domingo, 24 de mayo de 2015

El edificio de la Internacional Comunista (1919-1943)

"Kalinin era en tiempos de Stalin el miembro más veterano del Comité Central, tenía sesenta años cuando comenzaron las purgas tras el asesinato de Kirov, y Stalin confiaba en su disciplina de proletario cuya ascensión personal e histórica se la debía al partido. No le defraudó y hoy Kalinin da nombre a una de las calles más importantes y asombrosas de Moscú, una calle que empieza vetusta y tradicional en la puerta de la Trinidad del Kremlin y se convierte progresivamente en un escaparate de rascacielos moscovitas, programados por Kruschev cuando volvió fascinado de Estados Unidos y dijo que también la Unió Soviética podía construir rascacielos modernos, sin recurrir al clasicismo de izquierda o estaliniano. Casi en sus comienzos, en el cruce entre Kalinin y Carlos Marx, une su historia con la de la III Internacional. La Internacional, presidida en primera instancia por Zinoviev, sobrevivió irregularmente entre su fundación en 1919 y su desaparición en 1943, como resultado de un acuerdo de desmantelamiento pactado entre Roosevelt y Stalin, en el transcurso de las conversaciones en las que se repartieron el mundo que iba a resultar de la Segunda Guerra Mundial. En sus primeros años, la sede de la Komintern (posteriormente rebautizada Kominform) estuvo en el Kremlin, en la esquina entre la actual avenida Kalinin y la avenida Marx, en un edificio verde donde hoy pueden leerse las placas dedicadas a Ho Chi Min y Antonio Gramsci. El dirigente italiano tiene una placa en la antigua sede de la III Internacional, pero sus obras no fueron divulgadas en la URSS porque desde siempre fueron consideradas heterodoxas, demasiado ligadas a una visión nacional-italiana del proyecto revolucionario y génesis del posterior policentrismo esbozado por Togliatti".

(Vázquez Montalbán, M. (1990) Moscú de la Revolución. Barcelona: Ed. Random House Mondadori, 2005, p. 106)


 Hubo un período en la historia del siglo XX, justo entre las dos grandes guerras, en que el movimiento comunista internacional estuvo controlado desde un lugar muy concreto de la ciudad de Moscú. El Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (CEIC) fue durante veinticuatro años el órgano oficial encargado de expandir la revolución por todo el mundo a través de los partidos comunistas de cada país. Tenía como objetivos acabar con el capitalismo, establecer la dictadura del proletariado y fundar la República Internacional de los Soviets. Su sede estaba instalada en un edificio de apartamentos del siglo XIX situado junto al Kremlin, un bloque de cuatro pisos en cuyo interior hoy en día siguen funcionando diversas oficinas las cuales ya no tienen relación alguna con la lucha de clases. Las tres fachadas de este edificio, en perfecto estado de conservación, forman juntas una U invertida al final de una manzana alargada de casas. La fachada principal es la del lado Norte, frente al Manezh (el Picadero), en la Sapozhkovskoy ploshchad. La del lado Este, la más discreta, está construida en la Manezhnaya ulitsa, la calle que desemboca en la popular plaza del mismo nombre (denominada en tiempos soviéticos plaza del Cincuenta Aniversario de la Revolución de Octubre). La del costado Oeste, en la avenida de Karl Marx (actual Mokhovaya ulitsa), es la más corta de todas pero frente a ella circulan cada día miles de vehículos. La antigua sede del CEIC se encuentra rodeada por una serie de construcciones y rincones emblemáticos de la ciudad que hacen sombra a su indiscutible belleza clásica: el Jardín de Alejandro, la Biblioteca Lenin (en el lado izquierdo de la segunda imagen), el Picadero (con el tejado de color verde) y las torres de la Trinidad y Kutafia, esta última la única de color blanco que existe en toda la muralla del Kremlin

