jueves, 23 de abril de 2015

10 secretos del legendario hotel Rossía

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El hotel Rossía, fotografiado en 2004 

El año pasado se cumplió el quincuagésimo aniversario del inicio de las obras del hotel Rossía, el principal símbolo de la hospitalidad soviética en la ciudad de Moscú. Inaugurado el 15 de enero de 1967, su construcción en el malecón Moskvoretskiy, junto a la Catedral de San Basilio, duró tres años. La historia de este coloso arquitectónico es una metáfora del signo de los tiempos en Rusia. Fue proyectado en la época de Jrushchov, finalizado bajo el mandato de Brézhnev y derribado en plena era postsoviética. Tras treinta y nueve años alojando a miles de huéspedes, cerró sus puertas el 1 de enero de 2006. Tres meses más tarde, protegido por una enorme valla, el hotel comenzó a ser derribado planta por planta. Una demolición casi artesanal que tardó más de un año en concluir: la explosión controlada de su estructura hubiese dañado los cimientos del Kremlin, situado a tan solo unos cientos de metros de distancia. A finales de 2007 toda aquella mole de hormigón se había transformado en una inmensa explanada junto a la plaza Roja. Un solar vacío, inaccesible y aislado de la mirada de los peatones.

El motivo de este abrupto final nunca ha sido aclarado del todo. Según las autoridades municipales, las instalaciones del hotel "se habían quedado obsoletas", una justificación muy poco verosímil en una construcción que era relativamente moderna. Lo más probable es que su desaparición formase parte de una operación urbanística que hubiese resultado muy lucrativa para algunas élites económicas del país. La idea inicial era construir en su lugar un gran centro de ocio y cultura diseñado por el arquitecto norteamericano Norman Foster. Un proyecto que incluía, paradójicamente, un nuevo hotel. Sin embargo, la llegada de la crisis inmobiliaria hizo imposible comenzar las obras. El proyecto de Foster acabó olvidado en el cajón de algún despacho burocrático mientras la hierba crecía cada vez más alta en el interior del descampado. Como dice el refrán, ojos que no ven, corazón que no siente. Durante estos últimos ocho años, los moscovitas han transitado cada día alrededor de este erial fantasmagórico ignorando progresivamente su existencia. Sin embargo, después de casi una década de abandono, parece ser que el terreno donde antaño vivieron y pernoctaron decenas de miles de personas se convertirá en un parque público abierto a la población. Un final feliz para una rocambolesca historia que se remonta a los años treinta, mucho antes de que el hotel fuese ni tan siquiera un esbozo.

 Fotografía del año pasado con el solar donde se encontraba el hotel Rossía. Continúa así desde el año 2007
 
El devenir del hotel Rossía (o Rossiya) es tan surrealista como inesperado fue su final. Ocupó la superficie donde antiguamente se encontraba el barrio de Zaryadye, en la parte sur de la muralla de Kitái Górod. Este barrio había perdido una parte de sus casas durante la gran reforma urbanística de 1935, que incluyó la ampliación del puente Moskvoretskiy. A finales de los años cuarenta el resto de las viviendas fue arrasado definitivamente para edificar en sus terrenos el que sería el octavo "rascacielos de Stalin", uno de esos edificios altos con forma de tarta de boda que tanto destacan, incluso hoy en día, en el skyline de Moscú. Lo diseñó Dmitri Nikolaévich Chechulin (1901-1981), jefe de los arquitectos de Moscú y autor también del vecino rascacielos Kotelnicheskaya. Cuando ya se había construido una estructura de acero de ocho pisos de altura, Stalin falleció en 1953 y las obras quedaron paralizadas. Al año siguiente la estructura fue desmantelada e incluida en el armazón del Estadio Central Lenin (conocido después como Estadio Olímpico Luzhnikí), inaugurado en 1956. De esta forma, el solar junto al río Moscova quedó de nuevo libre de toda construcción a la espera de algún proyecto viable. El de Norman Foster no ha sido pues el único fracaso urbanístico que ha conocido este espacio de la ciudad.

Se dice que Dmitri Chechulin tardó mucho tiempo en superar el shock que le produjo la cancelación de su trabajo. Por fortuna para él, al cabo de unos años el Politburó le confió la construcción del hotel Rossía en aquel mismo emplazamiento. A juzgar por las cotas de megalomanía que alcanzó esta obra, es más que evidente que Chechulin la utilizó como terapia para superar la frustración que arrastraba desde 1953. La magnitud desmesurada del hotel no es ajena a las proporciones del rascacielos que tenía que haber habido en su lugar. 

