"«El Teatro del Arte es tan soberbio como la Galería Tretiakov, la catedral de San Basilio y todo lo que hay de admirable en Moscú. Es imposible no quererlo», dijo Máximo Gorki, cuya obra Bajos Fondos, interpretada allí fue una de las piedras angulares del nuevo teatro. El Teatro del Arte (abreviado MJAT) nació durante una comida entre Konstantín Stanislavski, hijo de un mercader y director de un grupo de aficionados, y Vladímir Nemiróvich-Dánchenko, dramaturgo y escritor. Empezaron a hablar el 22 de junio de 1897 en el restaurante Bazar de los Eslavos y siguieron en la dacha hasta el día siguiente. La conversación, que duró dieciocho horas, cimentó las bases del nuevo teatro y del sistema Stanislavski, cuyos preceptos ya llevan más de cien años marcando el desarrollo del teatro.
El 1898 el Teatro del Arte, gracias al apoyo de varios mecenas y del propio Stanislavski, estrenó su primera obra, El zar Fiódor Ivánovich de Aléxei Tolstói, en un teatro alquilado en el Jardín Ermitage. La profunda y psicológica interpretación, los esmerados decorados y accesorios (en parte encontrados en las expediciones etnográficas organizadas con los actores) supusieron una percepción diferente del arte escénico: no era un simple pasatiempo, debía ser al contrario una escuela existencial. El teatro aguantó aún cuatro años en el Ermitage. En cierta ocasión, Stanislavski estuvo a punto de cancelar una representación porque no se podía vestir, el traje colgado de la pared se había helado. El nuevo concepto del arte exigía condiciones más convenientes, es decir las que habían sido establecidas en el Bazar de los Eslavos.
Antes de poder exigir que el actor transmita arte, hay que crear para él condiciones dignas. Tradicionalmente, tres cuartas partes partes del teatro pertenecen al público; pasillos, ambigús y salas para fumadores. En el resto se amontonan los decorados y los sucios y angostos camerinos por debajo del escenario. «El teatro debe ser una casa para los actores. Los camerinos decorosos, limpios como una patena», proclama Stanislavski, lo que le parece igual de importante que los principios creativos: «No hay papeles pequeños, sino actores pequeños». «Hay que amar el arte dentro de sí, y no amarse a sí mismo en el arte»...
Hacía falta una fortuna para construir un nuevo teatro, y en ese momento apareció Sava Morózov: el mercader se convirtió en la tercera figura clave del teatro. En el caso de Sava Morózov el cambio generacional fue más que patente. Su madre, que pertenecía a los viejos creyentes, era una de las mujeres más ricas de Rusia, pero nunca utilizó la electricidad, ni salió de viaje, ni abrió un periódico hasta su muerte en 1911. Su hijo, en cambio, estudió física y química en Inglaterra y empezó una tesis en Cambridge. Nombrado por su padre director de la fábrica familiar, modernizó la tecnología, mejoró la situación de los obreros e incluso fomentó entre ellos la distribución de literatura ilegal de tendencia marxista, lo cual le parecía educativo. Su padre le tachó de socialista y puso la mayor parte de los bienes a nombre de la madre. Al conocer a Stanislavski, Sava Morózov se contagió de su pasión por las artes escénicas. Literalmente regaló al teatro su nuevo edificio, donando más de medio millón de rublos para las obras. Otra importante donación fue la del arquitecto Fiódor Shéjtel: hizo gratis el proyecto de reconversión de un antiguo cabaret. «En pocos meses un burdel se convirtió en el templo del arte», recordaba Stanislavski. Durante el verano de 1902, cuando empiezan las obras, Sava pasa sus vacaciones en Moscú, durmiendo en el teatro, en una pequeña habitación en medio de ladrillos, yeso y pintura; parecía un albañil en vez de un mecenas millonario. Las obras, supervisadas por él día y noche, iban con tanta rapidez que Shéjtel tenía que precisar los detalles del proyecto sobre la marcha, dibujando con tiza en la pared.