 Fotografía del 2013 con la fachada Norte de la antigua sede del CEIC, frente al Manezh (con columnas, a la izquierda de la imagen). En el complicado nomenclátor moscovita este sitio tiene tres localizaciones: Mokhovaya ulitsa nº16 (antigua prospekt Marksa, una avenida que llega hasta la plaza Lubyanka), Manezhnaya ulitsa nº13 (entre este edificio y el Jardín de Alejandro) y ulitsa Vozdvizhenka nº1 (antigua Kalinina prospekt), una calle que nace en este bloque de pisos y transcurre perpendicular a la Mokhovaya ulitsa. De hecho, entre 1935 y 1946 la ulitsa Vozdvishenka fue denominada oficialmente 'del Komintern'. Después pasó a ser la calle Kalinin y a partir de 1963 la avenida Kalinin  

 Imagen obtenida desde el mismo lugar que la anterior (la calle Mokhovaya, junto al Picadero) pero que data de la última década del siglo XIX. El edificio donde en 1919 se instaló el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (lado izquierdo de la fotografía) fue construido en 1838 con sólo dos plantas y un altillo. Propiedad de la dinastía de comerciantes de los Torletskogo, en 1875 el bloque sufrió una primera reconstrucción. Tras ser adquirido por el príncipe Grigori Gagarin (hijo), en 1912 el arquitecto A.A. Andreyevski levantó dos plantas más hasta dejarlo tal como ha llegado hasta nuestros días

 Fotografía realizada entre 1910 y 1912 donde aparece una parte del edificio de apartamentos del príncipe Gagarin con su aspecto primitivo (derecha de la imagen). Al fondo se ven la Torre Kutafia (de color blanco) y la Torre de la Trinidad. A la izquierda, con columnas, el Picadero

 Imagen de la fachada principal en 1911, durante una exhibición de vehículos a motor. El edificio tenía solamente dos plantas excepto en la parte central. Al año siguiente el arquitecto Andreyevski duplicó la altura de toda la finca

 La Internacional Comunista es conocida también como III Internacional, Komintern (acrónimo de 'Kommunisticheskiy Internatsional', en ruso transliterado) o Comintern (abreviatura en inglés). Fue fundada en marzo de 1919 a instancias de Vladímir Lenin y del Partido Comunista de Rusia (bolchevique). Esta fotografía data de 1920-1925 y es una de las más antiguas que se conservan de la sede de su Comité Ejecutivo (organismo que en ruso se denomina 'Ispolkoma'). A diferencia de otros edificios de la ciudad, no había nada en la fachada que hiciese alusión a su tarea revolucionaria 

 Fotografía de 1927-1928 con la sede del CEIC justo a la derecha. El espacio central es la Sapozhkovskoy ploshchad, rodeada también por la Torre Kutafia y el Manezh. El camino que enfila hacia el interior del Kremlin, a través de la torre, es el que muchos de los funcionarios que trabajaron en el CEIC tomaban con frecuencia para dirigirse al Palacio del Senado (Edificio nº1, sede de las oficinas del Secretario General), al Palacio del Presidium (Edificio nº14) o al Palacio Poteshny, visible en esta imagen (sobre la muralla, a la derecha) y que era la residencia privada de Stalin. Algunos de estos altos funcionarios comunistas del CEIC fueron españoles


 Fotogramas de la película 'Partiyni bilet' (Iván Pýriev, 1936), en los cuales aparece la fachada Oeste de la sede del CEIC. Mientras se filmaban estas escenas, miembros de la Komintern asesoraban a los comunistas españoles que formaban parte del último gobierno de la República antes del golpe de Estado de Franco. El origen de la Internacional Comunista se remonta a los tiempos de Marx y Engels. La Primera Internacional ("Asociación Internacional de Trabajadores") fue instaurada en Londres, en el año 1864, por iniciativa de ambos. Tras su disolución en 1876, Friedrich Engels creó en París la Segunda Internacional. En 1914 se produjo la escisión entre los revolucionarios contrarios a la guerra y los socialistas reformistas. Tras las conferencias de Zimmerwald (1915) y Kienthal (1916), la fundación en 1919 de la III Internacional supuso la ruptura definitiva con la Internacional Socialista. El Comité Ejecutivo de la Komintern se instaló en este edificio junto al Kremlin después del I Congreso Mundial realizado en Petrogrado entre los días 2 y 6 de marzo. En años posteriores hubo hasta seis congresos internacionales más, el último celebrado en Moscú en 1935

