe de efecto al obtener la renovación del presídium, que ahora es de mayoría bolchevique. El CMR debe seguir. Hombres del temple de Krylenko, que fue jefe durante la etapa de Cracovia, que pisoteó sus galones y condecoraciones, forman parte de él. En manos del CMR, la insurrección no será solo obra de los bolcheviques, sino del soviet de la capital, fuente natural del poder revolucionario.

Al dictado de Lenin, Sverdlov escribe la resolución que será sometida a votación. El texto deja conscientemente en blanco la fecha de la insurrección armada, con el fin de conseguir los votos trotskistas. Lo que quiere Lenin es trasladar la insurrección del terreno de las conjeturas al de la realidad.

Se levantan diez brazos para aprobar la toma del poder inmediatamente. Zinoviev y Kaménev permanecen en sus posiciones:

–Exigimos una sesión plenaria del comité central y una segunda votación. –dicen.

Son las tres de la madrugada. Mme. Sujanova hace salir a sus huéspedes de uno en uno. Algunos esperarán a que amanezca sobre el canapé. Lenin es el primero en salir. Rahja le espera en el muelle. El domicilio de Fofanova queda muy lejos y Vladímir va a dormir a casa del mecánico Ugo Yalava, la cual está cerca. Cuando la noche se hace más oscura una voz le dice a Lenin, cubierto con una simple chaqueta:

–La noche es fría, camarada. Toma mi abrigo.

Lenin lo rechaza. Pero «Félix-de-hierro» lo convence con una frase:

–Camarada, es una orden del comité central.

(Ollivier, J.-P. (1967) ¿Cuándo amanecerá, camarada? Crónica de la Revolución rusa: 1876-1917. Madrid: Clave intelectual, 2017, pp. 297-301)


2 comentarios:

  1. Un relato muy importante dentro de la maravillosa historia bolchevique,como todos los artículos y fotografias que poneis.

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  2. Muy interesante y currado de verdad. Gracias :-)

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