Por dentro el edificio cambió de arriba a abajo: interiores sobrios y elegantes, modernos equipos técnicos, escena rotatoria, camerinos y dependencias cuidados. Cuando Stanislavski lo vio acabado, pronunció su famosa frase: «El teatro empieza en el guardarropa». Se interpretó de forma metafórica, pero no era más que un piropo al proyecto de Shéjtel, realizado por Morózov. Por falta de medios, hubo que conservar la antigua fachada, aunque enriquecida con algunos detalles, sobre todo el portal modernista añadido en un extremo con un relieve de la escultora Anna Golúbkina: una gaviota sobre el mar. La gaviota de Chéjov, el primer y rotundo triunfo del Teatro del Arte, que logró «amaestrar» esta obra indomable, quedó representada en su emblema y en su edificio.
Sava Morózov pasaba todos sus ratos libres en el teatro, participando en los detalles de las puestas en escena. Se hizo miembro del consejo artístico, proponía y discutía, a veces sobrepasando en sus atribuciones. Se ofreció a ser regidor y trajo del extranjero los equipos más modernos. Para sentir la presencia de su personalidad hay que trasladarse a la calle Spiridónievka, donde vivió en un palacio neogótico, por supuesto, obra de Shéjtel. Ahora el palacio de Sava Morózov se usa para recepciones del Ministerio de Asuntos Exteriores. (...)
Con los años, la relación de Sava con el teatro del Arte empezó a deteriorarse. Nemiróvich-Dánchenko no toleraba sus intervenciones en la dirección artística; además, su turbulento romance con la actriz María Andréieva, que se aprovechaba de él para financiar a los bolcheviques, acabó con la traición de Andréieva con un amigo común, Máximo Gorki. La vida iba perdiendo sentido y en 1905 Sava Morózov se pegó un tiro en el Royal Hotel de Cannes. (...) En 1923, durante la triunfal gira del Teatro del Arte por los Estados Unidos, Stanislavski habló de Morózov, de su «indomable alma rusa», a los mecenas norteamericanos: «No podían comprender a este hombre, convencidos como estaban de que el mecenazgo tiene ante todo que reportar beneficios».
El MJAT sigue existiendo, sus espectáculos ya no lucen tanto, pero el edificio conserva el aire de sus decenios gloriosos. Una hora antes de los espectáculos se puede pedir permiso para dar una vuelta por sus pasillos y ver las fotos de las representaciones, los actores y directores, las de los autores, desde Tolstói y Dostoievski hasta Bulgákov y Pasternak. Es el pasado vivo que sigue llenando el alma del teatro. En medio de un salón vemos la escultura de Stanislavski y Nemiróvich unidos como si fueran hermanos siameses, en el otro está el busto de Sava Morózov con sus rasgos tártaros y una mirada triste. Para su centenario, en 1998, el MJAT recibió un regalo de la ciudad: la calle se hizo peatonal, aparecieron farolas y bancos modernistas y una hermosa estatua de Chéjov, que había escrito la mayor parte de sus obras pensando en este teatro. La calle Kamerguerski resultó mucho más acogedora y elegante que Arbat. Será por el campo de fuerza que sigue irradiando el teatro...".
Antes de poder exigir que el actor transmita arte, hay que crear para él condiciones dignas. Tradicionalmente, tres cuartas partes partes del teatro pertenecen al público; pasillos, ambigús y salas para fumadores. En el resto se amontonan los decorados y los sucios y angostos camerinos por debajo del escenario. «El teatro debe ser una casa para los actores. Los camerinos decorosos, limpios como una patena», proclama Stanislavski, lo que le parece igual de importante que los principios creativos: «No hay papeles pequeños, sino actores pequeños». «Hay que amar el arte dentro de sí, y no amarse a sí mismo en el arte»...
Hacía falta una fortuna para construir un nuevo teatro, y en ese momento apareció Sava Morózov: el mercader se convirtió en la tercera figura clave del teatro. En el caso de Sava Morózov el cambio generacional fue más que patente. Su madre, que pertenecía a los viejos creyentes, era una de las mujeres más ricas de Rusia, pero nunca utilizó la electricidad, ni salió de viaje, ni abrió un periódico hasta su muerte en 1911. Su hijo, en cambio, estudió física y química en Inglaterra y empezó una tesis en Cambridge. Nombrado por su padre director de la fábrica familiar, modernizó la tecnología, mejoró la situación de los obreros e incluso fomentó entre ellos la distribución de literatura ilegal de tendencia marxista, lo cual le parecía educativo. Su padre le tachó de socialista y puso la mayor parte de los bienes a nombre de la madre. Al conocer a Stanislavski, Sava Morózov se contagió de su pasión por las artes escénicas. Literalmente regaló al teatro su nuevo edificio, donando más de medio millón de rublos para las obras. Otra importante donación fue la del arquitecto Fiódor Shéjtel: hizo gratis el proyecto de reconversión de un antiguo cabaret. «En pocos meses un burdel se convirtió en el templo del arte», recordaba Stanislavski. Durante el verano de 1902, cuando empiezan las obras, Sava pasa sus vacaciones en Moscú, durmiendo en el teatro, en una pequeña habitación en medio de ladrillos, yeso y pintura; parecía un albañil en vez de un mecenas millonario. Las obras, supervisadas por él día y noche, iban con tanta rapidez que Shéjtel tenía que precisar los detalles del proyecto sobre la marcha, dibujando con tiza en la pared.