 Imagen de 1938 con la Biblioteca Lenin a la derecha y la sede del CEIC a la izquierda. Esta institución tuvo solamente tres dirigentes: Grigori Y. Zinóviev (Presidente entre 1919 y 1926), Nikolái I. Bujarin (Secretario General entre 1926 y 1929) y Georgi Dimitrov (Secretario General entre 1929 y 1943). Los dos primeros acabaron siendo condenados a muerte en 1936 y 1938, respectivamente, durante las grandes purgas estalinistas. Las sentencias se dictaron en la Casa de los Fusilamientos, un edificio que aún existe y que se encuentra no muy lejos de esta calle. Fueron ejecutados en un sótano cerca de la Lubyanka. La pancarta de la fotografía reza 'Segodnya Otkrytiye Zhivoy Modeli Moskvy', algo así como 'Hemos inaugurado un modelo vivo de Moscú', aludiendo posiblemente al gran plan de reforma urbanística que se llevaba a cabo en la ciudad


 Fotografías de 1961 y 1962 con el edificio del CEIC convertido en un bloque de oficinas gubernamentales sin ninguna relevancia especial (la Internacional Comunista fue disuelta el 22 de mayo de 1943). En la primera imagen se ve al fondo el recién inaugurado Palacio de Congresos del Kremlin. Tras la desaparición de la Komintern, en septiembre de 1943 se creó la Kominform (como "oficina de información de los partidos comunistas y obreros") en respuesta al Plan Marshall impulsado por los EE.UU. Su sede estuvo primero en Belgrado y luego en Bucarest, hasta que este organismo también dejó de existir en 1956

 Fotografía realizada en los años setenta con uno de los balcones de hierro forjado en el antiguo edificio de apartamentos del príncipe Gagarin

  Imagen de la década de los ochenta donde aparece en primer término la esquina de la fachada principal con la de la calle Manezhnaya. El desnivel en el terreno, en dirección descendente hacia el Kremlin, obligó a construir una planta más en esta calle. La franja de fachada pintada con un color más oscuro delata esta solución arquitectónica


 Fotografías de finales de los años setenta donde se aprecia con claridad como los vehículos a motor circularon siempre sin ningún tipo de restricción por delante de la fachada principal del CEIC. Los coches y autobuses bajaban desde las avenidas Kalinin y Marx en dirección hacia el Kremlin y rodeaban el Picadero por la calle Manezhnaya. O llegaban directamente desde la plaza Borovitskaya por esta misma calle

 Postal turística de 1985 con el edificio del CEIC (a la izquierda) visto desde el Palacio de Congresos del Kremlin. Al fondo, la avenida Kalinin


 Fotografías del edificio durante los años de la Perestroika. La primera imagen es de 1985-1987 y la segunda, de 1988, muestra la fachada de la calle Manezhnaya


 En estas dos imágenes aparece el antiguo edificio del CEIC (a la izquierda) visto desde la rampa que comunica la Torre Kutafia con la Torre de la Trinidad. La primera imagen es de 2011 y la segunda de 1968-1975. Ésta ha sido siempre la puerta de acceso al Kremlin para los turistas y fue también el camino que durante veinticuatro años siguieron los miembros del Comité Ejecutivo de la Komintern cuando entraban en este recinto para informar a los dirigentes soviéticos acerca de su trabajo. Las únicas diferencias entre ambas imágenes son los letreros sobre el ex edificio de la Internacional Comunista, el estado de conservación de todas las fachadas (más acurado en la actualidad) y los arcos de seguridad que hay instalados ahora en la torre Kutafia




