"El reinado del último zar de Rusia comenzó desastrosamente. Unos pocos días después de la coronación, en mayo de 1896, se organizó una fiesta de celebración en el campo de Jodynka, un terreno de entrenamiento militar situado a las afueras de Moscú. A primera hora de la mañana, cerca de medio millón de personas se había reunido ya esperando recibir de su nuevo zar regalos conmemorativos consistentes en jarras de cerveza y galletas con la fecha y la ocasión inscritas. Iban a ser distribuidas gratis enormes cantidades de cerveza y de salchichas. A medida que iba llegando más gente, fue corriendo el rumor de que no habría suficientes regalos para todos. La multitud avanzó. La gente tropezó y cayó en los fosos militares, donde se ahogaron y fueron aplastados hasta que murieron. En pocos minutos murieron mil cuatrocientas personas personas y seiscientas resultaron heridas. Sin embargo, se convenció al zar para que continuara con las celebraciones. Por la tarde, mientras retiraban los cadáveres, incluso asistió a un baile dado por el embajador francés, el marqués de Montebello. Durante los días siguientes, el resto de las actividades preparadas (banquetes, bailes y conciertos) se siguieron celebrando como si no hubiera sucedido nada. La opinión pública se sintió ultrajada. Nicolás intentó expiar lo ocurrido nombrando a un antiguo ministro de justicia para que averiguara las causas de la catástrofe; pero cuando el ministro descubrió que el gran duque Sergio, gobernador general de Moscú y esposo de la hermana de la empratriz, era el culpable, los otros grandes duques protestaron furiosamente. Sostuvieron que menoscabaría los principios de la autocracia el admitir la falta de un miembro de la familia imperial. El asunto quedó cerrado; pero fue contemplado como un mal augurio para el nuevo reinado y ahondó el abismo creciente que existía entre la corte y la sociedad. Nicolás, que cada vez creía con más convicción que estaba sujeto a un destino desdichado, contemplaría retrospectivamente este incidente como el inicio de todos sus problemas".
(Figes, O. (1996) La Revolución rusa (1891-1924). La tragedia de un pueblo. Barcelona: Ed. Edhasa, 2000, pp.51-52)
"En ese momento [julio de 1918] prácticamente nada impedía que los eseristas de izquierdas se hicieran con el poder. Contaban con dos mil hombres bien armados en la capital frente a los setecientos leales al régimen. El núcleo de los fusileros letones, la única fuerza de choque que había en la capital y en la que podían confiar los bolcheviques, había estado celebrando el día de San Juan en el Campo de Jodynka, escenario del desastre acontecido durante la coronación del último zar en 1896, en las afueras de la ciudad. Los letones no podían regresar a Moscú a causa de la niebla, de la lluvia torrencial y de las tormentas. Lenin estaba sumido en un estado de pánico profundo: como Kérensky en Octubre, no tenía tropas con que defender al régimen. Vatsetis, comandante letón encargado de la defensa del Gobierno, recuerda que fue llamado después de medianoche al Kremlin, donde «la atmósfera era similar a la del frente de guerra». Lo primero que le preguntó Lenin fue: «Camarada, ¿podemos resistir hasta mañana?»".
(Figes, O. (1996) La Revolución rusa (1891-1924). La tragedia de un pueblo. Barcelona: Ed. Edhasa, 2000, p.693)
Acuarela pintada por Vladímir Makovski en 1899 con la multitud reunida en el Campo de Khodynka antes de la estampida que provocó la matanza de mil cuatrocientas personas. La actitud del zar Nicolás II y de los duques rusos ante este hecho fue uno de los tantos motivos de descontento que propiciaron las revoluciones de 1905 y 1917
Fotografías de las víctimas de la matanza de Khodynka, acaecida el 30 de mayo de 1896
Fotografía aérea del Campo de Khodynka realizada en 1910. La carretera que atraviesa esta zona es hoy en día la Leningradsky prospekt. Con el número 1 aparece señalado el palacio (y el parque) Petrovsky. Con el número 2, la zona de entrenamiento militar que poco después se convertiría en el Aeródromo Khodynka (Aeropuerto Central Frunze). En este lugar languidecen actualmente una colección de aviones soviéticos abandonados a la intemperie. Debió de ser en este espacio donde en julio de 1918 se encontraba reunida la compañía letona de fusileros encargada de defender al recientemente establecido gobierno soviético de Lenin. No lejos de aquí, un poco más al sur del palacio Petrovsky, se halla el célebre restaurante Yar, uno de los escenarios donde Rasputín, con sus espectáculos de exhibicionismo sexual, ayudó a desprestigiar definitivamente al régimen zarista
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.