El hotel Rossía fue construido siguiendo los dictados del Estilo Internacional, un punto de vista arquitectónico expuesto por primera vez en 1932. Se caracterizó por el énfasis en la ortogonalidad, el empleo de superficies lisas desprovistas de ornamentos, el aspecto visual de ligereza, el uso de la técnica del voladizo, la homogeneidad de los materiales empleados, la utilización de hormigón armado, la creación de amplios espacios interiores y la construcción de edificios similares integrando un conjunto unitario. Compartía características formales con el Movimiento Moderno y el Funcionalismo y tuvo como impulsores a nombres legendarios de la arquitectura internacional como Le Corbusier, Gropius y Mies van der Rohe.

En el caso concreto del hotel Rossía, llamaba la atención la regularidad y la simetría de sus formas ortogonales, la poderosa sensación de solidez que transmitía desde el exterior, la impresionante torre de veintitrés pisos que se alzaba por encima del resto del hotel y el enorme volumen del patio interior, abierto al cielo y limitado por los cuatro edificios perimetrales de doce plantas de altura.

La torre-mirador del hotel Rossía

 Estos son algunos de los secretos de su breve historia:

1) Como ya se ha comentado más arriba, en el sitio ocupado por el hotel Rossía tenía que haber existido un "rascacielos estalinista" de 32 plantas y 275 metros de altura. La leyenda dice que Lavrenti P. Beria (1899-1953), jefe del NKVD, pretendía instalar en él su despacho privado para poder observar el Kremlin "desde arriba", toda una metáfora del poder panóptico de los servicios secretos soviéticos. El rascacielos nunca se llegó a construir y Beria acabó siendo ejecutado en un calabozo meses después de la muerte de Stalin.

 El hotel Rossía en 1967, el año de su inauguración

2) Fue llamado durante algún tiempo el "Hilton ruso". Chechulin y su equipo de arquitectos viajaron por Europa y EE.UU. recabando ideas para la construcción del hotel. Incluso consultaron personalmente a los gestores de la famosa cadena Hilton. Nikita Jrushchov dio el visto bueno al proyecto en 1960. No es el único ejemplo de influencia occidental en la arquitectura moscovita de aquella época: los rascacielos de Novi Arbat están inspirados en los de Nueva York, después de la visita que hizo Jrushchov a los EE.UU.  

Vista desde una de las habitaciones en 1971

3) En el momento de su inauguración se convirtió en el hotel más grande del mundo, con 3.170 habitaciones. Fue inscrito en 1970 en el Libro Guinness de los Récords. Años más tarde otros establecimientos extranjeros lo superaron en tamaño. Sin embargo, hasta el último día en que funcionó como hotel, el 31 de diciembre de 2005, siguió siendo el más grande de Europa y uno de los mayores del mundo.
 
Apartamento de dos habitaciones en el ala Oeste del hotel Rossía, fotografiado en 1966, antes de su apertura

4) En tiempos soviéticos, el porcentaje de ocupación del hotel solía alcanzar la sorprendente cifra del 105%. Las habitaciones tenían que ser abonadas con antelación y eran ocupadas justo en el momento en que caducaba el período de estancia del cliente anterior. Un soviético sin influencia o sin un cargo relevante no podía aspirar a alojarse en el Rossía. Y no por una cuestión económica, como sucede ahora con los hoteles de lujo, sino por el overbooking permanente en sus instalaciones. Esta circunstancia inspiró una escena muy recordada en la película de culto Mimino (Georgiy Daneliya, 1977).
 
 Fotograma de una escena de la película "Mimino" (1977) situada en el hotel Rossía

5) El 25 de febrero de 1977 se produjo en el hotel Rossía uno de los incendios más devastadores de la historia de Moscú. Murieron cuarenta y dos personas y cincuenta y dos más resultaron heridas, entre empleados, huéspedes y bomberos. La noticia no fue comunicada oficialmente a la población hasta el 1 de marzo. Ese día un artículo en el diario "Trud" dio a conocer el incidente. Las causas del incendio nunca han sido esclarecidas y no se descarta que hubiese sido intencionado. Las leyendas que circulan por la ciudad hablan de la "maldición del Rossía". Sin embargo, a partir de aquel suceso se prohibió el uso de fogones y calentadores por inmersión en las habitaciones de todos los hoteles de la URSS. Un mosaico titulado "Edad de Fuego" homenajea a las víctimas de aquella catástrofe en el edificio de la Administración de Emergencias de Moscú.