 Situado en la zona más turística de la ciudad, casi todo el mundo que hoy en día visita Moscú acaba pasando tarde o temprano por delante de este edificio sin apenas prestarle atención. Prácticamente nadie se acuerda ya de que en los despachos que hay en su interior una serie de hombres y mujeres idealistas soñaron hace muchos años con cambiar el destino de la humanidad. La desaparición de la URSS y las más de siete décadas transcurridas desde la disolución de la Komintern han ensombrecido por completo el recuerdo de esta institución y también el interés por la construcción que la albergaba. Y todo ello pese a que su historia está ligada al devenir de Rusia desde el siglo XIX hasta nuestros días. Pasó de residencia privada de una familia de comerciantes a bloque de apartamentos propiedad de un príncipe zarista, para convertirse años más tarde en el centro neurálgico del comunismo internacional y, posteriormente, en un tranquilo bloque de oficinas que en la actualidad provoca cierta indiferencia frente a la espectacularidad de sus vecinos arquitectónicos. Estas fotografías del año pasado muestran, respectivamente, la fachada principal del edificio, la de la calle Mokhovaya vista desde la ulitsa Vozdvizhenka, la esquina formada por ambos frontispicios y, de nuevo, el lado del edificio en la antigua avenida de Karl Marx. Tras la construcción en los años noventa del centro comercial subterráneo frente al hotel Moscú, buena parte de los accesos alrededor de esta manzana fueron peatonalizados. A partir de entonces el tráfico quedó restringido mediante unas barreras controladas por la policía, tanto en la Sapozhkovskoy ploshchad como en toda la calle Manezhnaya. Sólo circulan coches sin ninguna limitación junto a la fachada de la calle Mokhovaya, donde se encuentra la puerta de acceso a una de las sedes de la Editorial Pashkov

 Placa conmemorativa en la fachada del edificio que recuerda que Antonio Gramsci trabajó en este lugar entre los años 1922 y 1923. Gramsci, calificado aquí de "prominente internacionalista", fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano

Portada de la revista 'La Internacional Comunista', órgano oficial del CEIC, publicada en ruso, alemán, inglés y francés

martes, 12 de mayo de 2015

Fuegos artificiales sobre Moscú en el Día de la Victoria 2015 (Vídeo en HD)


Imágenes en alta definición de la plaza Roja y el Kremlin durante los fuegos artificiales del Día de la Victoria de este año. Un espectáculo pirotécnico que rememoraba los festejos de la noche del 9 de mayo de 1945, hace justo setenta años. Con la música de fondo de la canción Den Pobedy y una realización televisiva impecable, el centro de Moscú lució de una forma pocas veces vista.



sábado, 9 de mayo de 2015

Monumento en el Parque de la Victoria dedicado a los republicanos españoles caídos en la Gran Guerra Patria

Un artículo aparecido este jueves en el diario Público nos recordaba el importante papel que los republicanos españoles (en el exilio) jugaron en la defensa de Moscú y de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Y nos recordaba también que en el Parque de la Victoria de la capital rusa sólo existe un monumento dedicado a un país extranjero: la capilla de granito blanco en memoria precisamente de los españoles caídos en la Gran Guerra Patria (1941-1945). Hoy, septuagésimo aniversario del Día de la Victoria, es una jornada muy propicia para hacer un recorrido visual por este lugar.


 El monumento español del Parque de la Victoria de Moscú es una capilla de granito blanco de siete metros de altura con una placa de bronce que contiene la leyenda: "A los caídos españoles en la Gran Guerra Patria, 1941-1945". Fue diseñada por el arquitecto y 'niño de la guerra' Antonio Mije, hijo del líder sevillano del Partido Comunista de España del mismo nombre. La inauguró el entonces Príncipe Felipe el 26 de junio de 2003, con la presencia de la Guardia de Honor del Kremlin además de numerosos veteranos y 'niños de la guerra'. Transcurridos doce años desde esa inauguración, ninguna personalidad española ha asistido hoy a la celebración en la plaza Roja del septuagésimo aniversario del Día de la Victoria. La construcción de la capilla fue sufragada en su momento por el Ministerio de Cultura español y el Ayuntamiento de Moscú