Por dentro el edificio cambió de arriba a abajo: interiores sobrios y elegantes, modernos equipos técnicos, escena rotatoria, camerinos y dependencias cuidados. Cuando Stanislavski lo vio acabado, pronunció su famosa frase: «El teatro empieza en el guardarropa». Se interpretó de forma metafórica, pero no era más que un piropo al proyecto de Shéjtel, realizado por Morózov. Por falta de medios, hubo que conservar la antigua fachada, aunque enriquecida con algunos detalles, sobre todo el portal modernista añadido en un extremo con un relieve de la escultora Anna Golúbkina: una gaviota sobre el mar. La gaviota de Chéjov, el primer y rotundo triunfo del Teatro del Arte, que logró «amaestrar» esta obra indomable, quedó representada en su emblema y en su edificio.
Sava Morózov pasaba todos sus ratos libres en el teatro, participando en los detalles de las puestas en escena. Se hizo miembro del consejo artístico, proponía y discutía, a veces sobrepasando en sus atribuciones. Se ofreció a ser regidor y trajo del extranjero los equipos más modernos. Para sentir la presencia de su personalidad hay que trasladarse a la calle Spiridónievka, donde vivió en un palacio neogótico, por supuesto, obra de Shéjtel. Ahora el palacio de Sava Morózov se usa para recepciones del Ministerio de Asuntos Exteriores. (...)
Con los años, la relación de Sava con el teatro del Arte empezó a deteriorarse. Nemiróvich-Dánchenko no toleraba sus intervenciones en la dirección artística; además, su turbulento romance con la actriz María Andréieva, que se aprovechaba de él para financiar a los bolcheviques, acabó con la traición de Andréieva con un amigo común, Máximo Gorki. La vida iba perdiendo sentido y en 1905 Sava Morózov se pegó un tiro en el Royal Hotel de Cannes. (...) En 1923, durante la triunfal gira del Teatro del Arte por los Estados Unidos, Stanislavski habló de Morózov, de su «indomable alma rusa», a los mecenas norteamericanos: «No podían comprender a este hombre, convencidos como estaban de que el mecenazgo tiene ante todo que reportar beneficios».
El MJAT sigue existiendo, sus espectáculos ya no lucen tanto, pero el edificio conserva el aire de sus decenios gloriosos. Una hora antes de los espectáculos se puede pedir permiso para dar una vuelta por sus pasillos y ver las fotos de las representaciones, los actores y directores, las de los autores, desde Tolstói y Dostoievski hasta Bulgákov y Pasternak. Es el pasado vivo que sigue llenando el alma del teatro. En medio de un salón vemos la escultura de Stanislavski y Nemiróvich unidos como si fueran hermanos siameses, en el otro está el busto de Sava Morózov con sus rasgos tártaros y una mirada triste. Para su centenario, en 1998, el MJAT recibió un regalo de la ciudad: la calle se hizo peatonal, aparecieron farolas y bancos modernistas y una hermosa estatua de Chéjov, que había escrito la mayor parte de sus obras pensando en este teatro. La calle Kamerguerski resultó mucho más acogedora y elegante que Arbat. Será por el campo de fuerza que sigue irradiando el teatro...".