Consecuencias del incendio en febrero de 1977

6) En el subsuelo del hotel había un búnker a prueba de ataques nucleares. De hecho, en el proyecto del octavo rascacielos de Stalin ya se contemplaba este espacio. Según los expertos, se construyó para proteger a los delegados de los partidos comunistas de otros países que se encontrasen reunidos en el Palacio de Congresos del Kremlin. Una leyenda urbana afirma que durante la demolición del hotel se descubrió la existencia de una completa red de túneles que lo comunicaba con el interior del Kremlin. Es posible que esta estructura subterránea siga existiendo en la actualidad, bajo el descampado del malecón Moskvoretskiy.
 
 Vista del restaurante del hotel Rossía, en 1967

7) En 2001 se retransmitió desde el interior del hotel Rossía el primer reality show de la historia de la televisión rusa: 'Za Steklom' ('Detrás del Cristal'). Tenía el mismo formato que el conocido programa 'Big Brother', creado en 1999 por la productora holandesa Endemol. 'Detrás del Cristal' fue un espacio tan polémico como su "hermano" occidental. Sin embargo, se da la circunstancia de que su creador, un personaje anónimo de quien incluso hoy en día se desconoce su identidad, dijo haberlo ideado en 1989, en tiempos de la Perestroika y diez años antes de que Endemol comenzase a emitir 'Big Brother' por televisión. Dijo además que se basó en la novela de 1921 titulada 'Nosotros', del escritor ruso Yevgeni Zamiatin (1884-1937). Dicha novela inspiró la obra de George Orwell '1984', que a su vez sirvió de base para la creación del 'Big Brother' europeo. Un galimatías de influencias y complicidades entrecruzadas con la extraordinaria historia del hotel Rossía como telón de fondo. Era un claro síntoma de los nuevos aires consumistas llegados tras la desaparición de la URSS. 

 Cola para acceder al "apartamento" del programa 'Za Steklom', construido en 2001 en el interior del hotel Rossía. La segunda edición del programa cambió de ubicación y se celebró en los estudios de televisión de Ostankino

8) Durante sus 37 años de funcionamiento, el hotel atendió a más de once millones de huéspedes, entre los que se encontraban dos millones de visitantes extranjeros.

 Las llaves del hotel Rossía fotografiadas en 1966

9) En 1993 frente a la entrada de la sala de conciertos se colocaron en el suelo noventa estrellas doradas con los nombres de las figuras más relevantes del panorama artístico ruso, como Leonid Utesov, Sofía Rotaru y Oleg Gazmanov. Se trató de una burda imitación del Paseo de la Fama de Hollywood, muy propia de aquella época de deriva identitaria en tiempos de Borís Yeltsin. Tras la demolición del hotel Rossía las estrellas y las baldosas de mármol fueron trasladadas al estadio Luzhnikí.

 Un fan besa la "etoile" de Utesov frente al hotel Rossía

10) Una vez derruido, algunos empresarios moscovitas se platearon la posibilidad de aprovechar una parte del hormigón de los escombros para la construcción de otro hotel en las afueras de la ciudad. Concretamente, uno de dos estrellas. Sin embargo, el derecho legal a hacer uso de esos materiales planteó serias dudas a los inversores del nuevo establecimiento. Finalmente, la idea fue desestimada. Algunos rumores apuntan a que hubo quien incluso pretendió subastar los escombros al mejor postor. En cualquier caso, se desconoce el destino final de esa ingente cantidad de material que surgió del derribo del colosal edificio. Algunas personas afirman que fueron triturados y utilizados como refuerzo en el proceso de asfaltado de ciertas calles. Sea como sea, es más que probable que entre ese hormigón quedasen restos de los numerosos micrófonos que el KGB había instalado en las paredes de las habitaciones del hotel.

 Obras de demolición del hotel Rossía, entre 2006 y 2007

 Mural conmemorativo en el patio de la Oficina Principal del Servicio de Bomberos de Moscú, en el distrito de Prechistenskaya. Aquí se encuentra centralizado el servicio de emergencias de la ciudad. En el mural se recuerda el incendio del hotel Rossía en 1977 y también el del Teatro Bolshói en 1853


 La estación de emergencias se encuentra situada en la calle Prechistenka número 22, a medio camino entre la Catedral de Cristo Salvador y el bulevar Zubovskiy (del Anillo de los Jardines). La flecha señala la pared del patio donde se halla el mural, que es visible desde la calle




 El parque de bomberos de Prechistenskaya, fundado en este lugar en 1770, contiene un interesante museo con una fascinante colección de miniaturas relacionada con el tema de los incendios


2 comentarios:

  1. Un apasionante recorrido.

    Después de recorrer su blog, solo queda pasear por las calles de Moscú.

    Muchas gracias

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  2. Gran artículo. Gracias

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