 El Parque de la Victoria, construido sobre la colina Poklónnaya, está situado en la avenida Kutuzovsky, en el Suroeste de la ciudad. En la primera fotografía, con la plaza Roja en el centro de la imagen, el parque aparece señalado con un punto rojo. En esta misma avenida se encuentran también el Arco de Triunfo de Moscú  y el Museo Panorama de la batalla de Borodinó. En la tercera fotografía, una flecha señala el lugar exacto donde está el monumento dedicado a los españoles que cayeron en defensa la URSS durante la Segunda Guerra Mundial. Viniendo desde la estación de metro, la capilla se halla en un cruce de caminos más allá del obelisco de 142 metros y del recinto del Museo de la Gran Guerra Patria


Publicado: 07.05.2015 19:06 | Actualizado: Hace 19 horas 

Los españoles que defendieron la URSS 

El famoso contorno de la muralla del Kremlin apenas se vislumbraba en la densa oscuridad de noviembre de 1941, que parecía absorber hasta el paso de los soldados españoles. La cuarta compañía marchaba por la Plaza Roja.

LEONCIO SORIANO
Agencia SPUTNIK


Muchos de ellos habían soñado con verla al menos desde hace tres años, también noviembre de 1936 cuando conocieron a los primeros soviéticos, vieron los chatos y los moscas, como llamaban en España los cazas I-15 e I-16, los tanques T-26 y BT-5.

Algunos ya habían estado aquí hace dos años, nada más llegar a la URSS. Entonces, inundada por multitudes, risa, color y alegría, la Plaza Roja les pareció mucho más pequeña de lo que imaginaban por las fotos y sus imágenes de cine. Ahora, cubierta por la nieve y la oscuridad, sumida en el silencio, se hacía inmensa. Parecía increíble que a contados kilómetros estuvieran las columnas acorazadas alemanas. Igual que hace cinco años en España, las avanzadas fascistas estaban a contados kilómetros del corazón de Rusia y la presencia de la unidad española en la Plaza Roja era prueba de la confianza que gozaban en la URSS los "españoles de Stalin". 


Mientras Moscú se preparaba para los combates callejeros, las barricadas cortaban sus calles, obreros e ingenieros, profesores y estudiantes se alistaban en masa a las milicias urbanas, los españoles ocupaban posiciones casi al pie de las murallas del Kremlin. No fue fácil conseguirlo. Las leyes soviéticas prohibían el alistamiento de extranjeros en el Ejército Rojo, por lo que la mayoría de los españoles combatieron en unidades especiales destinadas a actuar en la retaguardia alemana, como la Brigada de Misiones Especiales OSMON cuya cuarta compañía estaba formada por los españoles.

Entre ellos estaba mi abuelo. Años después, yo le pedía contarme “sobre la guerra” y él empezaba: “cuando estábamos en las ‘akopas’”, españolizando la palabra rusa "okop" (trinchera). Cuesta imaginar lo que sentían aquellos españoles, que apenas chapurreaban unas cuantas palabras y a los que incluso años después era difícil entender en ruso, cuando se tiraban en paracaídas en la retaguardia enemiga.

Allí, casi igual de peligrosos como los alemanes eran para ellos los habitantes locales, que los tomaban por rumanos o italianos disfrazados de partisanos.

De casi 3.000 emigrantes españoles, en su abrumadora mayoría “niños de la guerra” evacuados durante la Guerra Civil en España, prácticamente todos los hombres adultos y o pocas mujeres, en total unas 700 personas, se alistaron voluntarios y combatieron contra los nazis en la URSS, Polonia, Checoslovaquia, Rumanía y Hungría, Austria y Alemania. 


Más de 200 perdieron la vida. La cifra sigue siendo inexacta, oscila entre los 207 y los 283 muertos en acciones de guerra, de los cuales unos 75 eran “niños de la guerra”.