(Pigariova, T. (2001) Autobiografía de Moscú. Barcelona: Ed. Laertes, 2001, pp. 265-268)
El callejón o pasaje Kamerguerski es paralelo a la calle Okhodnyy-Ryad y une la Tverskaya ulitsa con la ulitsa Bolshaya-Dimitrovka. Al otro lado de la esquina formada por el Kamerguerski pereulok y la calle Tverskaya se encuentra el gazetnyy pereulok. El Teatro del Arte (punto rojo) se halla cerca del Teatro Bolshoy y de la plaza Manezhnaya. Es peatonal desde 1998 (en la segunda fotografía, tomada desde la calle Tverskaya, el teatro está señalado con una flecha). Su nombre original es 'Московский Художественный Академический Театр' (MXAT), transliterado como 'Moskovski Judózhestvenny Akademícheski Teatr' (MJAT)
(Fuentes: Google Maps 21/04/2014 y Google Street View 21/04/2014)
Fotografías del Teatro del Arte realizadas en 1900 y 1902, respectivamente. Es obra del arquitecto peterburgués Fiódor Ósipovich Shéjtel (1858-1926) y fue inaugurado en 1898. Shéjtel aprovechó el edificio que albergaba un cabaret para diseñar el nuevo teatro. El interior cambió radicalmente pero se conservó la fachada del "burdel"
Fotografía de 1940 con el "portal modernista" en primer término. Shéjtel es autor también, entre otras obras, de la mansión modernista de los Riabushinski (posteriormente, residencia privada de Gorki), del hotel Boyarski (junto a la antigua sede del CC del PCUS) y del edificio racionalista sede del diario "Madrugada de Rusia" (ver también el enlace a la plaza Pushkin)
Imagen del Teatro del Arte, posiblemente tomada en los años noventa (la calle no estaba reformada pero un cordón limitaba el paso de vehículos). Casi un siglo después continuaba en activo el proyecto del director moscovita Konstantín Stanislavski (1863-1938), del autor georgiano Vladímir I. Nemiróvich-Dánchenko (1858-1943) y del filántropo Sava Timofeyévich Morózov (1862-1905). De los tres, este último no llegó a conocer la Rusia soviética, Stanislavski falleció un poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial y Nemiróvich-Dánchenko murió durante la contienda de un ataque al corazón, el mismo año en el que fundó la Escuela del Teatro del Arte
Estatua de Antón Chéjov situada enfrente del Teatro del Arte
Entrada central del teatro. En la segunda foto se puede apreciar un relieve con una gaviota en lo alto del edificio (no es el mediorrelieve de Anna Golúbkina)
Mediorrelieve "gaviota sobre el mar" situado sobre el portal modernista, en el extremo Nordeste de la fachada principal. Creado por la escultora Anna Golúbkina (1864-1927), es un homenaje a la primera obra de Chéjov representada en este lugar
Fotografías de la entrada Sudoeste del Teatro del Arte, la más cercana a la calle Tverskaya. En este lugar se representaron las cuatro obras de teatro más importantes de Antón Chéjov: 'La gaviota' (estrenada en 1898), 'Tío Vania' (1899), 'Las tres hermanas' (1901) y 'El jardín de los cerezos' (1904)
(Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Antón_Chéjov, http://www.photo-moskva.ru/Metro_Okhotny_ryad/Metro_Okhotny_ryad_27.jpg y http://es.wikipedia.org/wiki/Teatro_de_Arte_de_Moscú)
Portal modernista de Shéjtel sobre la fachada del antiguo cabaret. En 1987 el Teatro del Arte se escindió en el MJAT Chéjov (con sede en este mismo edificio) y el MJAT Gorki, situado en el bulevar Tverskoy
Placa que recuerda los orígenes de este lugar: la "granja" P.I. Odoevskoye. También menciona el MJAT y a su arquitecto Fiódor Shéjtel. Así mismo explica que todo el conjunto es patrimonio protegido de la ciudad
Fotografías de María Fyodorovna Andréieva (o Andréeva) y del benefactor Sava Morózov, uno de sus amantes. Durante su relación sentimental la actriz utilizó el dinero del empresario para financiar las actividades del incipiente partido bolchevique. Finalmente, lo abandonó por Máximo Gorki, alterando para siempre la relación del filántropo con el Teatro del Arte. Morózov se acabó suicidando en Cannes en 1905. Ella, sin embargo, llegó a ocupar cargos de relevancia en la Unión Soviética (no siempre relacionados con el mundo del arte), sobreviviéndole casi cincuenta años. Falleció en 1953 a los 85 años de edad. Se dice que inspiró la "Margarita" de Bulgákov
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