Pocos eran aquellos españoles que llevaban la estrella roja, pero sus hazañas se alzan petrificadas en los monumentos erigidos sobre sus tumbas en las estepas de Rusia, los bosques de Bielorrusia, las laderas del Cáucaso y Crimea y las orillas del Volga convertidas en leyendas. Más de 600 españoles fueron condecorados con diferentes medallas: "Por la defensa de Moscú", "Por la defensa de Leningrado", "Por la liberación de Varsovia", "Por la liberación de Praga", "Por la toma de Berlín"; más de 70 fueron condecorados con las órdenes: "Bandera Roja", "Estrella Roja" y "Gran Guerra Patria"; tres fueron destacados con las máximas condecoraciones de la URSS: dos con la Orden de Lenin y uno con la Estrella "Héroe de la Unión Soviética".

En la antigua Stalingrado, a escasos metros del Volga que los alemanes no llegaron a alcanzar, está la tumba del capitán Rubén Ruiz Ibarruri, héroe de la Unión Soviética. Dos combates le cubrieron de gloria. Cerca de Borísov, al frente de un pelotón de ametralladoras, el teniente Ruiz contuvo el avance de fuerzas alemanas muy superiores hasta perder la última ametralladora y luego sólo con granadas y pistolas lanzó un contraataque que desorientó a los nazis e hizo posible la llegada de refuerzos.

Meses después, en Stalingrado, tomó el mando de un batallón y poco antes de morir consiguió detener el avance de una división acorazada alemana. La consigna de “¡No pasarán!”, proclamada en Madrid por su madre, Dolores Ibárruri, la "Pasionaria", sonaba en las trincheras soviéticas junto a Moscú, Stalingrado, Kursk, en cada ofensiva nazi. 

También en tierra retomaron la batalla contra el fascismo los pilotos republicanos exiliados en la URSS, pero en 1942 uno de ellos, Juan Bravo, se encontró por casualidad en Moscú con el general Alexándr Osipenko, jefe de la defensa antiaérea soviética que le conocía desde la Guerra Civil Española. Fue así como más de 70 españoles lograron combatir en los cielos de la URSS. Por el número de aviones derribados los nombres de varios quedaron grabados en la lista de los hombres destacados de la Segunda Guerra Mundial. Prueba de ello es el hecho de que en la escuadrilla de cinco cazas que escoltó el avión de Stalin a la conferencia cumbre de los aliados en Teherán, tres eran pilotados por españoles, y la encabezaba el para entonces coronel Juan Bravo.

El aporte español a la Gran Guerra Patria ha contribuido a auténticas leyendas. Una, recogida por el diario Novorossiyski Rabochi, cuenta que fue un comando español el que trajo de la retaguardia alemana un cuaderno lleno de cálculos matemáticos y fórmulas físicas, que sirvió al gran físico soviético Abraham Yoffe para convencer a Stalin de la urgencia de iniciar el desarrollo de la bomba atómica. Otra sostiene la existencia de un plan para eliminar a Hitler que debía cumplir un comando de combatientes españoles, disfrazados de oficiales de la División Azul. Aunque aquel plan no llegó a cumplirse, la leyenda sigue viva y resurge cada vez que alguien se acuerda de las operaciones especiales y los planes de eliminar al Führer.

España es el único país que tiene el honor de contar con un monumento propio en el Parque de la Victoria de Moscú, prueba del respeto y gratitud que sienten en Rusia por aquel puñado de antifascistas españoles que hombro a hombro con sus camaradas soviéticos combatieron por la libertad. Muy cerca, una enorme bayoneta se alza sobre Moscú desde la histórica colina Poklónnaya, junto a ella, yace un dragón con la cruz gamada yace destrozado a los pies de San Jorge y a sus pies 1.418 fuentes de agua que la iluminación parece convertir en sangre recuerda los 1.418 días que duró aquella gran contienda.

Público 07/05/2015